Probablemente has empezado el
curso pensando cosas como: “este año voy
a llevar todo al día” o “no voy a dejar que me pille el toro”. Sin embargo,
a medida que pasan los meses vemos cómo no cumplimos nuestros propósitos y
caemos en los errores de siempre: posponemos tareas tediosas, evitamos pasar
apuntes, dejamos para el último momento entregas y exámenes…
Imagen: Kamilla Oliveira, con licencia de Creative Commons
También habrá algunos
lectores de este post que acaben de empezar la universidad. Puede que por
primera vez te encuentres en una situación en la que tienes los exámenes
concentrados en dos meses del año: enero y mayo. Meses que ahora mismo se ven
muy lejanos, por lo que no encuentras el momento de ponerte a estudiar o no
sabes por dónde empezar.
Cuando no sabemos cómo aprovechar el tiempo, vemos cómo pasan los
días sin que avancemos en nuestros objetivos. Nos vamos sintiendo cada vez más agobiados y frustrados con nosotros mismos
(sobre todo si nos sucede año tras año). Al final, o dejamos de lado nuestra
vida para estudiar 20 horas diarias (algo no muy sano) o abandonamos
asignaturas al vernos sobrepasados.
La buena noticia es que todavía
estamos a tiempo de empezar a organizar bien el curso. Por eso, para todos
aquellos que normalmente sufrís las consecuencias de una mala planificación, os
proponemos las siguientes estrategias:
1- Conócete
a ti mismo. Durante una semana observa el tiempo que tardas en realizar tus
tareas habituales (arreglarte, desplazarte, estudiar…). Aprovecha también para
identificar tus puntos fuertes (momentos del día en los que rindes más), tus
puntos débiles (si pospones las tareas que te cuestan) y tus fuentes de
distracción (whatsapp, Facebook, los descansos con amigos en la biblioteca, tus
hermanos entrando en tu cuarto, ensoñaciones…).
2- Haz una
lista de tus objetivos concretos. Es un paso muy importante de la
planificación. Algunos de ellos son muy amplios, como hacer una práctica de una
asignatura. Estos objetivos grandes tenemos que dividirlos en objetivos
pequeños más específicos: buscar información, leerla, quedar y ponerla en común
con el grupo, hacer la presentación…
3- Clasifica
tus objetivos. Es fundamental aprender a distinguir entre tareas:
IMPORTANTE
|
NO
IMPORTANTE
|
|
URGENTE
|
Importantes-urgentes
|
Urgentes-no importantes
|
NO
URGENTE
|
Importantes-no urgentes
|
No urgentes-no importantes
|
Las tareas importantes y urgentes
son tu mayor prioridad, mientras que las importantes que no son urgentes tienen
más riesgo de que las pospongas. Por eso, ponte tus propios plazos y hazlas
poco a poco dedicándoles hueco en tu planificación. Marca también las tareas
que más te cuestan, porque es mejor empezar la jornada con ellas.
4- Haz una
planificación semanal y mensual. Incluye primero los compromisos y horarios
de clase. Deja también un espacio para el ocio o el deporte. Después coloca tus
tareas haciendo una estimación realista del tiempo que conllevan (mejor que
sobre a que falte) y dejando un tiempo para imprevistos. Es recomendable hacer
tu planificación al principio de la semana y revisar cada día al acabar lo que
te toca hacer al día siguiente.
5- Prémiate
por cumplir tus tareas. Deja un tiempo al final del día o de tus tareas
para hacer una actividad agradable. Disfruta también de la satisfacción que
genera ir cumpliendo pequeñas tareas que te permiten alcanzar objetivos
mayores. Evita a toda costa posponer tus tareas, piensa en las consecuencias
negativas que tendrá dejar las cosas para otro momento (descuadrar tu
planificación, agobiarte, sentirte culpable…).
6- Pon en
práctica tu planificación y ve evaluando los resultados. Así aprenderás a
flexibilizar y a corregir tus errores, aprendiendo a organizar y aprovechar al
máximo tu tiempo.
A la hora de ponerte a estudiar ten en cuenta los distractores que has identificado y contrólalos. Quita los datos del móvil, cierra la puerta de tu
cuarto, di a tu familia que no te moleste, aprende a cortar los descansos y las
conversaciones de la biblioteca, evita estudiar con ciertas personas…
También puede ayudarte comunicar a otras personas tus intenciones.
Por ejemplo, si le comentas a un compañero de clase que tienes pensado tener la
práctica hecha para el viernes, aumentarán las probabilidades de que realmente
la hagas.
Aplicando estas estrategias,
conseguirás ganar control sobre los acontecimientos que te rodean y abordarlos
de forma proactiva. También verás cómo los sentimientos de agobio y de culpa se
van reduciendo, mientras que aumenta tu sensación de autoeficacia. Por eso, ¡no esperes a mañana para empezar
a ponerlas en práctica!
Almudena Castelo González
(Terapeuta CPA)
Referencias:
-
Fernández
Rodríguez, C. y Amigo Vázquez, I. (2007). Aprender
a estudiar ¿Por qué estudio y no apruebo? Madrid: Pirámide.
-
González-Pienda,
J. A., Núñez Pérez, J. C., Álvarez Pérez, L. y Soler Vázquez, E. (2002). Estrategias de aprendizaje. Concepto,
evaluación e intervención. Madrid: Pirámide.
-
Kay,
F. (2009) Gestión del tiempo y del estrés
for Rookies. Madrid: LID Editorial.
-
Martín,
E. y Moreno, A. (2007). Competencia para
aprender a aprender. Madrid: Alianza Editorial.
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