¿Y quién te cuidará de mayor?
Eso es que todavía eres joven, pero con los
años cambiarás de idea.
¿No te da pena que tus ahorros los hereden
desconocidos?
Tu pareja ya te convencerá.
¿Y tu familia? Seguro que a tus padres les
gustaría tener nietos.
Si tu madre hubiese sido como tú, no estarías
en este mundo.
Cuando se te pase el arroz, te arrepentirás.
Si le pasa algo a tu pareja u os divorciáis, te quedarás sola. Sólo los hijos son para toda la vida.
Tanta gente con problemas de fertilidad y tú hablando esas tonterías.
Estás cometiendo un error.
Si tienes problemas para quedar embarazada me lo puedes contar, hay confianza. Conozco mucha gente que tenía problemas y finalmente lo consiguió.
No depende de ti. Un día se te despertará el
reloj biológico y tu cuerpo decidirá por ti.
…
Eres una
egoísta.
Los
comentarios anteriores son una recopilación de testimonios de distintas mujeres
que han decidido que NO quieren ser madres. ¿Pero cómo no vas a querer ser madre, por
qué? Se ven obligadas a dar explicaciones, a convencer a su interlocutor de que
tienen razones de peso para tomar una decisión tan drástica. No obstante,
ninguna razón es lo suficientemente buena como para justificarla. Y ahí
empiezan las opiniones…
Miles de mujeres se ven en la tesitura de tener que defender su postura por querer comportarse de una manera que no encaja con la visión “tradicional” de la familia y, por tanto, se aleja de lo “socialmente aceptado”. Se sigue considerando a “una mujer sin hijos” como algo incompleto. El rechazo es tal que, en ocasiones, sufren agresiones verbales (fruto de la evidente incomprensión).
Además, a
menudo se iguala el “ser capaz” (ser fértil) con “tenerlo”, como si la
capacidad de decidir libremente sobre el futuro fuese anulada por la obligación
de cumplir con la función reproductora ligada a un rol de género.
Y es que en realidad no necesitan justificarse, ni convencer a nadie, ni buscar la aprobación de su decisión. En realidad, están en su derecho de hacer lo que libremente decidan al respecto:
“Todas las personas tienen derecho a adoptar decisiones relativas a su vida reproductiva, a determinar libremente si quieren o no tener hijos e hijas y, en su caso, su momento y frecuencia”.
(Derechos Sexuales y Reproductivos)
Sin embargo, estas mujeres lidian con estigmas desde todos los círculos sociales:
·
Religioso: según algunas religiones, y
claramente desde la fe cristiana, la mujer está predestinada a reproducirse
para convertirse en madre y esposa.
·
Social: se encasilla a la mujer en su rol de madre,
esposa, ama de casa y cuidadora principal. La presión la ejercen también los
círculos más cercanos. A partir de cierta edad, es muy probable que las
amistades de una mujer sin hijos se vean peligrar, ya que los temas de
conversaciones, planes, etc. giran en torno a los niños y ésta puede sentirse
aislada. Cuando una mujer acude a su médico, pidiéndole una solución definitiva
a su deseo de no quedar embarazada, se encuentra con rechazo, juicios
personales y, por supuesto, negativa a ayudarle. Algunos incluso insinúan la
maternidad como “remedio para muchos males”.
·
Afectivo: las mujeres que deciden no querer
ser madres y, cuyas parejas sí quieren tener hijos, se enfrentan a un enorme
dilema, provocado a menudo por el chantaje emocional. Tienen que decidir entre
su felicidad (hacer lo que deseen con sus vidas) y hacer feliz a la persona que
quieren. Se les intenta convencer, tachándolas de egoístas, y, si no ceden, asumen
el riesgo de que esta decisión podría significar el fin de la relación.
·
Familiar: se encuentran con la incomprensión y
reproches. Por parte de sus padres - que no les darán los soñados nietos. Por
parte de sus hermanos - que no les darán los sobrinos. Y todo por partida
doble, porque está también la familia del otro, sobre todo si él sí quiere
tener hijos…
¿Cómo crees que podría sentirse alguien expuesto a todos estos comentarios? ¿Tal vez juzgada/o? ¿Incómoda/o? ¿Triste? ¿Sola/o? ¿Incomprendida/o? ¿Atacada/o?
La situación de estas mujeres en algunos casos puede volverse insoportable, llevándolas a experimentar mucho malestar o incluso replantearse su decisión. Aparecen pensamientos como “soy una mala persona y egoísta, me siento culpable, hago sufrir a mucha gente”. Y, como ya se ha comentado en muchas de las entradas de este blog, lo que pensamos influye en lo que sentimos y en cómo nos comportamos. Las consecuencias psicológicas pueden ir, por lo tanto, desde una autoimagen negativa, sentimiento de soledad o de culpabilidad, constante cuestionamiento de la(s) decisión(es) tomada(s), etc. a secuelas psicológicas más severas, como estrés, ansiedad o depresión.
No obstante, ya sea en este caso, o en cualquier otra situación en la que nos vemos superadas/os, no sabemos cómo gestionar las dificultades que tenemos que afrontar o no nos vemos capaces de ejercer nuestros derechos (o hacer que los respeten los demás), lo mejor es acudir a un profesional que nos ayudará a enfrentar ese complicado momento vital.
Y no. No eres una egoísta por tomar una decisión consciente sobre el rumbo que quieres darle a tu vida. No eres una egoísta por ejercer tus derechos. No eres una egoísta por decidir qué quieres hacer con tu cuerpo. No eres una egoísta por decidir libremente. No eres egoísta por expresar y compartir tu decisión, aun consciente de las críticas que tendrás que afrontar.
Eres una valiente.
Kaja
Chmielowiec - Terapeuta del CPA
Bibliografía
recomendada:
Ávila
González, Y. (2005). Mujeres frente a los espejos de la maternidad: las que
eligen no ser madres. Desacatos, (17), 107-126.
Me encanto el artículo. Y si es así, al entorno y a la sociedad le cuesta aceptar la decisión de vida que una eligió.
ResponderEliminarBuen artículo, yo creo que el hecho de decidir no tener hijos, no nos hace menos que a las demás, somos tan mujeres como ellas.
ResponderEliminarMuy buena nota!comparto ese pensamiento,esa postura,esa decisión.
ResponderEliminarGracias, cada vez se ven más artículos sobre este tema, pero sigue siendo complicado conseguir información sobre la decisión de no tener hijos
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