- Cari, ¿a dónde nos vamos por nuestro aniversario?
- Dónde tú quieras, mi cielo. Seguro que queremos ir al
mismo sitio.
- Ay, qué tonto. Venga, a la de tres lo decimos a la vez
¿Vale? Una, dos y ¡tres! ¡NUEVA YO…!
-¡ALBACETE!
(Silencio. Miradas. Música de suspense)
¿Sueles discutir con tu pareja? ¿Cuándo discutes con tu
pareja te sientes alterado/a y no sabes muy bien qué decir o cómo decirlo?
¿Crees que las discusiones no sirven para nada más que para acabar ambas partes
sintiéndoos mal? En esta entrada veremos algunos trucos para pasar de
sobrevivir a las discusiones a utilizarlas en nuestro propio beneficio ¿Cómo?
Negociando.
¿Qué es (y qué no es) un conflicto?
Todas las discusiones empiezan
por un conflicto. Definimos conflicto como aquella situación en la que dos (o
más) partes piensan o quieren cosas distintas y, aparentemente, son
incompatibles entre sí.
Por tanto, un conflicto no es necesariamente un enfado o una
situación desagradable, sino una situación que no es 100% afín a los intereses
de ninguna de las partes. Tener esta idea en mente puede ser enormemente útil
porque empezaremos a perderle miedo a las discusiones a base de normalizarlas.
¿Qué es la negociación y para qué sirve?
Partiendo de una situación de conflicto, la
negociación es el proceso mediante el cual ambas partes se comunican, exploran
distintas posibilidades y llegan a un acuerdo. El objetivo de una negociación
es que ambas partes GANEN algo, asumiendo que también van a PERDER algo. Dicho
de otra manera “Todo el mundo gana y
todo el mundo pierde”.
Si una de las partes no gana nada
no estamos ante una negociación sino ante una
imposición ya que una de las partes gana todo y la otra lo pierde todo.
Generalmente, las imposiciones nos hacen sentir mal, impotentes o frustrados/as,
como cuando tus padres sentenciaban una hora para llegar a casa o cuando te
llega una carta diciendo que te toca estar de mesa electoral. Por tanto, elegir
la negociación frente a la imposición, aunque sea un proceso más complicado,
suele merecer la pena, ya que existe la opción de ganar algo y se reduce la
probabilidad de que una de las partes se sienta mucho peor.
Fase 1: Obtener información
Uno de los errores más frecuentes
es, en un intento de que la negociación acabe cuanto antes, no explorar
adecuadamente lo que quieren cada una de las partes. En esta fase lo que
haremos será:
· Definir
el conflicto: Dejar explícito qué quiere cada una de las partes y por qué
es incompatible. Ej.: Yo quiero comer en un italiano y tú quieres comer en un
chino, y es incompatible porque queremos comer juntos.
·
Definir
los costes y los beneficios que tendría para cada una de las partes cada
una de las opciones planteadas. Ej.: A mí el italiano me gusta más y hace más
tiempo que no voy. Sin embargo es más caro que el chino.
Los beneficios de esta fase en el
ámbito de la pareja van más allá de la mera obtención de información. Esta fase
sirve para generar empatía entre ambas partes y así reducir el potencial enfado
que solemos asociar a la negociación. De este modo, se reduce la probabilidad
de demonizar a alguna de las partes por pensar que nos está diciendo algo para
perjudicarnos de alguna manera, ya que sabremos
exactamente qué está pensando y por qué. Por tanto, invertir tiempo de
negociación en esta fase, aunque no parezca intuitivo, será siempre un acierto.
Fase 2: Exploración de alternativas
Esta será probablemente la fase
más larga y compleja. Estas características no solo nos perjudican, sino que
también nos benefician. Contras: podemos cansarnos o enfadarnos con facilidad.
Pros: cuantas más opciones se exploren, mayor es la probabilidad de encontrar
una resolución satisfactoria. Constará de:
·
Cuestionamiento
de la incompatibilidad: Merece la pena plantearse si realmente los
objetivos son incompatibles y pensar en si hay opciones que los hagan
compatibles. Ej.: si yo quiero italiano porque me apetece pasta y tu chino por
los sabores orientales, quizá podamos ir a un bar de fideos que satisface ambas
demandas.
· Plantear
concesiones y PEDIR a cambio: todos ganan, todos pierden. Conviene que
exploremos en qué estamos dispuestos/as a ceder y qué queremos a cambio.
Recordemos que tenemos derecho a hacer cualquier petición y la persona tiene el
mismo derecho para rechazarla. Ej.: Podría aceptar la opción del chino pero a
cambio vamos al italiano la semana que viene.
·
Identificar
límites: Partiendo de la base de que en una negociación nuestros límites no
pueden ser “o se hace como yo quiero o no se hace” (ya que sería imposición) es
necesario reflexionar y comunicar cuales son nuestros límites para 1) disminuir
la probabilidad de que se sobrepasen y 2) no perder tiempo durante la
negociación. Ej.: Aceptaría chino pero en ningún caso el restaurante “El
dragón milenario” porque la última vez que fui me sentó mal.
·
Atender a
cómo nos sentimos y cómo se siente la otra persona: Para que la comunicación
sea viable, el receptor debe estar en condiciones físicas y emocionales para
escuchar al emisor. De no ser así, lo mejor es comunicarlo para favorecer
empatía por la otra parte y, como último recurso, pedir el aplazamiento de la
negociación. Ej.: Lo siento, ahora mismo me siento muy enfadado/a contigo y me
está costando escucharte. ¿Sería posible que dejáramos la conversación para más
tarde?
Por último:
· Comprobar
que ambas partes se han entendido: Una vez se dé con una solución,
dedicaremos tiempo a comprobar qué se ha entendido por ambas partes y que ambas
partes están de acuerdo en los costes y beneficios que tiene para cada una de
ellas. Si una de las partes no está conforme porque piensa que solo pierde o
que no gana lo suficiente, es momento de decirlo para volver a la fase
anterior. Ej.: De acuerdo, esta semana cedo yo y vamos al chino y la semana que
viene cedes tú y vamos al italiano.
·
Agradecer:
Si además el proceso de negociación ha sido satisfactorio para ambas partes, es
altamente conveniente que ambas partes expresen agradecimiento. De esta manera
facilitaremos que se vuelva a repetir la negociación en lugar de una discusión
hostil.
·
Respetar
lo pactado: nadie debe aceptar nada con una pistola en la cabeza. Por tanto,
una vez accedamos no es conveniente que no respetemos lo pactado o que nos
quejemos por ello. Esto generaría una falta de confianza difícil de manejar en
la siguiente negociación y reduciría la probabilidad de que se volviera a dar.
Espero que la entrada os haya
resultado de utilidad y espero que miréis hacia los conflictos con vuestra
pareja no solo como una crisis, sino también como una oportunidad. Si el tema
os ha gustado, quizá os interese leer también esta otra entrada de blog:
http://psicologia-cpa.blogspot.com.es/2017/02/comunicacion-en-pareja-como-negociar-y.html#comment-form
Y vosotros ¿habéis dado con algún
truco que os sirva para negociar con vuestra pareja? ¡Ponédnoslo en los
comentarios!
Fotografía: Julio Ignacio Olivares con licencia Creative Commons
Eduardo Alonso –Terapeuta
Bibliografía Recomendada:
Marcos, R. (2005). La negociación
y la mediación en conflictos sociales. Madrid: CICODE
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