Probablemente muchos de vosotros hayáis escuchado o incluso
hayáis verbalizado en alguna ocasión aquello de: “Me da miedo abrirme demasiado,
no quiero que me hagan daño”. Es algo bastante común y aunque parece ligado al
mundo de las parejas sentimentales, en realidad puede extenderse a muchos otros
vínculos sociales como pueden ser las
amistades.
Y yo me pregunto: ¿qué hay más satisfactorio que una
relación vivida plenamente de manera cercana? ¿Realmente nos compensa
experimentarla a medias con tal de no exponernos a nuestros miedos?
Imagen: Jesuscm, con licencia Creative Commons |
Según Laurie Pawlik-Kienlen, psicóloga canadiense
especializada en las relaciones humanas, el temor a la intimidad involucra el
rechazo a abrirse y a revelar nuestra identidad real. Sentimos miedo a
demostrar quiénes somos, en esencia, con nuestros defectos y virtudes, nuestras
debilidades y nuestras fortalezas. Aún pudiendo darse de manera conjunta, no
equivale al miedo al compromiso.
Desde luego, no debemos perder de vista que esta tendencia a
la impermeabilidad emocional sólo se convierte en un problema real en el
preciso instante en que interfiere en nuestra vida diaria, nos genera malestar
a nosotros o en nuestras personas del entorno más cercano. Además, deberíamos
estar más o menos motivados a trabajarlo. Es entonces cuando nos convendría
buscar alternativas de solución.
¿POR QUÉ?
Esta aprensión, que puede tomar un cariz más o menos grave o
más o menos intenso, se puede deber a muchos motivos. Generalmente, dichos
factores pueden acumularse entre sí y, por tanto, a probabilizar más o menos su
aparición:
- Bajos niveles de autoestima que llevan a la persona a pensar que no es lo suficientemente válida, por lo que se esconde tras una fachada para que no descubran ese “verdadero yo”
- Dificultades a la hora de identificar y/o expresar las emociones: si no soy consciente de mi propia vivencia emocional o no soy capaz de comunicarla correctamente a los demás, es comprensible que me bloquee a la hora de hacer confidencias sobre la misma.
- Experiencias dolorosas en el pasado: pudiera ser que haya vivido una situación de ruptura de relación cercana en la que me haya sentido traicionado/a o engañado/a y no haya sido capaz de superarlo.
- Miedo a perder el control, ya que magnifico la idea de mi falta de control sobre los demás y por tanto prefiero no darles motivos para acercarse más a mi ya que no soporto la idea de no poder prever su influencia en mi vida.
- Falta de entrenamiento en el sentimiento de vulnerabilidad: por determinadas circunstancias o por nuestra historia vital, nunca llegamos a vivir una situación en la que sentirnos expuestos emocionalmente y por tanto no aprendimos a gestionarla.
- Determinadas características de la personalidad, pero también ciertos síntomas como la ansiedad o la depresión.
¿CÓMO empezar a trabajar en ello?
- Tomar consciencia y reconocer que, efectivamente, nos estamos creando un problema, un obstáculo emocional que nos impide ser felices o serlo un poco más. Ya que al final gran parte del sufrimiento psicológico que sentimos se deriva de nuestras propias interpretaciones y de no entender que pueden existir muchas otras que no contemplamos.
- Ser congruentes entre lo que pensamos, lo que sentimos y cómo actuamos y poder expresarlo si fuese necesario, facilita mucho que nos entiendan y por lo tanto que nos vayan conociendo.
- Comunicar de manera que no demos las cosas por hecho, tendencia muy universal cuando se trata de hablar con allegados.
- Honestidad: cuántas más revelaciones personales (por pequeñas que sean) hagamos a una persona, tanto más nos hará ella a nosotros/as y esto aumentará nuestra tasa de éxito a la hora de encontrar parejas o amistades más adecuadas por sentirnos conectados/as de verdad.
En suma, llegados al punto en que determinemos pedir ayuda
para tomar cartas en el asunto, si bien podemos establecer ciertas medidas, lo
ideal sería acudir a un/a profesional de la psicología clínica, de manera
individual o bien en formato de pareja.
Porque el dolor y, en particular, el dolor en las relaciones
interpersonales, forma parte de la vida, mas como dijo Buda Gautama varios
milenios atrás:
"El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional".
Artículo redactado por Isabel Zanón, terapeuta del CPA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario