Las emociones
se generan en el sistema límbico, un sistema formado por varias estructuras
cerebrales que regulan las respuestas fisiológicas frente a determinados
estímulos. Funcionan como si se tratasen de un barómetro que nos informa sobre
si nos hallamos cómodos y seguros o si, por el contrario, precisamos de algún
tipo de ayuda. Las emociones, incluso las desagradables, nos aportan información
valiosa. Prestar atención a las emociones nos da la posibilidad de decidir
cambiar nuestra conducta; pero sólo podremos llegar a los mensajes que nos
mandan las emociones si aprendemos a escucharlas. Esta tarea, aparentemente
sencilla, se vuelve realmente complicada la mayoría de veces. Aún más cuando
hablamos del caso de los más jóvenes de la casa, los niños.
Esta semana os ofrecemos una serie de tips con los que favorecer y potenciar
la comunicación emocional con los más pequeños, sobre todo cuando tienen
que lidiar con emociones difíciles.
Los niños
cuentan con un vocabulario emocional limitado, pero en continuo desarrollo. Es
importante que los adultos utilicen palabras que describan las emociones al hablar
con ellos. Con un lenguaje simple y preciso que describa las emociones, se
enseña al niño a identificar lo que siente y le permite, con el tiempo y la
práctica, emplear palabras en lugar de comportamientos para expresarlas. Por
otro lado, el adulto es el modelo del cual el niño aprende a través de la
observación a gestionar sus emociones, entre otras cosas, por lo que su
actuación delante del mismo será relevante en su desarrollo.
En algunas
ocasiones, los niños suelen elegir maneras inapropiadas de expresar sus
emociones, no porque sean malos o pretendan “dar la lata”, sino porque no saben
qué hacer con las emociones que les invaden. Por esto, te ofrecemos las
siguientes pautas de actuación que te facilitarán la gestión emocional con los
niños.
¿Cómo ayudar al niño/a a reconocer y gestionar el
enfado?
1. 1. Invítalo/a a dibujar una representación de lo que siente con la
emoción. De esta forma, le ayudas a tomar
consciencia de ella y aceptarla. Tal vez ayude darle color, proporcionarle un
sonido, etc. ¡Todo lo que deje la imaginación!
Fotografía Ddimitrova con licencia Creative Commons
2. Pídele que hable en lugar de actuar
cuando note una emoción. Como muchos niños no son conscientes de experimentar
emociones y puede que les falte vocabulario para describirlas con precisión, se
les puede formular preguntas para que conteste sí o no, de forma sencilla.
-
Niño/a: Odio a mi hermano
-
Adulto: Se nota que ahora
estás enfadado y dolido por lo que ha pasado. No puedo permitir que le des una
patada a tu hermano, pero quizás podamos hallar la manera de expresar tus
sentimientos de manera que no se haga daño a nadie. ¿Te apetece hacer un
dibujo? Tal vez puedas dibujar toda la rabia que estás sintiendo, ¿qué te
parece?
-
Niño/a: Vale, si la dibujas
conmigo… (ambos comienzan a dibujarla atendiendo a la forma, el color, el
nombre, etc.)
-
Adulto: Cuando te sientes
herido por situaciones como la que ha ocurrido parece que quieres devolver el
daño, ¿te cuesta guardar el enfado dentro?
-
Niño/a: Sí…
-
Adulto: A veces, las cosas no
salen como queremos y sentimos frustración. No es fácil manejarla, pero tal vez
te ayudaría dibujarla la próxima vez que te sientas así… ¡Oye, qué dibujo más
chulo! ¿Estás más tranquilo ahora?
Cuando se
reconocen y etiquetan correctamente las emociones, el niño se siente
comprendido y aliviado.
También puedes
crear una tabla con emoticonos que representen emociones básicas como la
alegría, la tristeza, etc. y utilizarla preguntando: ¿Alguna de estas caras
refleja cómo te sientes?
3. Ayúdale a identificar qué sensaciones corporales
siente cuando se enfada. Como el enfado desencadena reacciones físicas, la
mayoría de personas nota la rabia físicamente. Reconocer las sensaciones
anteriores al enfado como calor en la cara, fuerza en los puños o nudo en el
estómago, os permite poder trabajar juntos para reconocer el enfado y
proporcionarle así una forma de regularse antes de que estalle.
4. Enséñale una manera aceptable de gestionar
el enfado. Por ejemplo, realizando alguna actividad como es saltar o
correr. Esto puede ayudar a dar salida a la emoción y recuperar la calma.
Siguiendo esta línea, puedes ayudar al niño a confeccionar una rueda de
opciones para el enfado (esta y otras emociones difíciles de gestionar que
suela experimentar). De esta forma, podrá elegir una acción de la rueda cuando
desee expresar esa emoción de manera no destructiva.
5. Deja que sea él/ella mismo/a quien digiera
la emoción. No intentes cambiar aquello que siente. Recuerda: las emociones
son universales, todos sentimos todas las emociones y tienen un mensaje
relevante que debemos atender.
Puedes
aprovechar los momentos de calma y tranquilidad para pensar de forma conjunta
en soluciones a sus problemas. De esta forma, también le ayudarás a desarrollar
habilidades de solución de problemas.
Poner en
práctica estos tips puede favorecer el
desarrollo emocional y social de los más jóvenes. Contar con habilidades para la
regulación emocional fomenta el diálogo y evita la aparición de conductas
disruptivas por parte de los menores.
¡Pon estos tips a prueba! Esperamos, como de costumbre,
tu comentario aquí abajo.
Rocío Florido, Terapeuta del CPA.
Bibliografía
utilizada:
Nelsen, J. y
Erwin, C. (2014). Disciplina Positiva
para preescolares: Educar niños responsables, respetuosos y capaces. Medici.
Me ha encantado la entrada. Qué importante es el manejo de las emociones y la comunicación con los niños! Les dejo dos enlaces a artículos relacionados. Saludos!
ResponderEliminarhttps://intensa-mente.es/beneficios-de-la-escucha-activa-a-los-ninos/
https://intensa-mente.es/importancia-del-libro-el-monstruo-de-colores/