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lunes, 11 de mayo de 2015

¿Niños con fobias o simples miedos?


Foto: Erikthegreat, con licencia creative commons

Como ya sabemos, la ansiedad es una respuesta adaptativa que nos permite escapar de una situación de posible peligro. Por ello, el hecho de tener ansiedad ante ciertas situaciones no supone necesariamente un problema. Sin embargo, en opinión de esta psicóloga, hoy en día existe un fuerte rechazo hacia las sensaciones displacenteras, siendo interpretadas en seguida como un elemento aversivo que hay que evitar, y que además indica que no se está bien, que se tiene algún problema.
Esta intolerancia aparente a la ansiedad puede afectar a cómo se interpretan y abordan los miedos infantiles, ya que los miedos normales pueden ser interpretados como patológicos. 

En los niños se producen unos miedos que a lo largo de su desarrollo que se han considerado miedos normales, ya que son compartidos por muchos de ellos durante un cierto periodo de su desarrollo. Estos miedos suelen son transitorios, de intensidad leve y propios de una edad. Así por ejemplo, el miedo  la separación de los padres se suele producir a partir de los seis/ocho meses de edad y va desapareciendo según el niño crece. Entre los cuatro y los ocho años es común que aparezcan fobias específicas ante determinado estímulos como la oscuridad, los ruidos fuertes o los animales. Posteriormente pueden comenzar los miedos de carácter más social, como el miedo al colegio.
Cuando uno de estos miedos de la infancia persiste más allá de la edad que se considera normal, el grado de malestar que provocan es muy elevado de forma que interfiere con la vida normal del niño y de los padres, podremos estar hablando de una fobia. Es entonces cuando habrá que abordarlo de manera específica.

No se trata de no atender al niño puesto que lo puede pasar mal, se trata de no patologizar ni exagerar una situación que, aunque pueda resultar desagradable, forma parte del proceso de crecimiento y de afrontamiento de la vida. 

Autora: Marta Gervás

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