Foto: Lolita8 (https://www.flickr.com/photos/lolita8fotos/3450536719, http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.0/) |
Para
poder hablar sobre la hipocondriasis primero debemos mencionar en qué
consiste este trastorno. En la hipocondriasis encontramos una alteración del
funcionamiento del cuerpo considerado normal pero sin ningún tipo de causa
orgánica que esté produciendo dicha alteración. En los pacientes hipocondríacos
puede darse un gran temor a la enfermedad, pero también hay pacientes que
presentan un férrea creencia de estar ya enfermo y cerca de la muerte. Las
molestias suelen ser vagas, siendo el dolor la queja más frecuente, seguida de
quejas gastrointestinales y del funcionamiento cardiorrespiratorio.
Desde que se creó el término
hipocondria hasta hoy, ha habido discusiones con respecto a dónde se debe
incluir dicho trastorno. Estas discusiones dependen fundamentalmente de dos
cuestiones: la primera viene generada por la comorbilidad de la
hipocondriasis con otros tipos de problemas; la segunda se basa más en los
diferentes tipos de perfiles patológicos que se sitúan bajo esta misma
etiqueta.
Con respecto al primer punto, aunque
esté clasificado dentro de los trastornos somatomorfos, al presentarse de
manera coexistente en muchos casos con problemas de ansiedad e incluso asociado
a rasgos de personalidad obsesivo–compulsiva, se ha planteado categorizarlo
también como un trastorno de ansiedad. Incluso ha habido autores que han
hablado de un trastorno hipocondríaco de la personalidad (Tyrer et al., 1990),
pero no parece suscitar mucho interés.
Con respecto a los diferentes
perfiles patológicos que nos podemos encontrar, cabe destacar que nos
encontramos con un problema con los criterios para el diagnostico de la
hipocondria. Dichos criterios no hacen diferencia entre las personas que temen
ponerse enfermas y aquellas que realmente creen que lo están a pesar de las
pruebas médicas. En el caso de las personas que temen ponerse enfermas,
podríamos incluso estar hablando de un trastorno de fobia específica, que
consistiría en miedo a la enfermedad (clasificado dentro de los
trastornos de ansiedad). Sin embargo, encontramos también el perfil de
convencimiento de enfermedad a pesar de que las pruebas médicas pongan de
manifiesto lo contrario. En este caso sí que estaríamos hablando puramente de
un trastorno somatomorfo.
Este
dato es importante a la hora de planificar la intervención, por lo que ha sido
ampliamente discutido, aunque aún no se ha modificado en la última edición del
DSM.
Si nos
enfrentamos a un caso de miedo a la enfermedad, las sugerencias terapéuticas se
encaminan hacia la eliminación de las respuestas de ansiedad mediante la
exposición a los estímulos evocadores y la prevención de las actuaciones
“compulsivas” de alivio de la ansiedad.
Sin
embargo, cuando nos encontramos ante pacientes que creen tener una enfermedad,
predomina la vigilancia extrema de las sensaciones corporales. Por ello el
planteamiento terapéutico va encaminado a modificar las interpretaciones
erróneas y exageradas de los síntomas físicos utilizando identificación y
desafío de las “evidencias”. También se suele incluir la prevención de
respuesta en los casos en los que se considere oportuno.
Con esta
disertación se pretende invitar al lector a que juzgue la adecuación de la
descripción de este trastorno. Es importante para las personas que podemos
manejar este tipo de etiquetas diagnósticas conocer sus limitaciones.
A
opinión de esta profesional, las etiquetas diagnósticas no aportan mucha
información sobre un caso, por lo que sería positivo que pudieran ofrecer la
mayor cantidad de información posible. Por ello, considero que debería de estar
especificado dentro de la descripción de esta patología el tipo de perfil al que
nos vamos a enfrentar, sobre todo para facilitar la comunicación entre
profesionales.
Autora: Marta Gervás Sanz (Terapeuta del CPA).
Autora: Marta Gervás Sanz (Terapeuta del CPA).
Referencias:
Fernández
Rodríguez, C.; Fernández Martínez, R. (2001) Tratamientos Psicológicos Eficaces
para la Hipocondría. Psicothema. Vol 13, nº3, 407 – 418.
Tyrer,
P., Fowler – Dixon, R., Ferguson, B. y Kelemen, A. (1990). A plea for the
diagnosis of hypochondriacal personality disorder. Journal of Psychosomatic
Research. Vol 34, nº6, 637 – 642.
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