Comúnmente hablamos de que
estamos obsesionados cuando tenemos un pensamiento que no nos podemos quitar de
la cabeza. Sin embargo, muchas veces usamos la palabra obsesión cuando en
realidad queremos decir preocupación, ya que la utilizamos refiriéndonos a un
problema que nos genera malestar y al que dedicamos tiempo pensando posibles
soluciones.
En psicología clínica, al hablar
de obsesión
nos referimos a pensamientos, imágenes o
impulsos recurrentes y persistentes, que son experimentados como inapropiados
por quien los tiene, y que generan mucha ansiedad y malestar (American
Psychiatric Association, 2013).
Todo el mundo tiene pensamientos intrusos, ya que en cada
situación, muchos pensamientos pasan por nuestra cabeza. Pero se convierten en un problema dependiendo de cómo reaccionemos ante
ellos, más concretamente, dependiendo
de si los evaluamos de un modo muy negativo. Como su contenido suele estar
relacionado con temas importantes para la persona y ante los que es
especialmente sensible, es probable que la primera vez que los tiene los evalúe
de forma negativa y experimente angustia, culpa o vergüenza por tenerlos.
Por ejemplo, a una madre en un
momento en el que su bebé no para de llorar, se le puede pasar por la cabeza el
pensamiento de abandonarlo en la calle. Al igual que a una persona muy
religiosa en un momento determinado se le puede venir a la cabeza una imagen
blasfema. Si estas personas interpretan el hecho de haber tenido estos
pensamientos como que son personas horribles por pensar esas cosas, sentirán mucha
ansiedad y empezarán a temer la posibilidad de que estos pensamientos e
imágenes se vuelvan a repetir.
Al experimentar tanta ansiedad, normalmente se intentan llevar a cabo
acciones neutralizadoras para reducirla. Estas acciones no tienen por qué ser
comportamientos “visibles”, sino que pueden
ser actos mentales como rezar en silencio, contar, cambiar el pensamiento
malo por uno bueno o decirse frases anuladoras como “soy una buena persona,
nunca haría eso”.
Imagen: Marco Colín, con licencia Creative Commons
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El problema está en que estas
estrategias alivian la ansiedad a corto
plazo. Además, utilizarlas ayuda a
entrar en un ciclo obsesivo-compulsivo, ya que ante la preocupación por
volver a tener estos pensamientos terribles, nuestra mente se pone en alerta. Al intentar evitar estos pensamientos, los
tenemos más presentes y aparecen con mayor facilidad, generándonos más
angustia. Esto hace que cada vez tengamos que usar con mayor frecuencia e
insistencia la estrategia que hemos desarrollado para reducir la ansiedad.
Al final, esta
estrategia es simplemente una solución temporal a nuestro problema, pero el ciclo pensamiento intruso - ansiedad se inicia nuevamente debido a esta actitud hipervigilante en
la que tratamos de no pensar en aquello que tememos y a la interpretación que
hacemos de esos pensamientos cada vez que aparecen.
Por tanto, si te ves atrapado en
este ciclo obsesivo, ten en cuenta los
siguientes puntos que te explicamos a continuación para empezar a afrontar
adecuadamente tu situación:
- Lo que te sucede es debido a la valoración negativa que haces de esos pensamientos intrusivos que tienes. A lo largo del día todas las personas tienen pensamientos intrusivos (positivos, negativos o neutros). La diferencia entre unas personas y otras está en la valoración que hacen de esos pensamientos y la importancia que les dan.
- Es muy improbable que lleves a cabo los horribles actos o impulsos que aparecen en los pensamientos que te perturban.
- Las estrategias de neutralización como rezar o contar empeoran la situación, ya que sólo funcionan de forma temporal para aliviar la ansiedad, pero no suponen un afrontamiento eficaz del problema.
- El primer paso que puedes dar para salir del ciclo obsesivo, es empezar a cambiar la valoración negativa que haces de tus pensamientos y aceptar su presencia. Se trata de empezar a ver los pensamientos que temes como lo que son: simples pensamientos (como muchos otros que tienes a lo largo del día). Ten presente que pensar algo NO es lo mismo que hacer eso que piensas. Además, tus pensamientos intrusivos no dicen nada de la clase de persona que eres.
- Cuando aparezca un pensamiento intrusivo, no trates de suprimirlo, evitarlo o controlarlo. Simplemente déjalo estar, observa cómo igual que viene se va, y no le des una importancia que realmente no tiene juzgándote a ti mismo por haber tenido ese pensamiento.
Por último, si a menudo te vienen
a la cabeza pensamientos e imágenes desagradables que te perturban y te generan
mucho malestar, lo mejor es que busques
ayuda de un profesional para aprender estrategias como las que hemos
comentado con las que salir del ciclo obsesivo. Recuerda que es un problema que
tiene solución y es mucho más eficaz buscar la ayuda adecuada que esperar a que
el problema desaparezca por sí solo.
Imagen: Iñaki Pérez,
con licencia Creative Commons
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Almudena Castelo
González (Terapeuta CPA)
Referencias:
- Gavino, A. (2008). El trastorno obsesivo-compulsivo. Manual práctico de tratamientos psicológicos. Madrid: Pirámide.
- Moreno, P., Martín, J.C., García, J., y Viñas, R. (2008). Dominar las obsesiones. Una guía para pacientes. Bilbao: Desclée de Brouwer.
- Pedrick, C. y Hyman, B. M. (2003). Guía práctica del TOC. Pistas para su liberación. Bilbao: Desclée de Brouwer.
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