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lunes, 14 de enero de 2019

Comer emocional: cuando nos alimentamos desde las emociones

En los últimos años se han llevado a cabo diversas investigaciones que estudian la relación entre los estados emocionales desagradables de experimentar y la conducta alimentaria; concretamente, se ha propuesto una asociación entre las emociones de valencia negativa y una mayor ingesta de alimentos. Algunos autores han denominado este fenómeno “comer emocional” (Adriaanse, De Ridder y Evers, 2011; Goossens, Braet, Van Vlierberghe y Mels, 2009; Ouwens, Van Strien y Van Leeuwe, 2009; Tomori y RusMakovec, 2000). ¿A qué se refiere el comer emocional? Tomemos un ejemplo recogido en la película de Inside Out (Pixar) que muestra este concepto.


                                                    Imagen con licencia Creative Commons  

El padre de Riley (protagonista de la película) está jugando con ella y su esposa cuando suena su teléfono móvil. Es una llamada del trabajo, la cual hace que tenga que marcharse (algo que no tenían planificado). El padre se dirige su pareja (madre de Riley) explicándole: “El inversor tenía que venir el jueves, no hoy. Tengo que irme”, y a Riley: “Adiós, cielo”. La respuesta de la madre de Riley es: “No pasa nada cariño, lo entendemos”. Pero los pensamientos de Riley son: “Papá nos ha dejado”; “Ya no nos quiere como antes. ¡Qué triste!” (emociones: decepción, tristeza, soledad, entre otras de valencia negativa). La forma de gestionar estas emociones desagradables que experimenta Riley es: “He visto una pizzería aquí cerca: ¿Vamos a ver qué tal?” dirigiéndose a su madre. ¿Qué ha podido ocurrir? Ante las emociones de tristeza y soledad, Riley no cuenta con estrategias más adaptativas o efectivas para gestionarlas (como podría ser etiquetarlas, hablar de ellas, etc.) y tiende a aliviar el malestar que estas le generan recurriendo a la comida, en este caso a comer pizza. 

Diversos autores (Faith, Fontaine, Baskin y Allison, 2007; Goossens et al., 2009) consideran el comer emocional como un estilo de afrontamiento aprendido que regula y reduce el efecto nocivo de las emociones. Algunas investigaciones han demostrado el papel modulador que ese comer emocional tiene sobre el afecto depresivo y los síntomas ansiosos, por lo que se ha propuesto que el comer emocional es una estrategia de afrontamiento de evitación que provoca la supresión emocional y el distanciamiento de la situación amenazante (Konttinen, Mannistó, Sarlio-Lahteenkorva, Silventoinen y Haukkala, 2010). Esto se traduce en “ir a por una pizza” como evitación de la tristeza y otras emociones que Riley siente cuando su padre tiene que trabajar por sorpresa (una forma de regulación desadaptativa), en lugar de conversar madre e hija y hablar ambas de cómo se sienten, es decir, atender al contenido emocional (mensaje que tiene que darle la emoción), a qué lo ha suscitado (pensamientos irracionales: “papá ya no nos quiere”) y considerarlos válidos o no.

De esta forma, parece ser que el comer emocional amortigua la carga emocional a corto plazo. Sin embargo, evita el desarrollo de estrategias que resuelvan verdaderamente los problemas (Gross y John, 2003) y provoca la ganancia de peso a medio-largo plazo (lo cual lo convierte en una estrategia inadecuada).

¿Identificas en ti mismo el comer emocional como forma de regulación? Si es así, te ofrecemos estos tips para llevar a la práctica.

1. Identifica cuándo comes fisiológicamente y cuando emocionalmente. El comer emocional es repentino y urgente. Está relacionado con comidas específicas (ej., ultraprocesadas). No suele aparecer saciedad tras la ingesta, pues no existe un apetito real que la provoque y suele generar culpa, vergüenza y/o insatisfacción. 

2. Identifica los pensamientos y emociones concretos que te llevan al comer emocional. Los pensamientos de tipo anticipatorios, absolutistas y/o catastróficos (ej., “va a salir fatal y no volverá a llamarme”) suelen provocar emociones desagradables.

3. Una vez reconozcas pensamientos desadaptativos como los nombrados anteriormente e identifiques las emociones desagradables que experimentas, analízalos con el fin de ver si son objetivos y te ayudan a alcanzar el bienestar. Preguntas como: ¿Qué pruebas tengo a favor y en contra de este pensamiento?; ¿Qué me diría una persona de confianza?; ¿Realmente sería tan grave si pasase?; ¿Qué podría hacer yo al respecto?: ¿Me es útil pensar de esta forma?, podrían ayudarte en esta tarea.

Recuerda que los mensajes: “Eres un inútil”, “Estás solo”, etc. no son mensajes emocionales, pues no son constructivos. Por ejemplo, el sentimiento de soledad no surge para avisarte que estarás solo/a toda tu vida, sino para activarte en la dirección de encontrar nuevas (o recuperar antiguas) relaciones con personas con las que compartes cosas y te generan satisfacción. Considera válidos sólo aquellos mensajes emocionales que sean constructivos. Llevar a cabo esta tarea, te ayudará además a saber si la urgencia por llevarte algo a la boca estaba provocada por la respuesta fisiológica de hambre.

4. Escribe en una hoja varias actividades (diferentes al comer emocional) que puedas hacer para regularte conductualmente cuando sientas emociones desagradables (una vez hayas realizado el paso anterior). Nadie mejor que tú conoce qué le gusta hacer; tal vez sea escuchar música, dar un paseo, salir a correr, salir con amigo/s, disfrutar de la lectura, etc.

Cuéntanos en los comentarios si conocías este concepto y, por supuesto, si pones en práctica estos tips. Nos encantaría leerte.

Rocío Florido – Terapeuta del CPA

Referencias bibliográficas:
Adriaanse, M. A., de Ridder, D. T. & Evers, C. (2011). Emotional eating: Eating when emotional or emotional about eating? Psychology and Health26(1), 23-39.
Goossens, L., Braet, C. & Decaluwé, V. (2009). Loss of control over eating in obese youngsters. Behaviour Research and Therapy, 45(1), 1-9.
Gross, J.J. & John, O.P. (2003). Individual differences in two emotion regulation processes: Implications for affect, relationships, and well-being. Journal of Personality and Social Psychology, 85(2), 348-362.
Konttinen, H., Mânnistõ, S., Sarlio-Lâhteenkorva, S., Silventoinen, K. & Haukkala, A. (2010). Emotional eating, depressive symptoms and self-reported food consumption. A population-based study. Appetite, 54(3), 473-479.
Ouwens, M.A., Van Strien, T. & Van Leeuwe, J.F. (2009). Possible pathways between depression, emotional and external eating. A structural equation model. Appetite, 55(2), 245-248.

Tomori, M. & Rus-Makovec, M. (2000). Eating behavior, depression, and self-esteem in high school students. Journal of Adolescent Health, 26(5), 361-367.


 

 

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