Fotografía:
Virginia Wonka, con
licencia Creative Commons
Hace unos meses publicamos una
entrada en la que revisábamos distintos problemas sexuales femeninos (ver entrada
aquí). Esta semana, queremos dedicar
nuestra publicación a hablar sobre una de las disfunciones sexuales más
frecuentes entre las mujeres – la
anorgasmia femenina.
Pero, ¿qué es la anorgasmia? El
concepto se define como un retraso o
ausencia de orgasmo, habiendo experimentado previamente la mujer tanto el
deseo como la excitación. Además, el problema debe persistir durante un mínimo de 6 meses. Entre la población
femenina, la anorgasmia la experimenta un 16%
- 30% de las mujeres. No obstante, la dificultad para alcanzar el orgasmo
es un problema tan frecuente que todas, en algún momento de nuestra vida, hemos
experimentado (o experimentaremos) dificultades para lograrlo, pese a que no
pueda clasificarse como una disfunción sexual.
Cuando hablamos del orgasmo (o
falta de éste), a menudo lo asociamos con el coito. Sin embargo, tanto la
anorgasmia como cualquier otra disfunción sexual no tiene por qué referirse
únicamente a las relaciones sexuales mantenidas
en pareja, ya que también hablamos de anorgasmia cuando la mujer que es
incapaz de alcanzar el orgasmo durante la masturbación.
Por otra parte, puede darse el caso de que la mujer nunca haya experimentado un orgasmo o que el problema se limite a
un contexto más concreto (por
ejemplo, la pareja actual).
En la publicación anterior
mencionamos la importancia del papel que juega la ansiedad en la aparición o en
el mantenimiento de los problemas sexuales. También presentamos un ejemplo de
cómo una sola relación sexual insatisfactoria, a causa de la ansiedad generada y la indiscutible influencia de los pensamientos
anticipatorios, puede convertirse en un problema. No obstante, aunque la
ansiedad sea un factor cuya influencia parece irrefutable, existen otras
variables que determinan el desarrollo o la gravedad de la anorgasmia.
Algunos de estos factores de carácter social serían:
- La educación recibida por parte de la familia o la escuela: si la mujer ha crecido en un ambiente, donde lo relacionado con el sexo se consideraba un tema tabú o incluso una conducta inapropiada, es más probable que se muestre inhibida, avergonzada o incluso culpable, lo cual dificultará que disfrute de las experiencias sexuales y alcance el orgasmo.
- La religión – sería un factor directamente relacionado con el punto anterior. Al ser el sexo un comportamiento castigado por algunas religiones, una mujer creyente que disfruta de las conductas sexuales satisfactorias podría desarrollar el sentimiento de culpabilidad así como ocultar dichas prácticas ante el colectivo religioso al que pertenece, aumentando así la sensación de estar cometiendo un pecado.
- La desinformación – aunque estemos avanzando mucho en este sentido gracias a las charlas informativas y talleres realizados en los colegios, todavía queda mucho camino por recorrer. Se enfatiza sobre todo la importancia de las conductas sexuales seguras como el uso de los anticonceptivos, pero raramente se aborda la satisfacción de uno con dichas conductas o la necesidad de auto-conocimiento, de la aceptación de nuestro cuerpo o de una actitud respetuosa hacia las preferencias sexuales de los demás – reflexiones imprescindibles para disfrutar de una vida sexual plena.
- Los intereses de las industrias “eróticas”– los macronegocios del sector (por ejemplo, el mundo de la pornografía) han contribuido en la aparición de algunos estereotipos, como el varón sexualmente hiperactivo o la mujer multi-orgásmica, que al no ajustarse a la realidad y crear falsas expectativas, a menudo acaban desencadenando en conflictos inter e intra personales.
La influencia de la sociedad parece jugar un papel incuestionable en la generación de ciertos problemas
sexuales. Todavía demasiadas mujeres tenemos un concepto negativo de nosotras
mismas por no parecernos a las celebrities
que admiramos en las portadas de las revistas, nos sentimos culpables por haber
mantenido relaciones sexuales con “demasiadas” parejas o por vergüenza jamás hemos
explorado nuestro cuerpo para descubrir nuestras necesidades, tanto para
satisfacerlas nosotras mismas como para transmitírselas a nuestro compañero/a
sexual.
A menudo nos olvidamos de que la sexualidad es algo íntimo y privado, es
diferente en cada individuo y cada uno
la disfruta a su manera. El sexo, sea en pareja o en solitario, no es una obligación ni hay maneras correctas
o incorrectas de vivirlo.
Fotografía:
Virginia Wonka, con
licencia Creative Commons
A lo largo de este curso iremos
retomando la temática de los problemas de carácter sexual, tanto femeninos como
masculinos. Así que, si te interesa el
tema, te animamos a que sigas
nuestro blog y estés pendiente de nuestras próximas publicaciones. También puedes
revisar las entradas anteriores que tratan al respecto, como la mencionada al
principio. Además, estaríamos encantados de leer en los comentarios las
sugerencias sobre los temas relacionados que te gustaría encontrar en las
futuras publicaciones de nuestro blog.
¿Te has sentido identificada al
leer esta entrada, o estás pasando por cualquier otra dificultad en el ámbito
de tu vida sexual? Recuerda que la terapia psicológica puede ayudar en este
tipo de problemas. En el CPA tenemos una Asesoría
de orientación sexológica gratuita y confidencial que atiende consultas sobre cualquier aspecto de la
sexualidad. Para más información podéis consultar la siguiente página (apartado
de asistencia y servicios): https://www.uam.es/centros/psicologia/paginas/cpa/paginas/
Kaja
Chmielowiec – Terapeuta del CPA
Bibliografía recomendada:
Navarro, Y. y Torrico,
E. (2005). Trastorno orgásmico femenino. Psiquiatría Noticias, 7, 27-32
Farré, J. M. y
Lasheras, M. G. (2008). Disfunciones sexuales de origen no orgánico. Trastornos
femeninos. En Tratado de Psiquitría [versión electrónica]. Recuperado de:
http://www.psiquiatria.com/tratado/cap_29.pdf
Muy interesannte muchas gracias.
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