¡Ya estamos de vuelta! ¿Qué tal has pasado la
Navidad? Puede que seas de los que odian esa época, las reuniones familiares,
largas colas en las tiendas y ver a Papa Noel allá donde mires. O, por lo
contrario, te encanta el periodo navideño, te pones jersey con renos y cantas
villancicos, pero los exámenes de enero no te permiten disfrutarlo como te
gustaría.
Seas del grupo que seas, es una época del año
complicada para muchas personas, y puede que, en algún momento, hayas
experimentado malestar, sensaciones fisiológicas intensas y se te hayan pasado
por la cabeza pensamientos como
“¿qué me está pasando, es normal esa taquicardia o me está dando un infarto?”.
Si te resulta familiar o conoces a alguien a quien le haya pasado, sabrás que podemos
estar ante lo que definimos como un ataque
de pánico.
Un ataque
de pánico se define como un miedo
intenso, malestar elevado y sensación de peligro, acompañados de sensaciones fisiológicas como
taquicardia, mareo, sensación de ahogo, sudoración, etc. Ante el malestar
experimentado, la persona suele realizar conductas como escaparse de la situación, poner fin a la fuente del malestar o distraerse.
Ciertas variables (el contexto, la intensidad del ataque, la interpretación de
éste, etc.) pueden contribuir a que esta experiencia afecte negativamente a la
persona, interfiriendo en su vida de manera significativa. Aparece una
preocupación constante por sufrir un nuevo ataque y miedo ante posibles consecuencias catastróficas de
éste. También pueden generalizarse los contextos que la persona identifica como
desencadenantes de los ataques, por ejemplo, si ha sufrido un ataque de pánico
en el metro, tendrá miedo y puede que evite usar todos los medios de transporte
público con características parecidas (bus, tren, tranvía, etc.).
A continuación, te dejamos un resumen de los
aspectos más importantes de los ataques de pánico:
¿Qué puede pasar?
|
· Experimentar
miedo, malestar, preocupación, sensación de peligro, etc.
· Sentir
sensaciones fisiológicas como: mareo, taquicardia, sudoración, temblores,
sensación de falta de aire o ahogo, nudo en el estómago, tensión muscular, opresión
en el pecho, nauseas, hormigueo, escalofríos...
· Pensar:
“me está dando un infarto, me voy a desmayar, haré el ridículo, me estoy
volviendo loco, qué vergüenza, ya se están fijando en mí…”
|
¿Cuándo y dónde?
|
Es una pregunta imposible de responder, ya
que podemos sufrir un ataque de pánico en cualquier momento y lugar. No
obstante, a menudo la gente relaciona estos ataques con un sitio concreto, un
momento del día o incluso la presencia de alguien, por lo que puede anticipar
la aparición de éste.
|
¿Qué hago normalmente?
|
La primera respuesta, casi automática, que llevamos
a cabo es escaparnos del contexto en el que se está desarrollando el ataque
de pánico, poniéndole así fin al malestar que experimentamos en ese momento.
Si no podemos irnos de la situación, por lo menos intentaremos distraernos y
centrar nuestra atención en otra cosa. En el futuro, evitaremos este tipo de
situaciones.
|
¿Qué error cometo?
|
Escapándonos o evitando la situación, a corto
plazo efectivamente conseguimos disminuir el malestar que experimentamos, por
lo que es normal que nuestra primera reacción sea así. No obstante, a largo
plazo no desarrollamos las estrategias adecuadas para afrontar nuestro
problema. Éste persiste o incluso empeora, ya que acabamos temiendo y
evitando cada vez más contextos, con tal de prevenir cualquier posibilidad de
sufrir un nuevo ataque de pánico. Además, a menudo a lo que realmente tememos
son nuestros pensamientos y anticipaciones que generamos. No llegamos a comprobar
si las consecuencias temidas realmente son ciertas y si son tan horribles
como nos las imaginamos (¿realmente acabaríamos teniendo un infarto o nos
desmayaríamos si no llegásemos a escaparnos?)
|
¿Qué debo hacer?
|
La respuesta es: exponte. Quédate haciendo la tarea que estabas realizando en ese
momento. Lo mejor de la ansiedad es que dura un tiempo limitado por lo que
tal y como ha venido, se irá. Primero subirá, hasta alcanzar un pico que
puede durar un tiempo, pero antes o después bajará. Sin la necesidad de
escaparte o distraerte. Y podrás comprobarlo sólo si te quedas y te atreves a
exponerte a todas esas sensaciones indeseadas que queremos evitar a toda
costa. Así comprobarás de primera mano que todo lo que tanto temes
(desmayarte, hacer el ridículo, morir) en realidad no pasa. Además, es muy
importante lo que piensas en ese momento: céntrate en lo que realmente
sientes (“tengo taquicardia”) y no permitas que los pensamientos
catastrofistas se apoderen de ti (“me está dando un infarto”). Puede resultar
beneficioso mandarnos mensajes como “esto, tal y como ha empezado, acabará”,
“estoy sintiendo taquicardia pero esto no implica nada más allá que mi
corazón late más deprisa”, “puedo con esto porque ya lo he superado antes”,
“es desagradable pero cada vez me pasa menos y lo controlo mejor”, etc.
Nota: empezar
a exponerte a las sensaciones fisiológicas que temes puede resultar
complicado y debe hacerse en condiciones adecuadas. Buscar ayuda profesional y
acudir a terapia para aprender a manejar los ataques de pánico,
acompañado de un experto, es la opción más recomendada.
|
Así que, si alguna vez experimentas las
sensaciones descritas en esta entrada, ya sabes, ¡tranquilo/a!, es un ataque de
pánico y tal como viene, se va. Con la diferencia de que ahora ya sabes cómo
actuar para hacerle frente.
Si te apetece saber más sobre el tema, puedes
consultar el Protocolo de intervención
clínica para los problemas de pánico y agorafobia (http://www.uam.es/centros/psicologia/paginas/cpa/paginas/doc/documentacion/rincon/protocolo_panico_agorafobia.pdf)
o el videoblog ¿Qué es la ansiedad? (https://www.youtube.com/watch?v=I26zZsIzsyM&t=)
realizado por el equipo del CPA. Como siempre, si la problemática tratada en
esta entrada te causa malestar y afecta negativamente a tu vida, no dudes en
contactar con nosotros, ya que, en el CPA, contamos con profesionales
cualificados que podrán ayudarte.
¡Esperamos que te haya resultado útil!
Kaja Chmielowiec – Terapeuta del CPA.
Bibliografía recomendada:
Calero, A. y Bados, A. (2010). Protocolo de intervención clínica para los problemas de pánico y
agorafobia. Madrid:
UAM.
No hay comentarios:
Publicar un comentario