Si te fijas
por un momento en lo que pasa por tu cabeza, te darás cuenta de los pocos
momentos en los que dejamos de pensar, ya sea para recordar momentos pasados,
fantasear sobre posibles futuros, darle vueltas a determinados problemas, o buscar
soluciones… Sea lo que sea, siempre estamos pensando. De hecho es una de las
características que diferencia al ser humano de los demás animales. Esa gran
capacidad nos ayuda a reaccionar ante las situaciones de forma diferente que
si no pensáramos, haciéndonos únicos y con una gran arma en nuestra mano. Sin
embargo, esos mismos pensamientos pueden llegar a convertirse en un problema si
no los sabemos controlar bien.
Foto: Pablo Fernández, con licencia Creative Commons |
Todos hemos
pasado por momentos en los cuales hemos estado dándole vueltas a algo negativo
o no muy adecuado, generándonos profundo malestar o preocupación. El problema
de esta situación es que la mayor parte de las personas cree que eso no se
puede cambiar, es decir, que nuestros pensamientos son automáticos, libres y
nosotros somos meros espectadores de ellos. Pero esto NO es así.
Nuestros
pensamientos SÍ se pueden controlar y modificar, ya que nosotros somos quienes
los creamos. ¿No es ésa una gran noticia? Tenemos
el control sobre nuestra mente, y si uno aprende a hacerlo, puede cambiar en
muchos casos su forma de sentir y comportarse.
Para entender
esta frase al 100% antes hay que desmitificar una segunda creencia: el poder de
nuestros pensamientos.
¿En qué influye nuestra forma de pensar?
Cuando al
principio comentábamos que los pensamientos son algo poderoso y hacen destacar
al ser humano, es por todo lo que nos influye.
Nuestra manera
de pensar modifica nuestra manera de sentirnos y, en consecuencia, de
comportarnos. Muchas de las veces en que nos sentimos molestos o enfadados se
debe a que llevamos un tiempo rumiando sobre ello, generando determinadas
emociones y comportamientos, no siempre ideales.
Es cierto que hay
situaciones en concreto que nos hacen sentir de una forma determinada (e.g.: una
situación aversiva, como un despido, puede hacernos sentir mal, o enfadados)
sin embargo, nuestros pensamientos tienen el poder de aumentar o disminuir esas
emociones (si estamos todo el día pensando en eso y pensando en lo desgraciados
que somos, entrando en el negativismo o catastrofismo, lo más probable es que
nos sintamos aún peor; sin embargo, si intentamos redirigir esos pensamientos y
no pensar en ello o cambiar la perspectiva de la situación, puede ayudarnos a
verlo de otra forma y por tanto sentirnos diferente. Seguiremos sintiéndonos
mal por ese despido, pero al final lo afrontaremos de forma distinta, actuando
por ello también de diferente manera.)
¿Acaso éstas no son razones suficientes para motivarnos a querer cambiar y controlar
nuestra forma de pensar? Lo que hay que saber ahora es cómo controlarlo.
¿Cómo
controlar nuestros pensamientos?
Es cierto que
para llegar a poseer dicha habilidad se necesita tiempo (como todas las
habilidades, por ejemplo montar en bici); sin embargo, con práctica y esfuerzo
podrás conseguir ser todo/a un/a experto/a en el control de tus pensamientos. Aquí
van algunas claves para ayudarte a empezar con tu entrenamiento:
- Ser consciente de que se puede modificar, y creer plenamente en ello: no hay nada como estar seguro/a de lo que uno/a hace. Esa seguridad y confianza en que tú puedes hacerlo te dará fuerzas para conseguirlo.
- Poner máxima atención en detectar dichos pensamientos: Es muy importante (sobre todo al principio) estar muy atento/a a esos pensamientos inadecuados o disfuncionales que te están generando malestar o no te están ayudando, para poder detectarlos al principio de ese pensamiento y poder actuar sobre él, antes de que te genere una emoción inadecuada.
- Tener claro cuáles son los pensamientos irracionales o desadaptativos que quieres combatir: cuando hablamos de controlar los pensamientos no nos referimos a vivir en un mundo irreal en el que sólo se piense en términos positivos. Se trata de frenar los pensamientos irracionales (sin validez) o desadaptativos (aunque sean reales, no nos están ayudado) que nos impiden vivir tranquilos y afrontar mejor nuestros problemas. Hay muchas guías donde explican algunos tipos de pensamientos irracionales que tenemos los seres humanos. Te puedes ayudar de esas categorías para poder detectarlos con más facilidad, aunque lo importante es que al final sepas discriminar cuando un pensamiento necesita ser descartado.
- Una vez los tengas detectados, está en tu mano saber si debes razonar y debatirlos, o eliminarlos directamente porque ya sabes que no son ni evidentes ni te ayudan a seguir. Este último paso puede ser más complicado, especialmente cómo hacerlo de forma adecuada y eficaz. Por ello se aconseja contactar con un profesional que pueda entrenar en las estrategias más eficaces para cada caso en particular.
Recuerda, no
es un trabajo fácil y requiere de mucha práctica conseguir esa habilidad, pero
una vez se consigue es potentísimo. Ahora ya conoces el secreto: puedes
controlar tus pensamientos.
¿A qué esperas
para empezar?
Artículo redactado por Tauana Matías, terapeuta del CPA.
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