Fotografía de: Naiara Matesanz
Las emociones son herramientas útiles para la supervivencia
y por lo tanto están conectadas a nuestras necesidades fundamentales. Todas las
emociones que sentimos nos informan acerca de algo, aunque no sepamos interpretar
correctamente las señales que nos ofrecen. La pereza es un estado que nos
genera emociones negativas y el ser humano debe enfrentarse a ella muchas veces
a lo largo de la vida. Esa pereza puede ser vivida como una sensación de
cansancio, de desgana y cuando se instaura nos acompaña en nuestras actividades
cotidianas.
Lo primero que debemos hacer al mirarnos en el espejo de
nuestras emociones es entender que hay detrás de éstas, el “para qué” y “por
qué” estoy sintiendo esto. De este modo, la pereza no es una excepción y
primero debemos comprender por qué hemos perdido la motivación que nos empujaba
hacia nuestros objetivos.
-
- Factores más
frecuentes que determinan la pereza
Falta de autoeficacia, hace referencia a cuando
dejamos de vernos como personas capaces y eficaces a la hora de abordar las
tareas que nos incumben, comenzamos a valorarnos negativamente en la ejecución
de las responsabilidades cotidianas, y dejamos de sentirnos útiles y dificultando
la motivación que necesitamos para empezar las tareas.
Miedo al fracaso, la angustia cuando no alcanzamos
las expectativas al enfrentamos a las tareas rutinarias y el miedo a fracasar
en nuestros objetivos provoca que la ansiedad se convierta en nuestra compañera
de viaje.
Falta de apoyo emocional, si nuestro entorno deja de
apoyarnos en nuestras labores, es probable que dejemos de sentir calidez y
comprensión; y si por el contrario, estas son estas son sustituidas por
desinterés o críticas, puede surgir esta desmotivación y pereza hacia las
responsabilidades diarias.
Pérdida de valores, cuando los propósitos vitales que
nos impulsan se diluyen en la rutina y el funcionamiento automático del día a
día llega un momento en que las metas hacia las que uno se dirigía se han
perdido y la ilusión que antes nos empujaba hacia la acción ya no está presente.
-
- Algunos pautas
para vencer la pereza.
Antes de comenzar con algunos consejos para enfrentarnos a
la pereza debemos tener clara la idea de que queremos superarla. No debemos
pretender realizar las tareas de forma perfecta, siendo lo más productivos y
eficaces que podamos. Resulta muy importante mantener presente esta idea,
porque la autoexigencia de hacerlo perfecto impide avanzar hacia los pasos que
sugerimos a continuación. Nuestro objetivo es movilizarnos.
1.
Haz una
lista de las tareas pendientes. Cuando estamos desmotivados se nos acumula
trabajo. Al enfrentarnos al montón de tareas pendientes sentimos malestar, que se va incrementando conforme
pasa el tiempo y tenemos más trabajo. Una buena forma de empezar a afrontar la
pereza es sentarte y escribir una lista de tareas pendientes.
Una vez tenemos la lista delante clasifica las tareas en función de la
urgencia y ordénalas con este criterio. Deja para otro día las tareas menos
urgentes. Del resto de la lista selecciona la tarea que te resulte más sencilla
y requiera menos tiempo para da el primer paso. Es importante que taches de la
lista las tareas que vayas acabando y paso a paso irás avanzando.
2.
Establecer
objetivos concretos. Escribe la tarea que debes realizar y divídela en tres
o cuatro pasos más sencillos que haya que realizar para completarla. Si estos
tres pasos siguen pareciendo inabarcables coge el primero y divídelo hasta que obtengas
un paso sencillo que puedas realizar sin sentirte abrumado.
3.
Escribe
los beneficios de la tarea finalizada. Muchas veces cuando nos enfrentamos
con pereza a una tarea nos resulta muy difícil sobreponernos a ese malestar y tener
presentes en la mente lo positivo de acabar la tarea. De modo que puede
resultar muy útil escribir lo que conseguirás una vez finalices las cosas
pendientes.
4.
Realiza
pequeños cambios en tu vida que te motiven. Introduce pequeñas actividades
nuevas que te despierten interés, o retoma alguna de esas actividades que hace
años que no practicas y te gustaban tanto. Puede resultarte útil realizar estas
actividades al final del día, como forma de premiarse.
5.
Elimina
distracciones. Las distracciones nos dan una excusa para aplazar las tareas
y a la larga hacen que cada vez parezcan más aburridas. Es importante que identifiquemos aquello que nos distrae.
Evalúa qué elementos de tu vida funcionan como distractores. Una vez
identificados, cuando comiences una
tarea, asegúrate que esos distractores no están disponibles. Puede resultar
útil utilizar los distractores como premios por completar tareas. De modo que,
cuando finalices una tarea que te resulta pesada puedes dedicar 10 minutos a
realizar estas actividades distractoras, como mirar las redes sociales o ver
algún video breve en Youtube.
Como conclusión, muchas veces las personas funcionamos como
baterías de coche. Si nos descargamos necesitamos una ayuda y comenzar a rodar
para recargar fuerzas y seguir hacia delante. Esperamos que estas pautas sean
de utilidad.
Naiara Matesanz Díaz, Terapeuta del CPA
Bibliografía recomendada:
Ménard, J.D. (2004) Cómo organizar el tiempo en la vida personal
y profesional. Barcelona: Larousse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario