Son múltiples
los cambios en los que los menores pueden verse involucrados a lo largo de su
vida: el cambio de la cuna a la cama, la retirada de los pañales, el nacimiento
de un hermano/a, el cambio de infantil a primaria, una mudanza, etc. Un cambio
de casa o ciudad frecuentemente ocasiona confusión, preocupación y un elevado
nivel de estrés en los menores ante la idea de abandonar la casa en la que han
vivido durante años y adaptarse a un nuevo entorno.
Fotografía:
Binyamin Mellish, con licencia Creative
Commons
Son diversas las
estrategias que los padres pueden poner en marcha con el propósito de prevenir o atenuar las reacciones
emocionales que una mudanza suscita en los menores. Algunas de ellas son
las siguientes:
ANTES
DE LA MUDANZA
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v
Procurar
que la mudanza no coincida con otros
cambios en su vida.
v Explicarle el porqué
de la
mudanza (por ejemplo, para estar más próximos al colegio, para tener más espacio,
etc.) y, en el
caso de que haga preguntas, responder a cada una de ellas con la máxima
sinceridad posible. Si la actual falta de espacio es uno de los principales
motivos, evitar expresiones del tipo “Hemos
decidido mudarnos, ya que desde que nació tu hermano/a, la casa se nos ha
quedado pequeña”, con el propósito de que no asocie el cambio de
residencia con su nacimiento.
v Permitir
que el menor exprese sus emociones al respecto, escuchar su punto de vista y
sus preocupaciones y mostrarse empáticos con él; siempre procurando mostrar una actitud positiva en
relación a la mudanza, evitando exteriorizar al menor el estrés o la preocupación
que también suscitan este tipo de cambios en los adultos.
v Con respecto a las
preocupaciones, resulta conveniente abordarlas y, en el caso de que en el
momento en el que se le comunica la noticia de la mudanza el menor no haya
exteriorizado ninguna preocupación al respecto, es preferible adelantarse a
ellas. Por ejemplo, decirle que procuraremos mantener el contacto con las
amistades de su actual vecindario (realizando llamadas telefónicas, visitando
el vecindario con asiduidad, invitando a sus amigos a su nueva casa, etc.).
v Explicarle las consecuencias
positivas que tendrá el mudarse a la nueva casa. Por ejemplo, que
conocerá a nuevas personas y hará nuevos amigos, que tendrá una nueva
habitación (incluso más grande que la anterior) y un espacio de juegos, que
tendrá zonas verdes en las que jugar, que estará más cerca del colegio, etc.;
centrándonos únicamente en los beneficios que traerá la mudanza, siempre y
cuando éstos sean ciertos, evitando así crearle falsas expectativas.
v Familiarizarle
con la nueva casa y sus alrededores;
por ejemplo, enseñándole fotografías, mapas, etc.
v Si es posible, es recomendable llevarle a visitar el barrio y la nueva casa antes de la mudanza.
Al enseñársela, hablaremos de cuál va a ser su habitación y la del resto de
miembros de la familia, para qué sirve cada cosa, etc. Además, resulta
conveniente aprovechar la visita para visitar parques, comercios cercanos,
etc.
v Hacerle partícipe de los preparativos para la mudanza. Por ejemplo, dejarle opinar sobre
la decoración de la nueva casa y tomar decisiones sobre su nueva habitación
(el color de la pared, la decoración, la disposición del espacio, etc.),
ayudar en el montaje de los muebles, etc.
v Es importante trasladar
a la nueva casa sus posesiones y objetos preferidos; es decir, evitar
aprovechar el cambio de residencia para deshacerse de objetos que pueden ser
importantes. Es aconsejable que sea el menor quien guarde sus pertenencias en
cajas y las etiquete y, antes de prescindir de cualquier objeto, preguntarle
si desea llevárselo a la nueva casa o no.
v Marcar los días que faltan hasta la fecha de la mudanza en
calendarios o cualquier otro tipo
de estrategia visual.
v El mejor momento para una mudanza es durante el período vacacional (durante las
vacaciones de Navidad, Semana Santa o verano) o durante un largo festivo. En el caso de que el
menor se muestre colaborativo, resultará conveniente incluirle en los
preparativos de la mudanza. Por otro lado, si aún no se muestra interesado
por el cambio de residencia, es importante no obligarle a colaborar y
permitirle quedarse durante los días en los que se llevará a cabo la mudanza
en la casa de algún familiar o amigo de confianza.
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DESPUÉS
DE LA MUDANZA
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v Una
vez que el traslado a la nueva casa se ha efectuado, procurar mantener sus rutinas y horarios habituales.
v Contribuir
a que el menor haga nuevas amistades, inscribiéndole en actividades extraescolares en el nuevo barrio; a la vez que
mantiene el contacto con las amistades de su antiguo vecindario.
v De
manera regular, preguntar al menor
cómo se siente y las posibles
dificultades que puedan haber surgido tras la mudanza.
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Por
último, y como de costumbre, nos gustaría saber vuestra opinión al respecto:
¿En alguna ocasión habéis puesto en práctica alguna de estas estrategias ante
una futura mudanza con menores? ¿Y otras no contempladas anteriormente? ¿Han
resultado eficaces? ¡Os esperamos en los comentarios!
Irene Álvarez Ossorio - Terapeuta
del CPA
Referencias bibliográficas:
-
Álvarez, R. (2015). Mudarse de casa. Guía para padres de niños con Autismo y Síndrome de Asperger.
Sevilla: Federación Autismo Andalucía.
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