Cuando los niños pequeños (2-5 años) descubren
su nueva palabra favorita: “NO”, las
personas adultas alrededor suelen entender que a esa edad es “lo normal” y tratan
de armarse de paciencia. Sin embargo, normalmente no conocen los motivos de
este a veces tan temido fenómeno familiar.
¿Cuáles son el origen y la función
de las negativas de los/as niñas/os ante las demandas o reglas del mundo que
les rodea?
Imagen: Angel!, con licencia Creative Commons |
He aquí en primer
lugar un ligero barrido teórico sobre los distintos modelos que tratan de dar
respuesta a esta y otras encrucijadas del desarrollo psicológico infantil:
A lo largo
de este artículo, nos centraremos en el modelo construccionista de Piaget que podríamos ubicar en un punto
intermedio entre otros que se centran en lo biológico o en el ambiente: “El
conocimiento no está en la mente del bebé ni en el ambiente”. La mente
construye su propio conocimiento del mundo trabajando activamente sobre él,
mediante reflejos y aprendizajes. Parte de la base de que el pensamiento humano
se desarrolla pasando por estadios o fases que se suceden gracias a la
maduración y a la experiencia con el mundo.
Autoconciencia y autoconcepto
El bebé comienza a tener consciencia de sí mismo a los 18
meses, momento en que se da cuenta de su independencia física. El bebé se irá
conociendo a través de la exploración de los objetos que le rodean y que le dan
información sobre sus propias capacidades, sobre lo que puede y no puede hacer.
Cuando los bebés diferencian entre el yo y el no yo comienzan a interaccionar
con las personas cercanas (inicio del desarrollo social) y aprenden que su
conducta produce reacciones en los demás.
Autocontrol y disciplina
A partir de los 7 meses,
los/as niñas/os entienden el “NO” a su alrededor. Poco a poco, con la aparición
del lenguaje entre otras cosas, lo irán utilizando ellos/as también y teniendo
rabietas. Esto es esperable, ¡lo preocupante sería que no ocurriera!
El autocontrol de las
respuestas emocionales de frustración también es algo que irán aprendiendo poco
a poco, después de haber tomado consciencia de sí mismos/as.
La
exploración del mundo social: las primeras normas:
En torno a
los 2 años los niños y las niñas parecen disfrutar mucho saltándose las normas
familiares y culturales: orden, rutina, limpieza, alimentación, etc. No es que
intenten “molestar” o “fastidiar”, se trata de una etapa muy importante para su
desarrollo moral, ya que las normas principalmente les enseñan lo que está bien de lo que está mal. Aunque a veces se
opongan, hasta los 8-9 años, nuestros peques entienden que lo
bueno es bueno porque sigue las reglas y al contario ocurre con lo malo.
Además, las reglas son fijas y absolutas, y tienden a respetarlas literalmente,
de manera rígida.
Importancia
de la estabilidad y la coherencia de las normas:
Ya que en un
primer momento, los/as pequeños/as se regulan de manera externa, es decir, a
través de los adultos, necesitan que se les den instrucciones claras y
consistentes. La incertidumbre les confunde, por lo que es importante que todas
sus figuras de autoridad estén en consenso cuando dictan las normas: contenido,
nivel de flexibilidad, excepciones, consecuencias…
El
establecimiento de límites claros es una de las principales características de
las familias más sanas. Además, este referente social favorece el autocontrol
infantil.
El egocentrismo y la confirmación
del sí mismo
Es una fase
normal del desarrollo por la que están todavía muy centrados/as en sí mismos/as,
no quiere decir que sean “egoístas” ni que lo hagan con mala intención.
Entre los
2-5 años el lenguaje juega un papel esencial, comienza el uso de los
pronombres, se expresa el sentido de la posesión (¡mío!), las identificaciones
y las diferenciaciones... Decir de vez en cuando “NO” incluso aunque quieran
decir “SÍ” supone una gran satisfacción porque les permite comunicar que van
teniendo cierta autonomía, que ellos son una persona diferenciada de sus papás,
mamás, abuelos… Tiene consecuencias positivas para su autoconcepto, su autoestima
y en definitiva, para su desarrollo.
Conclusión
Con todos
estos apuntes no queremos decir que haya que fomentar o potenciar el “NO” en
“aquellos locos bajitos”. Se trata de tener en cuenta que esto ocurre por una
razón de peso y su aparición y superación deberían producirnos (además de los
inevitables suspiros de resignación) la alegría de saber que están sentando las
bases de su existencia psicológica en este mundo. Su manejo requiere de grandes
dosis de paciencia y modificación de
conducta. ¿Cómo?
Os lo
explicaremos al detalle en posts futuros…
Artículo redactado por Isabel Zanón, terapeuta del CPA.
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