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miércoles, 18 de enero de 2017

Lo perfecto es enemigo de lo bueno

Voltaire es autor de la cita que encabeza esta entrada y con ella quiso hacer referencia a que es mejor hacer una cosa con buena calidad en el menor tiempo posible que hacerla “perfecta” dedicando un tiempo excesivo. Existe una gran diferencia entre la saludable y útil búsqueda de la excelencia y la malsana e inútil búsqueda de la perfección.

Una pregunta que puede rondar tu cabeza en este momento es: pero entonces… ¿Qué es el perfeccionismo? Podemos decir que la definición se compone de tres partes fundamentales:

          1. Establecer objetivos y normas extremadamente elevados y estrictos en una o varias 
              áreas de la vida y permanecer en incesante lucha por conseguir alcanzarlos.
  
          2. Juzgar la propia valía en base a la capacidad para ser persistente y conseguir cumplir 
              esos objetivos y normas.

          3. Ser consciente de las consecuencias negativas de fijarse objetivos y normas tan 
              exigentes, pero insistir en alcanzarlas a pesar del enorme coste que comportan. 
  
Fotografía: José TB, con licencia Creative Commons.

¿Cuándo ser exigente se convierte en poco sano? Características como fijación de metas elevadas en el ámbito académico, deportivo o interpersonal; tesón para alcanzarlas; interés productivo; deseo de crecimiento y superación; y necesidad de orden y organización, que componen la conducta perfeccionista, pueden ser consideradas sanas si se aplican de manera flexible, pero se convierten en una forma de funcionar perjudicial e insana cuando su aplicación implica coste emocional (ansiedad, estrés, depresión…), y produce problemas en nuestro entorno (problemas interpersonales, exigir a los otros lo mismo que exigimos para nosotros…) y a nosotros mismos (problemas de rendimiento, productividad…). 

Plantearse objetivos y tener disciplina para conseguirlos es algo bueno, pero a veces esos objetivos y normas interfieren en el camino de nuestra felicidad si se transforman en extremos y estrictos, afectando al rendimiento y a la salud física y mental. ¿Cómo ocurre esto? Primero: buscar la perfección no consiste sólo en dar lo mejor de uno mismo, sino hacerlo aún mejor que antes para alcanzar cada vez un mayor rendimiento. Esto significa que, incluso haciendo el mejor de los esfuerzos, nunca es suficiente. Esta necesidad de alcanzar la perfección es contraproducente porque no deja posibilidad de alcanzar los objetivos ni de sentirse bien con uno mismo. Segundo: si aprendemos que somos mejores por las cosas que conseguimos, aprendemos a juzgar nuestra propia valía en base a nuestra capacidad de logro. Esto se traduce en la sensación de “ser un fracaso” cuando no se consiguen las metas propuestas. Cometer errores se convierte en algo inaceptable que causa mucho malestar, aunque el resultado haya sido bueno. Tercero: todo lo anterior puede tener consecuencias muy negativas como: aislamiento social; frustración; preocupación constante; no acabar a tiempo, con los problemas que ello conlleva; permanente sensación de fracaso, etc. Podemos concluir que estos tres puntos dan como resultado una combinación poco saludable.

Ahora que sabemos más sobre el perfeccionismo, podemos atender la importancia que tiene el pensamiento en lo que sentimos y hacemos. Pensar de forma excesivamente exigente produce sentimientos de malestar y conduce al agotamiento físico y mental, invirtiendo la energía en conseguir metas imposibles. Esto amenaza la capacidad para afrontar satisfactoriamente los cambios y demandas del entorno. Tener una forma de pensar más flexible permite que nos adaptemos mejor al cambio y a superar los problemas. El perfeccionismo lleva implícito el miedo a cometer errores, y el miedo a cometer errores nos hace poco productivos y nos paraliza. Es por ello importante saber qué es y qué no es un error:

Un error NO ES
Un error ES
      Una señal de que valgas menos como persona.

La ocasión de que te paralices y vivas con tensión.

Algo que debes negar o temer.

La oportunidad para que te etiquetes como mala persona.

Algo en lo que te debas anclar, rumiándolo una y otra vez.
      Parte natural de vivir y desarrollarse.

Parte necesaria del aprendizaje.

Información valiosa de cómo no funcionan las cosas, la cual nos acerca más a cómo sí funcionan éstas.

Una decisión que tomamos, pensando en que era la más correcta.

Una señal que nos permite prever desastres mayores.

Si presentas alguna dificultad como: problemas a la hora de tomar decisiones; perder tiempo excesivo comprobando que lo que has hecho está bien o corrigiendo errores; dejar cosas a medias por miedo a fracasar o a no ser mejor;  retrasar con bastante frecuencia el inicio de una actividad por no ser el “momento adecuado” o por miedo a no ser capaz de hacerla suficientemente bien; corregir a los demás cuando piensas que han hecho algo mal y su error te preocupa excesivamente; sentirte incapaz de delegar por miedo a que no hagan las cosas tan bien como tú; evitar situaciones por temor a fracasar o a no obtener lo que buscas… o conductas de este tipo y sientes que esta situación te supera, no dudes en acudir a un profesional que pueda enseñarte herramientas para manejar estas situaciones y sentirte mejor. En el CPA podemos ayudarte.

Artículo redactado por Amanda López Ibáñez, terapeuta del CPA

Referencias:
  • “Perfectionism in Perspective. Module 1 – What is perfectionism”. En Centre for Clinical Interventions: http://www.cci.health.wa.gov.au/resources/infopax.cfm?Info_ID=52
  • Oros, L.B. (2005). Implicaciones del perfeccionismo infantil sobre el bienestar psicológico: Orientaciones para el diagnóstico y la práctica clínica. Anales de psicología, vol. 21, nº2 (diciembre), 294-303.

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