Uno de los aspectos que preocupa
a la persona cercana a un ser querido con bajo estado de ánimo es precisamente
no saber cómo ayudarle y sentirse incapaz de llevar la situación. En ocasiones,
todo ello aparece acompañado de una sensación de culpabilidad e incluso puede
mimetizarse con los sentimientos de la persona que está deprimida.
Puesto que los intentos fallidos
por ayudar a tu amigo/hijo/pareja… son precisamente lo que puede hacerte
desistir en la tarea, es importante aprender a sobrellevar la situación de la
manera más adecuada.
Imagen: Pablo Fernández, con licencia Creative Commons |
En primer lugar,
es necesario aclarar que es un periodo complicado del que no se sale en un
corto espacio temporal. Se realista, no puedes acabar con su depresión de
manera inmediata pero sí puedes llevar a cabo una serie de recomendaciones que
pueden ayudarte a encontrar sentido a lo que le ocurre y ayudarle a que supere
su problema.
Lo primero que puedes hacer es
preguntarte qué es lo que sucede para que se comporte de esta manera, de esta
forma resultará más fácil comprenderle y actuar en consecuencia. Es adecuado hablar con personas
cercanas para averiguar si ellos han notado cambio o cómo ven su
comportamiento. Otras personas de diferentes entornos pueden aportar
información que a ti se te haya “escapado”. ¿Ante que situaciones concretas se
comporta de esta manera? ¿Qué es lo que está manteniendo ese comportamiento de
apatía y anhedonia? ¿Qué es lo que provoca estas reacciones emocionales?
Ante la impotencia de no saber
qué actitud mostrar, es de resaltar la importancia de resistir a la presión
que puede ejercer sobre ti (llanto, irritabilidad, petición de que hagan las
cosas por él/ella…). Es fundamental no terminar reforzando este tipo de
conductas que hacen que pueda obtener un beneficio a raíz de esa forma de
actuar. Permitirle este tipo de comportamientos puede dificultar los logros
terapéuticos que el paciente ha podido alcanzar en terapia. Sin duda, es una
tarea complicada y debes saber que aunque tu
forma de actuar repercute en mayor o menor medida en él/ella, TÚ no eres
culpable. Evita culpabilizarte, TÚ has actuado de la mejor forma posible que en
ese momento has considerado. Piensa de manera racional, otro tipo de ideas que
puedan aparecer por tu mente no solo no serán ciertas sino que provocarán emociones
desagradables que impedirán buscar alternativas de solución al problema. Pensar
de manera realista te ayudará a crear emociones positivas y a adoptar conductas
más adecuadas.
Ante la incertidumbre de cómo
va a estar cuando amanezca un nuevo día y el temor a preguntar,
conviene saber cuál es la manera más eficaz de interactuar con él/ella. Al
preguntar directamente por cómo se siente podemos encontrarnos con una
respuesta breve y escueta, acompañada de mal humor. Si ya hemos formulado la
pregunta y hemos obtenido una verbalización no deseada, resulta fundamental no
entrar en discusiones, mantener la calma y no entrar en sus provocaciones. Si
lo que quieres es potenciar la solicitud de ayuda psicológica ten en cuenta que
ha de hacerse en un momento en que se encuentre relajado/a y abierto/a al diálogo,
no en un momento de discusión en el que no esté dispuesto/a a escuchar o en el
que pueda percibir que toda la culpa recae sobre su persona. La idea a
transmitir es: “estoy contigo y quiero
ayudarte”.
Ante la ambivalencia con
respecto a comprenderle-ayudarle-enfadarte, es de resaltar que existe una tendencia
general a mostrar compresión ante su malestar, desánimo o desesperanza y a la
vez sentirse en desacuerdo, incitándole a salir de ello y mirar hacia el
futuro. Extinguir las quejas (no hacer caso a este tipo de verbalizaciones) y
potenciar otros comportamientos ayudará a incrementar las conductas adaptativas
y a reducir (eliminar en el mejor de los casos) las depresivas. Es de vital
importancia prestar atención al “menor” signo de progreso que ayude a mejorar
su situación. Si la persona siente que cierta conducta ha sido reforzada, aumentará
la probabilidad de que esa conducta se repita y que tenga lugar en ocasiones
futuras. Si ha optado por iniciar cualquier actividad por más mínima que sea
(coger el teléfono a un amigo aunque haya decido finalmente no salir), hazle
saber lo orgulloso/a que te sientes de ese comportamiento.
Por último, recuerda que es
habitual sentirse en ocasiones agotado cuando se convive con alguien que padece
depresión, de ahí la importancia de no desatender tus propias necesidades y cuidarte
a ti mismo aunque en ocasiones resulte casi imposible. Reservar tiempo para ti
y reponer energía NO da lugar a posible negociación. Ante la sensación de que
tu vida pueda estar en stand by, un
buen remedio es fomentar otras actividades gratificantes.
Recuerda, el hecho de pedir apoyo
a personas cercanas y optar por buscar ayuda de un profesional que te enseñe a
sobrellevar la situación no es algo que te haga más débil. Asimismo, contar con
la colaboración de los allegados es de gran ayuda para los profesionales y
favorece la consecución de mayores logros en el proceso terapéutico.
Artículo redactado por Elena Aranda, terapeuta del CPA.
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