Autor: Juan Carlos Mejía, con licencia creative commons |
Si estás leyendo esta entrada,
aventuro que eres una de esas personas que en algún momento de su vida le ha
dado mil y una vueltas a ese asunto importante, apareciendo el tan conocido
"¿Y si...?" hacia el futuro, que genera tanta preocupación (mención
aparte el tan temido "¿Y si (hubiera
hecho tal cosa)...?" referido al pasado, que bien merece una entrada
propia en el blog).
Ahora bien, podrás pensar: ¿A
quién no le preocupa la incertidumbre, no saber qué puede pasar? Como en todo, la
diferencia radica en el grado dentro de un continuo. En un extremo de ese
continuo se encuentran personas que no soportan la incertidumbre, no pueden tolerar no saber exactamente qué pasará
en el futuro, ni tan siquiera pensar en algún cabo suelto que no se haya
contemplado con anterioridad; todo ello se percibe de forma errónea como algo
intrínsecamente peligroso o amenazante. La incertidumbre les genera ansiedad e
inseguridad, y para suplir este malestar "necesitan"
tenerlo todo bajo control. Se convierten, de forma involuntaria, en
auténticos expertos "controladores" del entorno.
Como consecuencia de ello, estas
personas tienden a informarse al detalle para saber qué pasará en cada momento
y tenerlo todo bien atado -sin que se escape ningún imprevisto, pensando en
todas y cada una de las posibles explicaciones o alternativas a ese asunto
importante-, a revisar y reasegurar una y otra vez, comprobando constantemente
las cosas, o a preguntar varias veces a terceros para corroborar información, entre
otras.
Todos estos ejemplos constituyen diferentes
estrategias de control, cuya función es aliviar la ansiedad y aumentar la
seguridad de la persona, aunque sea sólo de forma momentánea. E insisto en esto
último porque lo que muchos de nosotros desconocemos es que por más que uno intente controlar la
situación, nunca lo conseguirá al
100%, lo cual generará aún más ansiedad. Entraremos, por tanto, en una
espiral o círculo vicioso de ansiedad de la que costará salir sin ejercer
control, retroalimentándose el proceso y haciendo que se mantenga el problema a
largo plazo.
Aprendiendo a tolerar la incertidumbre
Si te reconoces en algunas de
estas situaciones, te mostramos algunas pautas para hacerle frente y poder
salir de esta "trampa del
control":
- Acepta que la incertidumbre es parte de la vida. Es utópico e imposible intentar tener el control en todas y cada una de las situaciones, saber exactamente y al detalle qué pasará; no te marques este objetivo inalcanzable. Todos nos encontramos en la misma situación, ninguno sabemos a ciencia cierta, con total seguridad, qué pasará mañana, no hay forma de saberlo.
- La forma más eficaz de tolerar la incertidumbre es exponerte a ella, sin realizar ningún comportamiento que alivie o reduzca la ansiedad que lleva consigo, y que te dé control y seguridad. De esta forma, conseguirás habituarte a ella y dejará de generarte ansiedad, así de sencillo. Por ejemplo, si te cuesta tomar decisiones, hazlo sin pedir ayuda a varias personas, o si te resulta complicado no revisar varias veces tu trabajo, exponte a revisarlo una única vez.
- Modifica los pensamientos negativos catastrofistas o anticipatorios de fracaso hacia unos pensamientos más realistas ("No tiene por qué pasar esto que tanto temo, no tengo pruebas para pensar así", "No necesito saberlo todo -en todo caso, me gustaría-, pero puedo vivir sin tener que controlarlo todo"). Y, en el caso de que te encuentres dentro de ese bucle repetitivo de pensamientos racionales del tipo "¿Y si...?", detenlos cambiando el foco atencional, realiza una actividad distractora y modifícalos por otro pensamiento más realista.
Podemos sobrevivir sin saber lo
que vendrá. Haz la prueba.
Artículo
redactado por Carolina Álvarez Ortiz (terapeuta del CPA).
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