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lunes, 16 de marzo de 2020

Cómo hacer frente a las preocupaciones de nuestros hijos


Al igual que los adultos, los niños también lidian con miedos y preocupaciones en diferentes situaciones de su día a día y, en ocasiones, los adultos que hay a su alrededor pueden sentirse desbordados al no saber cómo ayudarlos. Las preocupaciones de nuestros hijos pueden surgir por algo que ven u oyen que les genera miedo y pueden producirles sensaciones físicas desagradables como dolor de tripa, dolor de cabeza, náuseas, etc.

Muchos de sus miedos los podemos considerar propios de su etapa evolutiva e incluso adaptativos para su desarrollo: en la etapa de 2 a 6 años es habitual el miedo a la oscuridad; de 4 a 6 años suelen surgir miedos respecto a seres imaginarios (monstruos, fantasmas, etc.); de los 6 a los 9 años comienzan a tener miedo a hacerse daño o hacer el ridículo; y en la etapa de los 9 a los 12 años aparece el miedo a la muerte y las enfermedades, así como miedos relacionados con el rendimiento escolar. Sin embargo, en ocasiones, estos miedos causan un gran malestar para nuestro hijo/a; e interfieren en su vida cotidiana al impedirles vivir experiencias como dormir en casa de un amigo, irse de campamento, divertirse jugando solo en su habitación, enfrentarse a un partido importante, etc.

Fotografía de Anna Shvets con licencia de Creative Commons

¿Alguna vez habéis sentido que las preocupaciones de vuestro hijo/a no paran de crecer a pesar de todos vuestros esfuerzos por tranquilizarlo/a? Aunque vuestro hijo/a sepa que ese personaje ficticio de miedo no va a salir del televisor para meterse en su armario, es probable que por las noches siga revisando el armario y nunca olvide meter en la cama a su superhéroe favorito para que le ayude a enfrentarse a posibles monstruos con sus poderes.

Si este es vuestro caso, habréis podido comprobar que los niños con preocupaciones realizan grandes esfuerzos por evitar las situaciones temidas y hacen frecuentemente preguntas para tratar de aliviar su malestar. Por otro lado, quizás ya os hayáis dado cuenta de que los intentos de calmarlos con abrazos y palabras tranquilizadoras y ayudarlo a evitar estas situaciones que tanto temen no hacen que estos miedos se hagan más pequeños.  De hecho, las  preocupaciones pueden resultar tan difíciles de quitar como una mosca que ronda alrededor de nuestra cabeza: los esfuerzos por hacer que se vaya pueden hacer que cada vez la veamos más grande y ruidosa.

La buena noticia es que, con las pautas que os ofrecemos a continuación, podréis ayudar a vuestro hijo/a a tomar el control sobre sus preocupaciones.

1. Ofrecedle un tiempo para preocuparse: si a vuestro hijo/a le cuesta dejar de pensar en sus preocupaciones al estar acostumbrado/a a dedicarles tanto tiempo, puede ser útil acordar un momento del día para ello. Por ejemplo, puede imaginarse que guarda las preocupaciones en un cofre bien cerrado que sólo se abre a la hora pactada.

2. Ayudadle a enfrentarse a sus miedos: los mensajes tranquilizadores fomentan que vuestro hijo/a siga recurriendo a vosotros cada vez que algo le preocupa y que su preocupación se haga cada vez un poco más grande. En lugar de esto, podéis ayudarlo/a a pensar en mensajes que le motiven a hacerle frente. Por ejemplo, cada vez que le aparezca una preocupación, podría repetir frases como “¡no te creo!”, “¡déjame en paz!” o “¡eres una mentirosa, no pienso volver a hacerte caso!”. Este tipo de frases pueden hacer que se sienta más fuerte frente a sus preocupaciones y empiece a verlas cada vez más pequeñas.

3. Ayudadle a volverse a encontrar con energías: una vez se haya enfrentado a su preocupación, jugad con vuestro hijo/a a algo físico (p. ej., el pilla pilla, una guerra de cosquillas etc.) o ayudadlo/a a relajarse si no es momento para tanta actividad. Por ejemplo, respirar de forma regular, lenta y poco profunda; tensar o destensar los músculos o imaginar un recuerdo agradable; pueden ser estrategias útiles para que su cuerpo se recupere.

4. Animadle a que haga deporte: la actividad física es un gran liberador de estrés y ayudará a tu hijo/a a mantener alejadas sus preocupaciones.

5. Fomentad una autoimagen positiva: hablad con vuestro hijo/a de todo lo que se le da bien. Hazcedle ver que es capaz de muchas cosas; entre ellas, de enfrentarse a sus miedos.

Esperamos que estos tips puedan ayudaros a manejar las preocupaciones de vuestros hijos. Sin embargo, si veis que la ansiedad interfiere significativamente en su vida os recomendamos acudir a terapia psicológica. ¡En el CPA estaremos encantados de ayudaros!

Candela González – Terapeuta del CPA

Bibliografía

Caballo, V.E., y Simon, M.A. (2001). Manual de psicología clínica infantil y del adolescente: Trastornos generales. Pirámide.

Huebner, D.,y Matthews, I.D.B. (2008). Qué puedo hacer cuando... me preocupo demasiado. Un libro para niños con ansiedad. Madrid: Tea Ediciones

Pillado, C.M., Tabuyo, M.G., Ortiz, C.Á., Sanz, M.G., Cebrián, R.P., Cabrero,  Ó.P. y de la Torre, M. (2015). Guía de Intervención Clínica Infantil. Centro de psicología aplicada. Universidad Autónoma de Madrid.




1 comentario:

  1. Artículo muy clarificador y útil. Las recomendaciones están muy bien explicadas, son prácticas concisas y utiles

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