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miércoles, 15 de febrero de 2017

Comunicación en pareja: cómo negociar y solucionar conflictos

En una pareja, como en cualquier otra relación entre personas, pueden producirse desacuerdos y diferencias de opinión. Muchas veces estos desacuerdos surgen en situaciones cotidianas que pueden no tener la menor importancia como qué película ver en el cine o si salir o quedarse en casa la noche del viernes. Sin embargo, en numerosas ocasiones la pareja encuentra difícil ponerse de acuerdo sobre aspectos centrales de la relación o la convivencia, lo que puede dar lugar a la repetición de las mismas discusiones una y otra vez. Si a esto le añadimos que uno de los miembros de la pareja termine cediendo en la mayoría de las ocasiones, mientras que el otro siempre intenta imponer su punto de vista esto puede dificultar el ajuste entre ambos y producir un desgaste progresivo en la relación.

Es por esto por lo que una de las habilidades imprescindibles en una relación de pareja son las habilidades de negociación y resolución de problemas y conflictos.

Imagen: tanakawho, con licencia Creative Commons.
Entendemos la solución de problemas como una interacción entre dos personas dirigida a resolver un conflicto concreto entre ellos con el objetivo de llegar a un acuerdo de solución satisfactorio para ambos. Algunas normas generales que debes tener en cuenta son las siguientes (Costa y Serrat, 2010):
  • Discutir únicamente un problema a la vez. Puede ocurrir que hablar de un conflicto de la pareja con el objetivo de solucionarlo os lleve a otros complementarios que compliquen aún más el proceso y terminéis reprochándoos todo lo que el otro hace mal. Si es difícil resolver un problema, lo será más aún si son varios
  • Escuchar con atención. Esfuérzate en dar señales a tu pareja de que la estás escuchando atentamente. Para ello puedes recurrir a repetir lo que ha dicho con otras palabras antes de decir tu opinión. Esto hará que se sienta escuchada y comprendida.
  • Ser lo más neutral posible. El objetivo no es discutir ni humillarse mutuamente sino lograr resolver el problema.
Para solucionar un problema será imprescindible dedicar un tiempo a definirlo claramente antes de proceder a solucionarlo, por lo que podemos diferenciar el proceso en dos fases (Costa y Serrat, 2010).

FASE 1. Definición del problema:
  1. Intentar empezar por algo positivo. Esto facilita que el otro se muestre dispuesto a cooperar y se encuentre más receptivo. Por ejemplo, si tu objetivo es que tu pareja participe más en las tareas del hogar lo aceptará más fácilmente si le dices algo como: “Ya sé que últimamente tienes mucho trabajo y vuelves especialmente cansado, pero me gustaría que hicieras alguna tarea más en casa” que si le dices “No haces nada en casa”.
  2. Ser específico y no hacer interpretaciones. Debes describir el problema de tal forma que pudiera ser observado por una tercera persona tratando de que no contenga interpretaciones. Por ejemplo, el comentario “¡No me gusta que me humilles!”, no describe el comportamiento del otro de forma objetiva sino que es fruto de una interpretación de su conducta.
  3. Expresar tus sentimientos. Explica cómo te hace sentir el problema y el hecho de que la persona haga las cosas de esa forma.
  4. Admitir tu papel en el problema. Aceptar tu parte de responsabilidad en la disputa hará que la otra persona se sienta menos atacada y ayudará a que podáis encontrar una solución conjunta al problema. Por ejemplo: “Reconozco que no estoy haciendo la compra a la vuelta del trabajo, pero es algo que me resulta muy difícil”.
  5. Ser breve. Darle vueltas a lo que está ocurriendo, enumerar los ejemplos y anécdotas del pasado o preguntarse las razones que motivan ese comportamiento no sirve de ayuda para resolver el problema y solo hará que la conversación se alargue y ambos os sintáis peor.
FASE 2. Solución del problema: 
  1. Centrarse en la soluciones. Intentad buscar diversas soluciones sin importar lo absurdas que parezcan, siempre podréis descartarlas si no son de utilidad. Una vez comenzada esta fase no volváis a la fase de definir el problema añadiendo información, centraos en cómo podéis solucionarlo.
  2. El cambio debe incluir compromiso y reciprocidad. Ofrece ayuda al otro en su cambio y ofrécete a hacer cambios de tu propia conducta, no centréis todos los cambios en uno de los miembros de la pareja, la solución debe ser conjunta.
  3. Establecimiento de un acuerdo. Una vez que hayáis planteado varias opciones de solución, dedicad un tiempo a hablar las ventajas e inconvenientes de cada una de ellas, incluyendo las consecuencias para la relación y cada componente de la pareja. El acuerdo de cambio final debe ser muy específico y formulado de forma clara. También es conveniente que se defina cuándo se espera que ocurran esos cambios y con qué frecuencia.
En algunos casos puede resultaros de ayuda utilizar un contrato en el que consten los cambios que tiene que hacer cada uno y cuándo, cómo y dónde deben ponerse en marcha, así como los privilegios que cada uno de los dos desea. De esta forma puede establecerse de forma clara lo que obtendrá cada miembro de la pareja por hacer el cambio que le corresponde. Por ejemplo, si uno le pide al otro que haga la compra una vez a la semana, éste puede pedir un privilegio que sabe que su pareja puede realizar, como ir al cine juntos el fin de semana. Ambos miembros de la pareja deben sentir que han conseguido ciertas ventajas y que han ganado algo de valor. Esto hará que la negociación sea satisfactoria para ambos.

Estas son algunas pautas que pueden ayudarte a solucionar los desacuerdos que puedan surgir con tu pareja. Sin embargo, si lleváis mucho tiempo discutiendo y la relación se deteriora cada vez más, puede ser de ayuda la intervención de una persona que os ayude a llegar a un acuerdo y mejorar vuestra relación. Si es así, no dudes en solicitar la ayuda de un psicólogo.

Artículo redactado por Isabel Jurkowska, terapeuta del CPA.

Referencias:
  • Costa, M., y Serrat, C. (2010). Terapia de parejas: un enfoque conductual. Madrid: Alianza Editorial.

2 comentarios:

  1. debes valorarte y saber defenderte si juegas a que hagan daño, perderas hay que saber identificar aquello que no llegara a nada y solo te hara daño

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