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En muchas ocasiones, los profesionales de la psicología
pedimos a los y las pacientes que se hagan con un pequeño cuaderno o libreta al
iniciar su proceso terapéutico. La idea es utilizarlo para realizar distintas
actividades que ayudarán a los y las pacientes a alcanzar sus objetivos. Muchos
de los ejercicios pautados tratan de ayudar a las personas a identificar sus
emociones y sus pensamientos, algo tremendamente importante en cualquier inicio
de proceso de cambio. Parece que el trabajo emocional diario a través de la
escritura aporta grandes beneficios a las personas según un estudio llevado a
cabo en Nueva Zelanda (publicado en la revista Time). Según dicho estudio, la
gente que lleva un diario personal cicatriza antes sus heridas; y no se
refieren a las heridas emocionales, sino a las sufridas a nivel físico.
Sin embargo, hoy en día los psicólogos y psicólogas,
así como los y las profesionales de la educación, nos encontramos con la tarea
de tratar de compaginar los ejercicios de escritura recomendados para los y las
pacientes, con el uso de las nuevas tecnologías. Las investigaciones apuntan a
que, en lo que respecta al aprendizaje y el rendimiento académico, escribir a mano tiene ventajas sobre el uso
del teclado.
¿Podríamos entonces
plantearnos que el uso de uno u otro formato influya también en el
aprovechamiento y el rendimiento que los y las pacientes pueden llegar a hacer
de los ejercicios pautados para su proceso terapéutico?
Algunas de las ventajas que se han encontrado de la
escritura a mano frente al teclado tienen que ver con un mejor conocimiento de
la ortografía, una mayor fluidez de ideas a la hora de escribir redacciones,
mejor capacidad de lectura y, mayor capacidad de memoria.
En
la Universidad
de Indiana se han realizado estudios de neuroimagen sobre este tema (publicado
en “Frontiers in Psychology”), y se ha encontrado que el cerebro se activa más cuando se escribe a mano que cuando se teclea.
La
escritura a mano permite crear una representación interna de las letras que
implica la integración de las áreas visuales y motoras del cerebro. También se
activan áreas relacionadas con la ortografía, sonido y significado de las
palabras. La activación de esas áreas se solapa con otras fundamentales en la
producción y comprensión del lenguaje, así como en la comprensión de la
lectura, lo que podría explicar las habilidades que se potencian con la
escritura. Según este mismo estudio, lo que se encuentra cuando los niños se
limitan a teclear, es simplemente una representación del mapa del teclado en su
cerebro.
Siguiendo en la línea de los procesos de aprendizaje
que se ponen en marcha en ambos tipos de escritura, parece que aprender a
escribir a mano es un proceso más complejo que teclear las letras, y exige que
el cerebro se esfuerce más. Según Juan Lupiáñez, director del grupo de
Neurociencia Cognitiva de la
Universidad de Granada, la escritura a mano implica la
elaboración y la representación mental de las letras que se van a escribir, y
eso supone un mayor esfuerzo mental que a larga resulta rentable para las
personas. Lupiáñez afirma también que el esfuerzo que los niños y las niñas
hacen por crear y poner por escrito caracteres que no son siempre iguales (al contrario
que los de imprenta), les ayuda también a generalizar y a internalizar los
rasgos esenciales con los que se representa cada letra, independientemente de
la destreza con que se represente. Ese aprendizaje tan profundo que propicia la
escritura les ayuda después a reconocer mejor los signos que leen, con lo que
la comprensión lectora también aumenta.
Parece que las ventajas se extienden además a la fase
de formación en la que las personas tienen que coger notas o apuntes en clase,
ya que, según las mismas fuentes, “quienes
cogen sus apuntes a mano tienen un aprendizaje más profundo de los conceptos,
mientras que los que teclean tienen un recuerdo más literal, pero menos memoria
de los aspectos conceptuales importantes de la clase”.
Teniendo todo esto en cuenta, compartimos la opinión
del psicopedagogo Pablo Canosa quien afirma que, “es siempre preferible el
proceso que active más áreas cerebrales, porque provoca mejores aprendizajes,
más profundos y duraderos”.
Por tanto, podría decirse que los beneficios que aportan las tareas pautadas dentro de un proceso
terapéutico podrían ser mayores si se explicitase por parte del o la terapeuta
que deben realizarse a mano, y no en formato digital. Esto no quiere decir
que la realización de estas tareas no beneficie a los y las pacientes en el
caso de que se realicen en formato digital, sino que, si los y las
profesionales de la psicología tenemos claro que una forma beneficia más que la
otra, sería recomendable tenerlo en cuenta a la hora de abordar cualquier proceso
terapéutico.
Para terminar, nos gustaría destacar los beneficios que
puede tener una técnica tan sencilla como “el diario personal” (o “diario
emocional”), que consiste en escribir a mano durante aproximadamente 15 minutos
antes de ir a dormir.
1) Nos permite reflexionar acerca de nuestro día. Escribir sobre el día que acaba de pasar, nos obliga a
ordenar lo que hemos vivido y a ponerlo en relación con nuestras emociones. Nos
detenemos sobre aquello que ha sido más importante o significativo para nosotros/as
durante ese día.
2)
Prestamos atención a nuestras emociones. Dedicar un tiempo a la
reflexión nos permite evaluar con detenimiento. ¿Sabría decir cómo me he
sentido ante esa situación difícil que he vivido hoy?, ¿me he dedicado un
tiempo a mi y a mi bienestar hoy?, ¿con qué ánimo he enfrentado el día?
3)
Todo se puede ver con perspectiva.
Pensar sobre los asuntos que nos preocupan tomando perspectiva sobre ellos, nos
permite identificar más claramente nuestras emociones y, en consecuencia, actuar
de forma más coherente con nuestros propios valores. Esto también permite ver
como, aquél asunto que pensábamos que no podría solucionarse, finalmente sí lo
hizo.
4)
Liberamos estrés. Escribir es una
forma “segura” de exteriorizar emociones y de ordenar pensamientos, ya que nos
permite pensar de forma más pausada (la mano no puede alcanzar la velocidad con
la que nuestra mente es capaz de encadenar pensamientos).
5)
Dormiremos mejor. Los puntos
anteriores tienen como consecuencia la sensación de “aligerar” la carga antes
de ir a dormir. Estar más relajados y sentir más seguridad para afrontar el
nuevo día, facilita un mejor descanso, lo que repercutirá de forma positiva a
la hora de enfrentar un nuevo día.
Artículo de Marta Loriente
Durán (terapeuta del CPA)
Fuentes:
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