En este mismo blog hemos hablado
antes de asertividad. Hace unas semanas, publicamos una entrada en la que
hacíamos referencia a la habitual confusión que hay entre practicar la
sinceridad sin cortapisas y comportarse de forma asertiva.
Pues bien, hoy vamos a entrar en
materia. De las diversas formas que hay de poner en práctica la asertividad, la
entrada de hoy se centrará en cómo formular
peticiones de cambio de conducta de forma asertiva. No, no hemos dicho “cómo
hacer críticas constructivas”: partimos de la base de que, por lo general, las críticas no gustan y las personas
suelen responder ante ellas como si se tratara de ataques. Para mucha gente,
hacer una crítica constructiva es algo así como tratar de pronunciar la pe sin juntar los labios: se puede hacer
con ayuda de la mano pero queda raro.
Imagen: Rafael Edwards, con licencia Creative Commons |
Es muy probable que hayas oído hablar
del sándwich de cortesía, donde el
objetivo es rodear la crítica de dos halagos o comentarios positivos para que duela menos. Quizá fuera una estrategia
válida si no fuera porque algunas personas interpretan que las rebanadas de pan
dan libertad para rellenar el emparedado de lo que sea y en el modo que sea, y
al final nos encontramos con que dan palmaditas en la espalda de aquel a quien
acaban de apuñalar.
Por eso, lo primero que haremos
será desprendernos del término “crítica” y adoptar una postura en la que lo que
vamos a formular una petición para
que la persona cambie su conducta.
Esto pone el foco en dos aspectos:
1. Como
cualquier otra petición, la persona a quien se la hacemos tiene el mismo
derecho a rechazarla que el que nosotros/as tenemos de formularla.
2. Estamos
centrando la atención en la conducta
de la persona, no en su actitud, personalidad, forma de ser y otras vaguedades que
pueden resultar difíciles de localizar y modificar para ella.
Dicho esto, ¿cómo podemos
formular una petición de cambio de conducta y maximizar las posibilidades de
que la persona nos escuche, tome en cuenta y trate de modificar su
comportamiento?
Tras plantearse la idoneidad de formular la petición, valorando la probabilidad de que las ventajas sean
mayores a los inconvenientes, debemos plantear que el comportamiento concreto de la persona está ocasionándonos un perjuicio, es decir:
o El
comportamiento debe estar muy bien
acotado y ser lo más objetivo posible:
qué es, en qué circunstancias tiene lugar (cuándo, dónde) y de qué forma; hablar
de las intenciones de la persona al hacerlo es teorizar y aleja la atención de los hechos.
o El
perjuicio ocasionado debe estar formulado en primera persona: “me hace sentir mal”, “no consigo concentrarme”,
“creo que esa otra persona se puede estar sintiendo avergonzada”; referirnos
a cuestiones morales, del bien y el mal, deja mucho lugar a la negación, algo
que no ocurre si hablamos de qué nos ocurre, de cómo nos sentimos, de las
consecuencias negativas que consideramos que el comportamiento puede tener
sobre nosotros/as u otras personas.
Elia Roca (más información en las referencias) recomienda comenzar
diciendo “Tengo un problema”, algo que centraría la atención en nosotros/as en
lugar de en el/la interlocutor/a, evitando que reaccione a la defensiva desde
el principio. Así pues, en conjunto, sería más conveniente comenzar así:
“Tengo un problema: cuando friegas los
platos con agua fría la grasa no se va, los cacharros se quedan sucios y eso me
hace sentir mal”
Que así:
“Estoy hasta las narices de que friegues los
platos como los friegas, es que siempre es la misma historia”.
Ahora que hemos expresado qué
conducta concreta tiene qué consecuencias concretas, es el momento de dejar un espacio para que la otra persona pueda expresarse. Este paso es muy
importante porque permite que quien nos escucha piense en lo que hemos dicho y
pueda, quizá, aceptarlo y proponer una posible solución.
Claro que también puede reaccionar a la defensiva. Si esto
ocurre, piensa que es una respuesta completamente normal y esperable, pero no
te retires ahora que has empezado: trata
de empatizar con él/ella haciéndole ver que entiendes cómo se siente, que
incluso tú mismo/a a veces has cometido el mismo error o uno parecido. Si se
parapeta e insiste en defenderse, puede ser el momento de usar la técnica del disco rayado:
—
“Te
comprendo, pero cuando tú ____, me siento ____ y no consigo ____”
—
“Ya, pero
es que no sabes lo que es llegar a casa y...”
—
(Disco rayado) “Te comprendo, pero cuando tú ____, me siento____”.
Llegados a este punto, si nuestro/a
interlocutor/a no ha propuesto por sí mismo/a una posible solución al problema
que le planteamos, es el momento de proponer
un comportamiento alternativo deseado y remarcar las consecuencias positivas que se desprenderán de que la persona actúe
de este modo:
“Me gustaría que, cuando fregaras los
platos, lo hicieras con agua caliente. De este modo, los platos se quedarían
realmente limpios y yo me sentiría mejor cuando los uso”
Si, por el contrario, ya había
ofrecido una alternativa y nos resulta aceptable, es importante que agradezcamos su idea y su interés por
cambiar su comportamiento; en caso de que seamos nosotros/as quienes lo
hagamos, siempre debemos agradecer, al menos, que nos haya escuchado.
¿No estás seguro/a de que puedas
hacerlo? Es completamente normal. Quizá prefieras intentarlo tú solo/a, delante
del espejo, antes de lanzarte a la piscina porque no sólo cuanta lo que digas
sino cómo lo digas: si lo haces con
la seguridad que te dará la práctica, estarás más cerca de tu objetivo.
Por supuesto, formular las
peticiones de cambio de conducta de esta forma no garantiza que vayamos a
conseguir lo que queremos pero lo hace
más probable, disminuyendo posibles malentendidos y conflictos.
Referencias:
Elia Roca (2005). Cómo mejorar tus habilidades sociales: programa de asertividad, autoestima e inteligencia emocional. ACDE Ediciones.
Artículo redactado por Darío Moreno, terapeuta del CPA.
Me alegro de que te haya gustado, Montse :)
ResponderEliminarY espero que te sirva de ayuda.
Un saludo.
Darío Moreno