Hace una semanas, en una entrada del blog,
hablábamos sobre los problemas sexuales
que pueden experimentar los hombres (ver la entrada aquí). En esta ocasión, queremos
dedicar el siguiente texto a los problemas que pueden sufrir las mujeres.
Quizás hayas sentido en alguna ocasión que el
sexo no es lo tuyo, que no tienes mucho interés en mantener relaciones o que
aunque sí lo tienes, no consigues disfrutarlas completamente. Es posible
también que hayas tenido alguna mala experiencia en este ámbito, y te de miedo
volver a repetirla. Por otra parte, puede que te preocupe el hecho de sentir
dolor durante las relaciones o de no conseguir alcanzar el orgasmo. Quizás tengas dudas sobre si lo que te pasa
es normal, o te plantees que tu cuerpo no funciona de manera natural. Todas
estas situaciones y preguntas se dan a menudo entre las mujeres, y es
importante tener información fiable al respecto, ya que existen muchas
creencias erróneas sobre este aspecto y pueden llevar a empeorar la situación,
con la consecuente frustración, miedo, sensación de aislamiento y de
incomprensión, etc. que estos problemas conllevan.
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En primer lugar, debéis saber que todas las mujeres en algún momento u otro hemos
pasado por situaciones similares: falta de apetito sexual, dificultad para
excitarnos, imposibilidad de llegar al orgasmo, dolor, etc. En muchas ocasiones
se debe al estrés, causas hormonales, problemas en la relación de pareja… Sin
embargo, cuando todo esto funciona correctamente, y en una situación normal,
con una pareja deseada, somos incapaces de manera reiterada de tener relaciones
sexuales satisfactorias, es importante
detenerse a reflexionar sobre lo que está ocurriendo. Es posible que nos
encontremos ante una disfunción sexual que probablemente se solucione con la
terapia psicológica adecuada. Por ello,
en este momento la ayuda de un psicólogo, especialista en pareja y sexualidad, podrá
resultar de gran valor. Hablamos de una disfunción sexual cuando los
problemas se repiten en casi todas o todas las ocasiones (aproximadamente
75%–100%) de la actividad sexual durante al menos 6 meses y no están
causados por otro tipo de problema (como la depresión, consumo de sustancias, o
incluso una alteración grave de la relación con la pareja).
Las disfunciones sexuales femeninas, al igual que las masculinas,
pueden ser muy variadas. Dependiendo a la fase a la que afecta podemos
distinguir entre trastornos del deseo o excitación, del orgasmo y trastornos
por dolor. Los trastornos del deseo
provocan que tu deseo de actividad sexual disminuya o desaparezca, tus pensamientos
eróticos estén prácticamente ausentes y tu cuerpo no reaccione con interés ante
las invitaciones sexuales. Además, si las relaciones llegan a producirse, no
experimentas placer ni sensaciones genitales agradables. En los trastornos del orgasmo aunque hay deseo
y excitación, se produce un retraso marcado del orgasmo y suele ser poco
intenso, o incluso nunca llegar a ocurrir. Es importante cerciorarse de que la
estimulación está siendo la adecuada, ya que por ejemplo, la mayoría de las
mujeres no logran alcanzar orgasmos con estimulación únicamente vaginal pero sí
con otros tipos de estimulación como la clitoriana, y esto no supone ningún
trastorno. Por último, en el trastorno
por dolor, es habitual que sientas dolor antes, durante o después de la
penetración vaginal o incluso miedo a que ésta se produzca. Es importante
recordar que estas situaciones han de repetirse en la mayoría de las relaciones
sexuales durante al menos 6 meses para considerar que se trata de una
disfunción sexual.
Igual que en los problemas
masculinos, en las mujeres la ansiedad
también juega un papel fundamental, pudiendo actuar como un factor de riesgo,
precipitante o de mantenimiento del problema. Veamos un ejemplo que puede
explicar el funcionamiento de la ansiedad. Un día, una mujer tiene una relación
sexual insatisfactoria por algún motivo: falta de deseo hacia la persona con la
que tiene la relación, estar en una época de estrés, estar cansada, etc. Esto
le hace sentirse mal y le surgen dudas sobre por qué no ha sido capaz de
disfrutarlo. Cuando en una ocasión futura, vuelve a presentarse la oportunidad
de tener relaciones, probablemente muestre menor interés, y si finalmente
comienza, esté demasiado pendiente de cómo se está sintiendo, y le asaltarán
pensamientos como los siguientes “no estoy lo suficientemente excitada, no
estoy lubricando, no sé si voy a llegar al orgasmo, debería estar disfrutándolo
más, me va a doler…”. Estos pensamientos tendrán el efecto no deseado de disminuir
o impedir que la excitación y el placer se produzcan, por lo que finalmente se
confirmarán sus expectativas.
Además, la información sobre la sexualidad con la que
cuentan muchas mujeres es insuficiente. Es necesario conocer nuestro propio
cuerpo, saber que a cada mujer le gustan diferentes cosas y cada una alcanza el
orgasmo o de disfruta de forma particular, ya que cada mujer es distinta. En
muchos casos, se tienen expectativas poco razonables respecto al sexo, miedos y
creencias erróneas que pueden producir estos problemas. Por ello, si te has
sentido identificada con alguna de las situaciones de este texto y supone un
problema para ti, no dudes en consultar con un profesional. Éste ajustará tus
expectativas, te dará información fiable
necesaria, y analizará tu situación para buscar una solución adecuada para
ti. Esto ayudará no solo a que puedas disfrutar de tus relaciones sexuales sino
a que puedas sentirte mejor contigo misma y con tu relación de pareja.
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Recuerda que existe
tratamiento psicológico eficaz para todos los problemas que hemos visto,
por lo que si te encuentras en una de estas situaciones, solicita la ayuda de
un profesional. El CPA cuenta con
una Asesoría de orientación sexológica para la comunidad universitaria donde
puedes demandar asesoramiento sexológico de manera gratuita y confidencial.
Esperamos que te sirva de ayuda,
Cristina de la
Fuente. Terapeuta del CPA.
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