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lunes, 7 de diciembre de 2015

Cómo afrontar el bajo estado de ánimo de familiares o amigos

Uno de los aspectos que preocupa a la persona cercana a un ser querido con bajo estado de ánimo es precisamente no saber cómo ayudarle y sentirse incapaz de llevar la situación. En ocasiones, todo ello aparece acompañado de una sensación de culpabilidad e incluso puede mimetizarse con los sentimientos de la persona que está deprimida.

Puesto que los intentos fallidos por ayudar a tu amigo/hijo/pareja… son precisamente lo que puede hacerte desistir en la tarea, es importante aprender a sobrellevar la situación de la manera más adecuada.

Imagen: Pablo Fernández, con licencia Creative Commons

En primer lugar, es necesario aclarar que es un periodo complicado del que no se sale en un corto espacio temporal. Se realista, no puedes acabar con su depresión de manera inmediata pero sí puedes llevar a cabo una serie de recomendaciones que pueden ayudarte a encontrar sentido a lo que le ocurre y ayudarle a que supere su problema.

Lo primero que puedes hacer es preguntarte qué es lo que sucede para que se comporte de esta manera, de esta forma resultará más fácil comprenderle y actuar en consecuencia. Es adecuado hablar con personas cercanas para averiguar si ellos han notado cambio o cómo ven su comportamiento. Otras personas de diferentes entornos pueden aportar información que a ti se te haya “escapado”. ¿Ante que situaciones concretas se comporta de esta manera? ¿Qué es lo que está manteniendo ese comportamiento de apatía y anhedonia? ¿Qué es lo que provoca estas reacciones emocionales?

Ante la impotencia de no saber qué actitud mostrar, es de resaltar la importancia de resistir a la presión que puede ejercer sobre ti (llanto, irritabilidad, petición de que hagan las cosas por él/ella…). Es fundamental no terminar reforzando este tipo de conductas que hacen que pueda obtener un beneficio a raíz de esa forma de actuar. Permitirle este tipo de comportamientos puede dificultar los logros terapéuticos que el paciente ha podido alcanzar en terapia. Sin duda, es una tarea complicada y debes saber que aunque tu forma de actuar repercute en mayor o menor medida en él/ella, TÚ no eres culpable. Evita culpabilizarte, TÚ has actuado de la mejor forma posible que en ese momento has considerado. Piensa de manera racional, otro tipo de ideas que puedan aparecer por tu mente no solo no serán ciertas sino que provocarán emociones desagradables que impedirán buscar alternativas de solución al problema. Pensar de manera realista te ayudará a crear emociones positivas y a adoptar conductas más adecuadas.

Ante la incertidumbre de cómo va a estar cuando amanezca un nuevo día y el temor a preguntar, conviene saber cuál es la manera más eficaz de interactuar con él/ella. Al preguntar directamente por cómo se siente podemos encontrarnos con una respuesta breve y escueta, acompañada de mal humor. Si ya hemos formulado la pregunta y hemos obtenido una verbalización no deseada, resulta fundamental no entrar en discusiones, mantener la calma y no entrar en sus provocaciones. Si lo que quieres es potenciar la solicitud de ayuda psicológica ten en cuenta que ha de hacerse en un momento en que se encuentre relajado/a y abierto/a al diálogo, no en un momento de discusión en el que no esté dispuesto/a a escuchar o en el que pueda percibir que toda la culpa recae sobre su persona. La idea a transmitir es: “estoy contigo y quiero ayudarte”.

Ante la ambivalencia con respecto a comprenderle-ayudarle-enfadarte, es de resaltar que existe una tendencia general a mostrar compresión ante su malestar, desánimo o desesperanza y a la vez sentirse en desacuerdo, incitándole a salir de ello y mirar hacia el futuro. Extinguir las quejas (no hacer caso a este tipo de verbalizaciones) y potenciar otros comportamientos ayudará a incrementar las conductas adaptativas y a reducir (eliminar en el mejor de los casos) las depresivas. Es de vital importancia prestar atención al “menor” signo de progreso que ayude a mejorar su situación. Si la persona siente que cierta conducta ha sido reforzada, aumentará la probabilidad de que esa conducta se repita y que tenga lugar en ocasiones futuras. Si ha optado por iniciar cualquier actividad por más mínima que sea (coger el teléfono a un amigo aunque haya decido finalmente no salir), hazle saber lo orgulloso/a que te sientes de ese comportamiento.

Por último, recuerda que es habitual sentirse en ocasiones agotado cuando se convive con alguien que padece depresión, de ahí la importancia de no desatender tus propias necesidades y cuidarte a ti mismo aunque en ocasiones resulte casi imposible. Reservar tiempo para ti y reponer energía NO da lugar a posible negociación. Ante la sensación de que tu vida pueda estar en stand by, un buen remedio es fomentar otras actividades gratificantes.


Recuerda, el hecho de pedir apoyo a personas cercanas y optar por buscar ayuda de un profesional que te enseñe a sobrellevar la situación no es algo que te haga más débil. Asimismo, contar con la colaboración de los allegados es de gran ayuda para los profesionales y favorece la consecución de mayores logros en el proceso terapéutico.


Artículo redactado por Elena Aranda, terapeuta del CPA.

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