Hay
momentos muy importantes en nuestra vida
que esperamos que nos hagan sentir felices, como casarse, tener un hijo,
acabar los estudios, etc. Sin embargo, en ocasiones cuando estas situaciones llegan no nos sentimos como esperamos e
incluso nos sentimos mal y nos surgen dudas sobre qué nos está pasando. Es
necesario tener en cuenta que son situaciones que conllevan cambios muy
importantes en nuestras vidas a los que hay que ir adaptándose poco a poco, lo
cual no siempre es sencillo. En esta entrada, queremos dedicar especial
atención a los procesos que puede vivir una madre tras el nacimiento de su
hijo.
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La esperada llegada del bebé implica muchos cambios para los progenitores, especialmente para la madre. Después de nueve meses de cambios durante la gestación, que suceden muy rápido y que conllevan un gran esfuerzo de adaptación de la mujer, los cambios hormonales y metabólicos continúan tras el parto, pudiendo alterar el estado de ánimo de la madre. Por otra parte, los cambios en el aspecto físico son llevados con más facilidad cuando todavía se está esperando al bebé, pero cuando el niño ya ha nacido y se quiere recuperar la figura anterior al embarazo pueden suponer una presión importante para la mujer.
Además, el bebé durante los primeros meses exige una atención constante. La tarea de alimentar al niño puede complicarse, siendo difícil e incluso dolorosa. La falta de sueño también puede llegar a suponer un problema. Asimismo, la configuración familiar, especialmente la relación de pareja, han de reajustarse a la nueva situación para poder cumplir con todas las tareas que el recién nacido requiere, y la mujer pierde mucho tiempo para sí misma.
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por photoduet con licencia creative commons.
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Así, todos estos cambios pueden llevar la madre a desanimar y a presentar diferentes síntomas como ansiedad, llanto, labilidad
emocional, insomnio, fatiga, irritabilidad, sentimientos de inutilidad o culpa,
pérdida de placer o interés en la mayoría de las actividades, pérdida de la
concentración o cambios de apetito. Sin embargo, en muchos casos los síntomas únicamente permanecen durante unos
días y pronto la madre comienza a sentirse mejor. Este pequeño periodo de
depresión es conocido como depresión del tercer día o “maternity blues”, les
ocurre a muchas mujeres y generalmente desaparece sin necesidad de tratamiento.
Cuando estos
síntomas permanecen durante un tiempo más prolongado, podemos encontrarnos ante
un episodio de depresión posparto. Es posible que además, la madre
experimente incluso pensamientos de muerte o suicidio o de dañar al bebé. Estos
pensamientos pueden atormentar mucho a la mujer, haciéndola sentir mala madre y
provocándole mucho miedo. Aunque resultan aterradores, generalmente nunca
llegan a materializarse. De todas formas, en caso de que estos pensamientos se presenten o la madre
continúe sintiéndose mal, es necesario acudir a un
profesional para que valore la gravedad del caso y pueda ayudar a que la madre que se sienta mejor, evitando que
los síntomas puedan derivar en una depresión mayor y previniendo que la madre pueda hacerse daño a sí misma o al bebé.
Algunas pautas
pueden ayudar a prevenir o a paliar estas sensaciones tan desagradables. En
primer lugar, como madre, es importante que no intentes abarcarlo todo tú sola
y solicites ayuda a tu pareja, familiares y amigos tanto con los cuidados del
bebé como con otras tareas del hogar o incluso del trabajo. Además, es bueno
compartir las emociones y pensamientos que estás experimentado, ya sea con tu
pareja o tus allegados. De igual forma, hablar con otras mujeres que hayan
podido pasar por lo mismo te puede ayudar a normalizar lo que te ocurre. Intenta
reservar algo de tiempo para ti misma, para descansar o hacer alguna actividad
que te guste.
En cualquier caso, si te preocupa cómo te estás sintiendo o los síntomas permanecen
durante varias semanas, buscar ayuda psicológica será la mejor forma de
ayudarte a afrontar la situación, obtener información sobre lo que te ocurre y
hacerte sentir mejor. En el CPA estamos para ayudarte.
Artículo redactado
por Cristina de la Fuente, terapeuta del CPA.
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