El estado de ánimo está relacionado con las actividades
gratificantes y satisfactorias que realizamos. Las personas más felices son
aquellas que hacen tareas que resultan agradables por sí mismas y/o que les
generan bienestar por todo aquello adicional que les reporta. Por ejemplo, una
persona que dedica dos días a la semana a hacer algún tipo de actividad con sus
amigos o con sus compañeros después del trabajo, obtiene la gratificación de
hacer esas actividades. Además, también puede disfrutar de buenos momentos y
conversaciones con otras personas, recibir elogios, etc.
Cuantas más actividades hagamos y
más diversas sean, mucho mejor. Por supuesto, no todas las tareas valen por igual.
Cada persona es un mundo y según sus experiencias, unas actividades tendrán más valor que otras.
En ocasiones puede ocurrir que las
actividades que antes nos resultaban gratificantes, ahora no lo son, y por
tanto nos cuesta hacerlas. También puede que nos digamos a nosotros mismos
que no vamos a hacerlas porque como no tenemos ánimo no lo vamos a disfrutar. Si
esto ocurre, tenemos que tener cuidado porque podemos entrar en un círculo vicioso muy perjudicial: como
no tengo ánimo, no lo hago. Como no lo hago, no tengo la oportunidad de
disfrutar. Como no tengo esa oportunidad, empieza a perder valor para mi.
Entonces, tengo aún menos ánimo, de modo que no lo hago, etc. Esto es algo muy
habitual y tiene su explicación. Cuando esto ocurre, estamos
considerando que los costes de hacer algo superan a los de no hacer
nada. Al no ponernos en marcha, no tenemos que hacer el esfuerzo y a corto
plazo es una estrategia que nos resulta útil. Sin embargo, a largo plazo nos
priva de hacer actividades potencialmente gratificantes.
Fotografía: Lesly B. Juarez. Con
licencia Creative Commons
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Es adecuado incluir actividades que
podamos hacer solos, puesto que así no dependemos de otras personas y es más
sencillo que las hagamos. No obstante, también
es muy positivo realizar actividades con otras personas siempre que
podamos. De este modo, no solo obtenemos satisfacción del contacto con otros; también
puede ocurrir que al hacer actividades acompañados esto nos motive más a
hacerlas.
Además de lo anterior, es útil
incorporar actividades agradables que sean breves, puesto que de este modo
podemos hacerlas cuando no tengamos mucho tiempo y además podemos hacer varias
en un mismo día. Por ejemplo: tomar un café, darse una ducha relajante,
observar las flores, cantar una canción, etc.
Y aún hay más. Es posible potenciar el efecto. Utiliza instrucciones positivas como “puedo hacerlo” o “si lo hago
conseguiré sentirme mejor”. Incluso, prueba a afrontar la actividad sonriendo,
aunque te cueste.
Y si quieres mejorar aun más tu estado de ánimo, fuérzate a fijarte en las cosas buenas y positivas que
te ocurren en el día a día. Además, cuando estés con otras personas, háblales
de estas cosas positivas. Podrás comprobar el efecto que tiene en los demás y
cómo ese efecto puede reflejarse también en ti.
¿No te lo crees? Haz la prueba
durante unas semanas. Si sigues bien estos pasos, seguro que poco a poco
comienzas a notar cambios.
Y recuerda:
La clave para cambiar como nos sentimos consiste en cambiar nuestra
conducta
Artículo redactado por Miriam Romero, terapeuta del CPA
Referencias:
Martell, Dimidjian y Dunn (2015). Behavioral Activation for Depression: A Clinician's Guide. New York. The Guilford Press.
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