El profesor de neurociencia en la Universidad de Oxford Russell Foster ofreció una charla bajo el título “¿Por qué dormimos?” en la que reflexiona sobre la importancia capital de una actividad en la que invertimos de media el 36 por ciento de nuestra vida, o lo que es lo mismo, unos 32 años de una persona que alcanzase la edad de 90.
Una necesidad vital de la que, sin embargo, muchos reniegan en esta sociedad frenética en la que no se puede perder un solo minuto. En tiempos pretéritos eran ejemplo de ello Thomas Edisson, quien llegó a decir que “el sueño es una pérdida criminal de tiempo y una herencia de nuestro pasado cavernícola” o Margaret Tatcher, que aseveró que “el sueño es para los débiles”.
¿POR QUÉ DORMIMOS?
Pero el discurso de Russell Foster busca concienciar de la importancia del acto de dormir, ya que explica que algunas partes del cerebro están más activas durante la fase de sueño. Foster enumera tres teorías sobre por qué dormimos:
1º Como acto de restauración: se ha demostrado que en el cerebro algunos genes que tienen que ver con la restauración y las rutas metabólicas sólo se activan durante la noche.
2º Como proceso de conservación de la energía: se ha comprobado que entre dormir y no hacerlo, no moviéndose mucho, apenas se ahorran 110 calorías, el equivalente a un pan de hot dog.
3º Como procesamiento cerebral y consolidación de la memoria: intentar aprender algo sin dormir es drásticamente más complicado. El profesor de Oxford detalla que la solución a problemas complejos llega más habitualmente después de una noche de sueño, ya que conexiones neuronales importantes se unen y se fortalecen durante la noche.
PROBLEMAS DE LA FALTA DE SUEÑO
Foster expone que hay quien compara dormir con una mejora: pasar de clase turista a primera clase. “Pero en realidad, si no dormimos, no volamos”, asevera.
Según estudios de sueño, en 1950 dormíamos unas 8 horas, mientras que en 2013 la media es de 6,5 horas. Muchas personas duermen sólo cinco horas, mientras que un 20 por ciento de la población son trabajadores de turnos de noche, “cuyo reloj corporal no puede adaptarse a dormir de día”.
Está falta de sueño provoca que el cerebro tenga una necesidad de dormir que se traduce en micro-sueños. Según algunos estudios, un 31 por ciento de los conductores se dormirá al volante al menos una vez en su vida. Se trata de una cifra escalofriante, pero hay datos oficiales que prueban que 100.000 accidentes de coche al año en EEUU están asociados al cansancio y a quedarse dormidos conduciendo.
Russell Foster recuerda que trágicos accidentes como el de Chernobyl o el del transbordador espacial Challenger fueron accidentes que se atribuyeron al cansancio por turnos demasiado largos.
Y es que dormir poco provoca mala memoria, poca creatividad, falta de criterio e impulsividad.
Además, este profesor de neurociencia destaca que un cerebro cansado ansía cosas para despertarlo, como son drogas, estimulantes o cafeína; o alcohol para “sedarlo” cuando nos mantenemos activados a horas en las que ya deberíamos dormir. A este respecto, Foster señala que el alcohol no proporciona sueño, aunque sí nos seda, y perjudica algunas de las conexiones neuronales que ocurren durante la consolidación de la memoria.
RELACIÓN SUEÑO-OBESIDAD
Foster desvela que la falta de sueño tiene una relación directa con la obesidad. “Si duermen cinco horas o menos tienen un 50 por ciento de posibilidades de ser obesos”, asegura. Esto es debido a que la falta de sueño da lugar a la liberación de la hormona grelina, la hormona del hambre. El cerebro siente que necesita carbohidratos, por lo que se demuestra que hay una relación directa entre la falta de sueño y la predisposición metabólica para aumentar de peso.
Por otra parte, entre la gente estresada y con falta de sueño aumentan las enfermedades cardiovasculares, ya que conduce a una inmunidad suprimida, por lo que una persona cansada tiende a tener índices más altos de infecciones en general.
Russell Foster da una serie de pautas de higiene del sueño, bajo el lema “Dormir para tontos”.
Hacer del cuarto un refugio para dormir; oscurecerlo todo lo que se pueda y enfriarlo un poco; apagar el móvil, el ordenador; no tomar cafeína las horas antes de acostarse; no exponerse a mucha luz antes de dormir, un baño muy iluminado cuando nos lavamos los dientes antes de acostarnos no es positivo; y en cambio, al despertarse, que haya mucha luz es bueno para ajustar el reloj biológico al ciclo luz-oscuridad.
MITOS
El profesor de la Universidad de Oxford también desmonta tres mitos en su charla:
¿Los adolescentes son perezosos? No. Tienen una predisposición biológica para ir tarde a la cama y levantarse tarde.
¿Necesitamos ocho horas de sueño? Es un promedio, algunos necesitan más, otros menos. Escuchen a su cuerpo.
¿Los ancianos necesitan menos sueño? Falso. Los ancianos duermen fragmentos y el sueño es menos fuerte, pero no bajan las necesidades de sueño con la edad.
RELACIÓN SALUD MENTAL Y TRASTORNOS DEL SUEÑO
En la parte más científica de la charla, Russell Foster asevera que en los trastornos mentales severos siempre existe una alteración del sueño, pero critica que estos es algo que los médicos han ignorado.
El profesor señala que en enfermedades como la depresión, la esquizofrenia y el trastorno bipolar hay problemas de sueño.
Según Foster, el trastorno mental y el sueño no están simplemente asociados, sino que están vinculados físicamente dentro del cerebro.
Sostiene que los genes han demostrado ser muy importantes en la generación de sueño normal, y cuando mutan también predisponen a los individuos a tener trastornos mentales. En este sentido, explica que el año pasado publicaron un estudio que demostró que un gen vinculado a la esquizofrenia cuando muta también interrumpe el sueño.
Según este estudio, la interrupción del sueño precede a algunas enfermedades mentales. Señala que individuos jóvenes con riesgo de desarrollar trastorno bipolar, ya tenían una anormalidad del sueño antes de cualquier diagnóstico.
Su compañero Dan Freeman ha utilizado una serie de patrones que estabilizan el sueño y ha demostrado que se reducen los niveles de paranoia en un 50 por ciento.
“El trastorno del sueño puede ser una advertencia temprana de posibles enfermedades mentales graves, con lo que tenemos la oportunidad de actuar más prontamente”, sentencia.
Foster añade que estabilizar el sueño en individuos vulnerables nos permite hacerlos más saludables.
El profesor de Oxford celebra que la comprensión del sueño por parte de la neurociencia está empezando a cambiar la forma de pensar sobre las causas de algunas enfermedades mentales, lo que está proporcionando alternativas para tratar esas afecciones.
Y es que dormir bien aumenta concentración, atención, toma de decisiones, creatividad, habilidades sociales y salud; y reduce los cambios de humor, el estrés, los niveles de ira, la impulsividad y la tendencia a beber y a tomar drogas.
Por ello, Russell Foster cierra su discurso con una cita del escritor de literatura fantástica Jim Butcher: “El sueño es Dios. Adórenlo”. Amén.
Vídeo comentado y sugerido por Aminta Acosta Arcarazo (Terapeuta del CPA)
Si quieren ver a Russell Foster, pinchen en el siguiente enlace:
No hay comentarios:
Publicar un comentario