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A menudo nos quedamos cortos en reforzar lo que nos gusta o admiramos de
los demás. Reconozcámoslo, nos cuesta y no estamos acostumbrados. Es más
habitual hablar de aquello que nos ha decepcionado o no gustado que de aquello
que sí nos ha gustado del otro. Sin embargo, sabemos que un refuerzo positivo tiene
una gran influencia en los demás. Nos atrevemos a decir que es el principal motor del cambio e influencia
en las personas.
Lo vemos en nuestro día a día.
Los trabajadores se sienten más motivados cuando se les reconoce el esfuerzo que
hacen, las parejas funcionan mucho mejor cuando se dicen lo que les gusta del
otro, los niños aprenden y desarrollan más sus habilidades cuando se les
destacan y atienden éstas. Todos queremos ser tomados en consideración, con
nuestra complejidad y singularidad por los que están a nuestro alrededor.
La base de lo que hablamos está
en el refuerzo positivo. A nivel social, nos referimos a cosas tan sencillas
como las sonrisas, alabazas, elogios, asentimientos, miradas, atención, comentarios...
Se podría entender como una recompensa, algo que sucede inmediatamente después
de una conducta y aumenta la
probabilidad de aparición de ésta (favorece que se dé más a menudo). Si os
fijáis, recibir este tipo de reconocimiento se encuentra detrás de muchos de
nuestros aprendizajes diarios y metas.
Esto exige, en muchas ocasiones,
plantar cara a la tendencia de poner la
atención en lo negativo. Por
ejemplo, a alguien que se ha encargado de una cena para unos amigos, no tiene
el mismo efecto decir que “ha faltado la bebida”, que reconocer lo que ha
salido bien y sugerir mejoras para la próxima vez. La probabilidad de que esta
persona vuelva a esforzarse en organizar una cena podría cambiar
considerablemente.
Es más, si somos capaces de dar
refuerzos positivos a los demás, seguramente los recibamos también. Con lo
negativo es muy evidente: si un día alguien da una mala contestación,
seguramente recibirá una respuesta negativa (la dinámica de la mayoría de las
discusiones). Por lo tanto, aprender a
reforzar implica estar más pendiente de los aspectos positivos, y cuando surjan
hacerlo saber. Tampoco olvidéis estas claves:
- Aunque hay reforzadores positivos para casi todo el mundo, lo que de verdad importa es averiguar y utilizar aquellos que sean eficaces para cada persona.
- Conviene reforzar lo más inmediatamente posible. A menudo se pospone para encontrar un momento mejor y termina por olvidarse.
- Es deseable especificar la conducta y ser concreto al reforzar. Por ejemplo, es más eficaz si a un adolescente se le dice “has limpiado muy bien tu habitación”, que decirle “muy bien”. También se debe procurar no hacerlo ni decirlo siempre de la misma manera. Algunas frases podrían ser “te felicito por…”, “estupendo que…”, “sigue así en…”.
- Evitar incluir a la hora de reforzar comentarios negativos acerca de como lo hacía antes. Podría obtenerse el efecto contrario.
Ya solo queda comprobarlo por
vosotros mismos, sin excusas. Como
cualquier otro aprendizaje, practicándolo una y otra vez será más fácil.
Terminamos este post con un
simpático cortometraje que pone en valor el papel de los reforzadores: https://www.youtube.com/watch?v=ejwDa0fGoyg
Autora: Marta de la Torre
"Qué importante es validar". Me recuerda a cierto antiguo profesor :)
ResponderEliminar¡Buena entrada! Hacéis que merezca la pena seguir el blog.
¡Gracias Felipe por dejarnos tu comentario! Que leáis el blog es lo que más nos impulsa a seguir escribiendo y nos halaga. Este profesor consiguió que recordáramos esta idea años!!Un abrazo,
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