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lunes, 22 de febrero de 2016

Autoestima y salud

Definición de salud (OMS, 1947): “un estado de total bienestar físico, mental y social y … no la mera ausencia de una enfermedad o dolencia”.


¿Alguna vez te has preguntado de qué cosas depende tu buena salud?

Estarás de acuerdo conmigo en que muchas veces, las enfermedades o dolores que nos sobrevienen lo hacen derivados de factores hereditarios, genéticos o del azar. Es completamente cierto que en según qué familias y debido a su historial médico, existen mayores tendencias a padecer diabetes o hipotiroidismo o… otras veces, sin embargo, no todo gira en torno a “aquello que escapa de nuestras manos y de nuestro control”.

Imagen: aitor.márquez.1990, con licencia Creative Commons
¡Ah… la maravillosa excusa del locus de control externo! Cuando se trata de nuestra salud física y mental, podemos hacer muchas cosas y no son válidas las excusas. Parte de la responsabilidad siempre será nuestra y asumir esta realidad tiende a dar sus frutos.

Porque, efectivamente existe una buena parte de nuestros comportamientos y tomas de riesgo que manejamos nosotros mismos y que se refleja en cuán saludables nos sentimos.

Y parte de dichos comportamientos están directamente relacionados con nuestro grado de autoestima. Ergo, nuestra autoestima afecta a nuestra salud, también física. ¿Lo intuias? Te animo a ahondar en el concepto de autoestima de la mano de una compañera, en este mismo blog.

Una vez aclarado este punto, pasemos a clarificar un poco más: Según el modelo biopsicosocial de la salud y la enfermedad (Engel, 1980) nos sugiere que existen 3 grupos de factores que afectan a nuestra salud: biológicos, sociales pero también psicológicos. Son los de la última naturaleza los que nos atañen aquí. Nuestras creencias nos llevan a elegir determinadas conductas que nos benefician o por el contrario, nos lesionan y ocasionan daños. Las personas con una autoestima sana, se estiman y valoran por definición. Esto les lleva a cuidarse o en cualquier caso, a evitar riesgos innecesarios para su salud. “Pero y si fumo… entonces eso quiere decir que no me respeto como persona, que creo que los demás son superiores o más válidos?” Está claro que no existe un solo factor, ni siquiera a nivel psicológico que nos incite a establecer hábitos de vida poco saludables. En una persona fumadora por ejemplo, han influenciado modelos cercanos; pero si es cierto que la edad de inicio del hábito suele ser la adolescencia, momento crítico para el desarrollo de la identidad personal. Las inseguridades suelen aflorar y se busca encajar entre los iguales.

Pongamos un par de ejemplos más:

Carlos tiene problemas de autoestima que le llevan a compararse continuamente con los demás. Se compara en particular en las áreas que le resultan importantes como la académica. Sus verbalizaciones sobre su baja valía le han llevado con el tiempo a una depresión porque no es capaz de ver sus aspectos positivos, sus logros… los cuales minimiza o atribuye al azar. Entre las consecuencias de dicha depresión se encuentran, por ejemplo, el sedentarismo. Carlos apenas realiza ejercicio físico y pasa muchas horas metido en la cama o viendo la TV.

Gimena, a pesar de tener un peso medio, sufre desde los 14 años un trastorno de conducta de la alimentación.  Siempre ha deseado estar más delgada, y se compara continuamente con otras personas que, casualmente (ya que en estos casos es habitual usar un filtro informativo), son más delgadas que ella. Su obsesión le lleva a menudo a autopautarse unas dietas con las que cualquier nutricionista se llevaría las manos a la cabeza.

Queda claro que en la historia de ambas personas han mediado otros muchos factores y sin embargo a nivel psicológico, las creencias y actitudes que los dos tenían con respecto a si mismos, a su valor instrinseco como personas, adquieren un papel protagonista.

Si crees que podrías llegar a mejorar tu autoestima, te invito a que hagas la siguiente reflexión: ¿cuáles son tus hábitos de vida saludables y no saludables? ¿crees que mereces hacerlo mejor, por ti, por tu bienestar? Si la respuesta es negativa, puede que debas trabajar en un plano más identitario y quizá acudir a un profesional de la psicología. Si resulta afirmativa, entonces… ¡manos a la obra!


Referencias:
Amigo Vázquez I, Fernández Rodríguez C y Pérez Álvarez M. (2009). Manual de Psicología de la Salud. 3º edición. Madrid: Pirámide
Engel, G. (1980). The clinical appplication of the biopsychosocial model. American Journal of Psychiatry; 137:535-44.
Matud, M.P. (2004). Autoestima en la Mujer: un análisis de su relevancia en Salud. Avances en Psicología Latinoamericana 22 (1), 129-140


Artículo redactado por Isabel Zanón, terapeuta del CPA.


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