El Centro de Psicología Aplicada pretende desde su blog, Psicología ComPartidA, divulgar la psicología en la comunidad universitaria con la intención de promover la salud física y mental. Nuestro objetivo es acercar el conocimiento a través de la publicación de artículos del ámbito psicológico y compartir noticias de actualidad.

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miércoles, 25 de febrero de 2015

Cuestionario consumo de cannabis

La publicación de hoy tiene como objetivo difundir una encuesta que está realizando Miguel del Nogal sobre consumo de cannabis en entornos universitarios. Si tienes tres minutos y quieres ayudar, pincha aquí. ¡Muchas gracias!

Os dejamos con un breve texto escrito por él.


Cannabis, la gran ambivalencia

El cannabis es la sustancia ilegal más consumida del mundo, y nuestro país no es una excepción. La accesibilidad a esta sustancia es grande, su coste muy económico, y esto hace que se consuma en gran cantidad, especialmente por la población joven. En este sentido destaca la gran cantidad de cannabis que parece fumarse en los Campus universitarios,  y cuyo Patrón, San Canuto es ya parte de la vida universitaria.

Sin embargo quiero reflexionar sobre una diferencia que dicha sustancia tiene frente a otras drogas, y es que el cannabis está envuelto en una gran contradicción: por un lado se es consciente de que es una droga, pero por otro a menudo se minimizan sus efectos y consecuencias negativas para la salud tanto física como psicológica. Al contrario, muchas personas aduciendo argumentos peregrinos asocian su uso terapéutico (en determinadas enfermedades, mediante una vía de consumo diferente a fumar un porro, bajo un control y seguimiento médico y al amparo de una legislación distinta a la de nuestro país) para justificar su consumo recreativo. Nadie en su sano juicio confundiría el uso terapéutico de la morfina en los casos de dolor crónico en forma de bombas o parches de morfina, con ir a un poblado y consumir heroína  vía intravenosa. Pero este tipo de argumentos sí se emplean en el caso del cannabis ¿por qué?

No nos llevemos a engaño. Llamemos al pan, pan y al vino, vino. Una cosa es un fármaco y otra una droga. Justificaciones las que uno quiera, razones, muy poquitas.

lunes, 23 de febrero de 2015

La bolsa o la vida


Foto: alepuz, con licencia creative commons

O más bien tu hijo o tu vida. Cada vez hay más demanda por parte de padres desesperados y agobiados con sus hijos desobedientes, maleducados, agresivos
Este comportamiento tan alejado de normas es bastante habitual en el desarrollo de los niños: los lloros, las pataletas, los insultos (“eres tonta”)... son frecuentes y convenientes en ciertos momentos de la vida de un niño, y con este comportamiento se puede generar que el niño adopte un estilo de comunicación asertivo, defendiendo sus derechos y respetando los de los demás. El problema está cuando estos comportamientos no cesan.

Quizá se pueda pensar en el componente hereditario de este tipo de conductas, en la estabilidad de las mismas y en la imposibilidad hacia el cambio. Pero nada más alejado de la realidad.

lunes, 16 de febrero de 2015

El castigo: qué es y cómo se aplica


Logo del personaje de cómic "Punisher"

Esta entrada, pese a tener carácter divulgativo, va a incluir terminología técnica. No obstante, intentaré dar una definición clara de los términos que puedan generar confusión.
En psicología del aprendizaje hay descritos cuatro tipos de consecuentes: refuerzo positivo, refuerzo negativo, castigo positivo y castigo negativo. Los refuerzos (de ambos tipos) suponen un aumento en la probabilidad de ocurrencia de una conducta; los castigos, de una reducción de dicha probabilidad. Un consecuente es cualquier tipo de evento asociado a la ejecución de un comportamiento determinado. Por ejemplo, si voy a dar un sorbo  a mi té sin haber esperado lo suficiente, me quemaré. El comportamiento en este ejemplo sería “beber té humeante”, y el consecuente la quemadura en la lengua. La próxima vez, además, seré más cauto y esperaré a que la bebida deje de humear.

lunes, 9 de febrero de 2015

¿Por qué soñamos?



Imagina que tu cerebro es una lavadora. A lo largo del día vas metiendo en ella ropa que acabas de adquirir (los estímulos que percibes) y otras prendas (recuerdos) del mismo color (asociadas) que tenías en el armario (tu memoria). Llega el momento de acostarse y como te caen mal tus vecinos, la pones en funcionamiento hasta el día siguiente. Su programa es muy particular: cada cierto tiempo (en la fase REM del sueño) se activa una cámara que trata de registrar y dar sentido a ese revoltijo de ideas e imágenes inconexas. Si te despiertas en ese momento y tratas de ver lo que se acaba de grabar, sabrás qué has soñado esa noche. De lo contrario se borrará para siempre.

Con esta metáfora trato de ilustrar, grosso modo, cómo funciona el mecanismo que hay detrás de un fenómeno tan llamativo como son las ensoñaciones. La fascinación que producen da para muchos interrogantes, así que trataré de responder a los que un psicólogo clínico se suele encontrar con más frecuencia.

lunes, 2 de febrero de 2015

¿Y si...? ¿Y si...? ¿Y si...?

Autor: Juan Carlos Mejía, con licencia creative commons

Si estás leyendo esta entrada, aventuro que eres una de esas personas que en algún momento de su vida le ha dado mil y una vueltas a ese asunto importante, apareciendo el tan conocido "¿Y si...?" hacia el futuro, que genera tanta preocupación (mención aparte el tan temido "¿Y si (hubiera hecho tal cosa)...?" referido al pasado, que bien merece una entrada propia en el blog).
Ahora bien, podrás pensar: ¿A quién no le preocupa la incertidumbre, no saber qué puede pasar? Como en todo, la diferencia radica en el grado dentro de un continuo. En un extremo de ese continuo se encuentran personas que no soportan la incertidumbre, no pueden tolerar no saber exactamente qué pasará en el futuro, ni tan siquiera pensar en algún cabo suelto que no se haya contemplado con anterioridad; todo ello se percibe de forma errónea como algo intrínsecamente peligroso o amenazante. La incertidumbre les genera ansiedad e inseguridad, y para suplir este malestar "necesitan" tenerlo todo bajo control. Se convierten, de forma involuntaria, en auténticos expertos "controladores" del entorno.