Tanto esos momentos concretos, como la sociedad
actual y el “vicio por la inmediatez” hacen que queramos soluciones rápidas
para alcanzar nuestro objetivo. De ahí que las dietas sean un mercado en auge
en nuestros días: desde la dieta de la manzana, la alcachofa, batidos verdes, o
proteínas…
Imagen: Christi Nielsen, con licencia Creative Commons |
Cada una de esas dietas tienen sus “armas” que hacen
que muchas de las personas que las siguen consigan de forma rápida su objetivo
(pérdida de peso), sin pensar sin embargo en las consecuencias a medio y largo
plazo que se pueden derivar de esos pequeños experimentos. Por eso, os planteo
la siguiente pregunta: ¿Las dietas son una solución duradera y estable?
Me temo que la respuesta a esa pregunta es NO: todos
sabemos que una vez dejamos de hacer esas dietas milagrosas, el peso y las
costumbres anteriores vuelven. Por ello, si queremos sentirnos bien SIEMPRE y
mantenernos así, sin tener que tomar medidas extras en periodos determinados,
deberíamos cambiar la percepción de dieta por estilo de vida. La solución no está
en elegir una dieta u otra, sino en cambiar nuestro comportamiento con respecto
a la comida, creando un estilo de alimentación diferente, que durará el
resto de nuestra vida.
Y…¿Cuál es la diferencia?
A diferencia de una dieta, decidirnos por un cambio
en nuestro estilo de vida elimina varios factores clave y peligrosos:
·
No tener una fecha o peso tope elimina el “efecto rebote”, es decir, el peligro de
que cuando acabe esa fecha, volvamos a nuestras costumbres, y recuperemos el
peso perdido. Por el contrario, el
incorporar esos nuevos hábitos a nuestro estilo de vida, hará que sea algo
constante, que forme parte de lo que somos y cómo decidimos vivir.
·
No será una “condena” o “sacrificio” que tendremos que pasar durante un tiempo determinado
para sentirnos bien. La idea es que aprendamos a compensar y controlar: no restringir
ningún alimento, sino poder probar de todo, aprendiendo a controlarnos, ya que
el tener un alimento prohibido y estar tanto tiempo sin poder comerlo cuando
uno sí lo desea (como suele pasar en las dietas), hace que cuando tengamos
acceso a dicho alimento, lo hagamos de forma descontrolada e inadecuada.
No os voy a mentir: a veces el saber comer de todo
de forma controlada es mucho más difícil que restringirse todo; eso es cierto.
Sin embargo, a la larga, ¿qué creéis que es mejor? ¿No volver a probar el
chocolate/helado/fritos o probarlo sin pasarse y sabiendo cómo controlarse?
¿Cómo empezar a cambiar?
Después de leer todo lo anterior, muchos podéis
pensar que es algo muy complicado cambiar la relación de uno con la comida, sin
embargo no es así. Se necesita ser constante y sistemático, al igual que para aprender cualquier habilidad
nueva.
A continuación, tenéis una serie de estrategias que
os ayudarán a cambiar vuestros hábitos:
1.
Cambiar el
“chip”: dejar de
pensar en una dieta específica y empezar
a pensar en una forma de vida y alimentación, donde la relación con la comida
será mucho más sana y menos tóxica.
2.
Educarnos en alimentación: Establecer una dieta/comida variada, donde comamos
todo tipo de alimentos en las proporciones aconsejadas. Por ello, es necesario
aprender y entender qué características tiene cada tipo de alimento, qué nos
aporta y cómo deberíamos utilizarlo.
3.
No solo somos lo que comemos, sino también el
ejercicio que hacemos: Con
respecto a esto, es importante no caer en el mismo truco que las “dietas
milagro”, y buscarnos “ejercicios milagro”, donde prometen que en 3 semanas tendremos
nuestro cuerpo perfecto; o machacarnos con ejercicios que no están aún a
nuestro nivel y por tanto exigirán mucho de nosotros y lo más probable es que
lo acabemos dejando.
Al contrario, lo que se tiene que hacer, es poner objetivos acorde con
nuestra condición y posibilidades. De nada sirve intentar correr 5 km
si lo máximo que hemos hecho en estos años ha sido andar hasta el mercado.
4.
Controlar el número de las comidas y sus horarios: Establecer un número de comidas diarias (se
recomienda 5 comidas al día para poder mantener tu metabolismo activo) y un
horario más o menos estable para ellas es fundamental, ya que son los primeros
pasos para adquirir unas habilidades de autocontrol.
5.
Trabajar en la motivación: La motivación es un elemento primordial para casi
todo en nuestra vida. En este caso, para poder mantener una motivación alta y
constante en todo el proceso, es importante tener unos objetivos claros de por qué
queremos realizar este cambio.
Por ello, lo primero que tenemos que hacer es una lista de qué
objetivos nos llevan a querer cambiar: no solo me refiero a la pérdida de peso
u objetivos físicos, sino también a objetivos más personales (por ejemplo:
sentirse bien con uno mismo, aumentar la autoestima, vivir más sano..); y tener
esos objetivos presentes en todo momento.
Muy
relacionado con la motivación, está el ponernos metas o submetas para
animarnos y ayudarnos a seguir. A diferencia de las metas de las dietas (Ej:
bajar 5 kilos), estas tienen que ver con nuestro comportamiento. Ej. Objetivo
beber 2 litros de agua diarios; comer 1 pieza de fruta al día….
Ahora que sabemos todo esto, ¿Qué decides? ¿Optar
por dietas milagros que requieren grandes sacrificios y solo nos hacen sentir
bien durante un tiempo limitado, o empezar a aprender estrategias para
sentirnos bien siempre, por dentro y por fuera?
Artículo redactado por Tauana Matías, Terapeuta del CPA.
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