Foto de Hartwig HKD con Licencia CreativeCommons
Existen dos emociones a las que
brindamos mucha importancia y sin embargo, resultan inútiles: la culpabilidad y
la preocupación. Ambas nos hacen malgastar nuestro tiempo y energías y nos
impiden actuar de forma adaptativa en el momento presente En esta entrada vamos a hablar de la culpa.
La culpabilidad, en nuestra sociedad,
es una emoción que tiñe muchas relaciones. Está constituida por sentimientos,
pensamientos y evaluaciones sobre “lo que debes ser y hacer”. Resuena en tu
mente como esa voz crítica que te recuerda lo malo que has sido cada vez que no
has cumplido con tu deber. De este modo, la culpabilidad consigue que malgastes
tu presente mientras das vueltas a tu comportamiento en el pasado.
A lo largo de tu vida han sido muchas
las situaciones en las que te has sentido culpable. Cada vez que alguien te ha
señalado lo mala persona que has sido por decir (o no decir), hacer (o dejar de
hacer) o sentir (o dejar de sentir) algo; tú respondes sintiéndote mal y
avergonzado. Este sentimiento se alimenta de los valores, creencias y reglas sociales
que durante toda tu vida te han inculcando y que actualmente forman parte de
ti.
La culpa es un sentimiento muy
extendido, prácticamente todo el mundo se ha sentido culpable alguna vez cuando,
por ejemplo, ha desagradado a su pareja, a la familia o a nuestro jefe, al
discutir con alguien o en otros ámbitos cotidianos como no ir al gimnasio un
día en que teníamos programado entrenamiento, saltarnos la dieta, rechazar el
plan de algún amigo, etc. Del mismo modo, todos generamos culpa en los demás y
en muchas ocasiones sin darnos cuenta.
¿Por
qué nos sentimos culpables?
Cuando te sientes culpable por tu pasado,
dejas de dirigir tus energías a actividades que podrías hacer en el presente y
que son provechosas, pero que muchas veces requieren grandes esfuerzos.Si me
centro en pensar en lo malo que fui ayer, no tengo tiempo para cambiar las
cosas hoy. Además, si te diriges hacia
el pasado, pierdes la oportunidad de cambiarte a ti mismo en el presente, pero
también evitas los riesgos que estas decisiones podrían conllevar. Otras veces,cuando
te sientes culpable, la gente siente
compasión e incluso aprueban este sentimiento, pues vivimos en una sociedad
donde culturalmente se concibe la culpa como una forma de exonerar tu mal
comportamiento, como si sintiéndote culpable demostrases que conoces tu deber.
Sin embargo, no te permite cambiar las cosas a mejor y comenzar a respetarte a
ti mismo por tus propios valores.
Estrategias
para eliminar la culpabilidad.
Quizá llegados a este punto te preguntas
que puedes hacer con tu culpa. Algunas estrategias para sentirte “libre de
culpa” son:
- Comienza a sustituir la palabra culpa por responsabilidad y asume las consecuencias de tus actos. Todos somos responsables de algo, y algunas veces nuestro comportamiento tiene consecuencias no deseadas. Centrándote en la responsabilidad, podrás poner en marcha los recursos que posees y promover una acción que permita arreglar las cosas y aprender.
- Empieza por aceptar en ti mismo aquellas cosas de tu elección que pueden disgustar a ciertas personas. Es importante que te apruebes a ti mismo; es cierto que la aprobación de los otros es agradable, pero no es necesaria. Cuando alguien adquiera una posición contraria a la tuya acéptalo como algo natural. Al fin y al cabo todos tenemos distintos puntos de vista, y el tuyo es igual de legítimo que el de los demás.
- Escribe un diario de culpas. Apunta las situaciones en las que te sientes culpable, por qué, cuándo, con quién sucede y qué estás perdiendo en el momento presente al angustiarte por el pasado. Esta estrategia te permitirá conocer tu zona particular de culpa y te facilitará la siguiente tarea.
- Reevalúa tus valores. Cuando no vives en consonancia con los valores del bien y el mal que tu contexto te enseña se despierta en ti el sentimiento de culpa. Sin embargo, no tienes porque aceptar todos estos valores sin más. Haz una lista de todos los valores y deberes que se han reflejado en tu diario. Evalúa con cuales estás de acuerdo y cuales deseas cambiar, elige tú mismo tus propios deberes y no los que te inculca la sociedad.
- Evalúa las verdaderas consecuencias de tu comportamiento. Aléjate de los sentimientos paralizantes y evalúa objetivamente si los resultados de tus actos son agradables y productivos para ti.
- Enfréntate a la culpa. Selecciona un comportamiento que te haga sentir culpable y hazlo, de este modo comprobaras por ti mismo la inutilidad de la culpa.
La culpa no va a cambiar el pasado ni
te hará mejor persona. Si realizas cambios en cómo interpretas y valoras tus
errores, y comienzas a actuar en consecuencia dejarás de sentirte culpable y
comenzarás a aprender de las experiencias vitales.
Naiara
Matesanz– Terapeuta del CPA
Referencias bibliográficas
Dyer, W. (2010). Las emociones inútiles: culpabilidad y
preocupación. En
Dyer, W. (Eds.) Tus zonas erróneas (pp.
40-47). DEBOLSILLO.
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