El Centro de Psicología Aplicada pretende desde su blog, Psicología ComPartidA, divulgar la psicología en la comunidad universitaria con la intención de promover la salud física y mental. Nuestro objetivo es acercar el conocimiento a través de la publicación de artículos del ámbito psicológico y compartir noticias de actualidad.

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lunes, 27 de mayo de 2019

Ladrones del tiempo: estrategias para vencerlos


Casi todos conocemos esa sensación de “tener mucho que hacer y poco tiempo disponible”. Aunque a muchos nos encantaría que el día tuviese 26 o incluso 30 horas, la realidad es que disponemos de 24 horas para hacer aquello que nos proponemos. Sin embargo, en muchas ocasiones no se trata de un problema de “falta de tiempo”, sino de cómo gestionamos éste. Todos los días nos enfrentamos a una gran cantidad de “ladrones de tiempo”, es decir, malos hábitos que afectan a nuestra productividad. Estos hábitos nos quitan tiempo para dedicarnos a nuestras obligaciones y a aquello que nos gusta (p. ej., estudios, aficiones, familia, amigos, etc.). 

Fotografía de annca con licencia Creative Commons
 
A continuación, te enseñamos distintas estrategias para combatir tres de los “ladrones de tiempo” más frecuentes (Pena, 2010):

1. Interrupciones
Las llamadas telefónicas, la notificación de un nuevo correo electrónico o mensaje de WhatsApp, la conversación de los de al lado, que alguien te pregunte algo,… Cada mínima interrupción te impide trabajar de manera continuada, obligándote a parar. Además, al tiempo que te quita la propia interrupción en sí misma, hay que sumarle el tiempo que necesitas para recuperar de nuevo la concentración. Aunque es poco realista pretender eliminar las interrupciones por completo, es importante tratar de reducirlas al máximo. Para ello, puedes ayudarte de lo siguiente:
  • Identifica las interrupciones habituales. Haz una lista con las interrupciones más comunes y puntúalas (p. ej., de 1 a 10) atendiendo a su frecuencia e interferencia. De esta manera, tendrás identificadas las más “peligrosas” y podrás prevenirlas.
  • Apaga o silencia el teléfono móvil. Mientras realices tareas importantes, mantén el móvil desconectado o ponlo en silencio y boca abajo para no ver la pantalla.
  • Ten a mano auriculares o tapones. En caso de tener gente a tu alrededor, puedes utilizar auriculares o tapones como medida disuasoria ante posibles interrupciones. Así, es menos probable que te interrumpan o te distraigan las conversaciones de los demás. Del mismo modo, puede ser útil avisarles de que estarás ocupado/a durante un determinado tiempo.  
  • Márcate objetivos cortos. Si divides la tarea en pasos intermedios, completarlos requerirá de menos tiempo y, por consiguiente, se reducirá la probabilidad de que te interrumpan (p. ej., es más probable que te interrumpan al realizar una tarea de 60 minutos que una de 20 minutos). Igualmente, es importante aislar cada nueva tarea. Evita empezar una nueva si no has acabado previamente con la que estabas.
2. Falta de planificación
La improvisación o falta de planificación supone en muchos casos no poder aprovechar al máximo el tiempo disponible. En cambio, disponer de una planificación realista ayuda a administrar de forma eficaz el tiempo que tenemos. Para ello, te proponemos lo siguiente:
  • Haz una lista de tareas. Elabora una lista con todas las tareas pendientes (p. ej., en un cuaderno, libreta, aplicación móvil, etc.). Cada vez que aparezca una nueva, anótala inmediatamente.
  • Prioriza las tareas clave. Clasifica las tareas según su importancia y urgencia. Da prioridad a aquellas importantes y urgentes, y deja en un segundo plano las poco urgentes e importantes.
  • Deja tiempo para imprevistos. Guarda en tu horario un período dedicado a posibles imprevistos. En caso de que no haya ninguno, puedes aprovechar ese tiempo para avanzar trabajo y realizar alguna de las tareas pendientes, y/o para descansar.
  • Divide las tareas. Una vez más, divide las tareas en pasos intermedios. De este modo, te resultará más sencillo completarlas y avanzar. Asimismo, en caso de surgir imprevistos, será más fácil modificar tu planificación de tareas.
·      Si quieres saber más sobre cómo planificar mejor tu tiempo, pincha el siguiente enlace:   http://psicologia-cpa.blogspot.com/2016/10/seis-estrategias-para-planificar-mejor.html

 3. Internet y redes sociales
Responder a ese mensaje de WhatsApp, ver las últimas publicaciones de nuestros amigos en Instagram o Facebook, buscar en Google lo que se nos acaba de ocurrir,... No somos conscientes de la cantidad de tiempo que perdemos con las nuevas tecnologías. Para hacerles frente, puedes hacer lo siguiente:
  • Elimina las notificaciones. Silencia todas las aplicaciones para evitar posibles “tentaciones”.
  • Cierra las aplicaciones. Siempre que puedas, no dejes abiertas las distintas aplicaciones. En su lugar, ábrelas sólo en determinados momento del día (p. ej., antes de comer y después de cenar).
  • Pon límites. Controla el tiempo que dedicas a Internet y a las RRSS, puesto que es muy fácil perder la noción del mismo mientras las usamos. Fija un horario y un tiempo máximo para usarlas y no te lo saltes. Si esto te resulta especialmente costoso, puedes ayudarte de aplicaciones móvil que controlan el tiempo de uso de tu dispositivo como, por ejemplo, la aplicación Forest.
  • Reduce progresivamente su uso. El cambio será más sencillo si disminuyes el tiempo de uso poco a poco. Por ejemplo, puedes empezar reduciendo 30 minutos a la semana. Luego, disminuye cada semana 10 minutos más hasta alcanzar la duración que sea tu objetivo.
  • Programa actividades alternativas. Decide en que otras actividades invertirás el tiempo “ganado” (p. ej., leer una novela, hacer deporte, etc.) y hazlas.
  • Replantéate eliminarlas. ¿Qué pasaría si las quitaras? Reflexiona si realmente necesitas todas esas aplicaciones y, en caso de que no te estén aportando nada, elimínalas.
 ¡Os animamos a poner a prueba las pautas anteriores para hacer frente a estos ladrones de tiempo!

Cristina Guerrero – Terapeuta del CPA

Referencia bibliográfica:
Pena, A. (2010). Guía práctica: 7 ladrones del tiempo y 7 técnicas para combatirlos


lunes, 22 de octubre de 2018

Inteligencia emocional… 5 pautas que te ayudarán a vencer la pereza


Fotografía de: Naiara Matesanz
 
  Las emociones son herramientas útiles para la supervivencia y por lo tanto están conectadas a nuestras necesidades fundamentales. Todas las emociones que sentimos nos informan acerca de algo, aunque no sepamos interpretar correctamente las señales que nos ofrecen. La pereza es un estado que nos genera emociones negativas y el ser humano debe enfrentarse a ella muchas veces a lo largo de la vida. Esa pereza puede ser vivida como una sensación de cansancio, de desgana y cuando se instaura nos acompaña en nuestras actividades cotidianas. 

   Lo primero que debemos hacer al mirarnos en el espejo de nuestras emociones es entender que hay detrás de éstas, el “para qué” y “por qué” estoy sintiendo esto. De este modo, la pereza no es una excepción y primero debemos comprender por qué hemos perdido la motivación que nos empujaba hacia nuestros objetivos.

-          - Factores más frecuentes que determinan la pereza

Falta de autoeficacia, hace referencia a cuando dejamos de vernos como personas capaces y eficaces a la hora de abordar las tareas que nos incumben, comenzamos a valorarnos negativamente en la ejecución de las responsabilidades cotidianas, y dejamos de sentirnos útiles y dificultando la motivación que necesitamos para empezar las tareas.

Miedo al fracaso, la angustia cuando no alcanzamos las expectativas al enfrentamos a las tareas rutinarias y el miedo a fracasar en nuestros objetivos provoca que la ansiedad se convierta en nuestra compañera de viaje.

Falta de apoyo emocional, si nuestro entorno deja de apoyarnos en nuestras labores, es probable que dejemos de sentir calidez y comprensión; y si por el contrario, estas son estas son sustituidas por desinterés o críticas, puede surgir esta desmotivación y pereza hacia las responsabilidades diarias. 

Pérdida de valores, cuando los propósitos vitales que nos impulsan se diluyen en la rutina y el funcionamiento automático del día a día llega un momento en que las metas hacia las que uno se dirigía se han perdido y la ilusión que antes nos empujaba hacia la acción ya no está presente. 


-          - Algunos pautas para vencer la pereza.

  Antes de comenzar con algunos consejos para enfrentarnos a la pereza debemos tener clara la idea de que queremos superarla. No debemos pretender realizar las tareas de forma perfecta, siendo lo más productivos y eficaces que podamos. Resulta muy importante mantener presente esta idea, porque la autoexigencia de hacerlo perfecto impide avanzar hacia los pasos que sugerimos a continuación. Nuestro objetivo es movilizarnos.

1.      Haz una lista de las tareas pendientes. Cuando estamos desmotivados se nos acumula trabajo. Al enfrentarnos al montón de tareas pendientes sentimos  malestar, que se va incrementando conforme pasa el tiempo y tenemos más trabajo. Una buena forma de empezar a afrontar la pereza es sentarte y escribir una lista de tareas pendientes.
Una vez tenemos la lista delante clasifica las tareas en función de la urgencia y ordénalas con este criterio. Deja para otro día las tareas menos urgentes. Del resto de la lista selecciona la tarea que te resulte más sencilla y requiera menos tiempo para da el primer paso. Es importante que taches de la lista las tareas que vayas acabando y paso a paso irás avanzando. 

2.      Establecer objetivos concretos. Escribe la tarea que debes realizar y divídela en tres o cuatro pasos más sencillos que haya que realizar para completarla. Si estos tres pasos siguen pareciendo inabarcables coge el primero y divídelo hasta que obtengas un paso sencillo que puedas realizar sin sentirte abrumado. 

3.      Escribe los beneficios de la tarea finalizada. Muchas veces cuando nos enfrentamos con pereza a una tarea nos resulta muy difícil sobreponernos a ese malestar y tener presentes en la mente lo positivo de acabar la tarea. De modo que puede resultar muy útil escribir lo que conseguirás una vez finalices las cosas pendientes.

4.      Realiza pequeños cambios en tu vida que te motiven. Introduce pequeñas actividades nuevas que te despierten interés, o retoma alguna de esas actividades que hace años que no practicas y te gustaban tanto. Puede resultarte útil realizar estas actividades al final del día, como forma de premiarse. 

5.      Elimina distracciones. Las distracciones nos dan una excusa para aplazar las tareas y a la larga hacen que cada vez parezcan más aburridas. Es importante que identifiquemos aquello que nos distrae. Evalúa qué elementos de tu vida funcionan como distractores. Una vez identificados, cuando comiences una tarea, asegúrate que esos distractores no están disponibles. Puede resultar útil utilizar los distractores como premios por completar tareas. De modo que, cuando finalices una tarea que te resulta pesada puedes dedicar 10 minutos a realizar estas actividades distractoras, como mirar las redes sociales o ver algún video breve en Youtube.


  Como conclusión, muchas veces las personas funcionamos como baterías de coche. Si nos descargamos necesitamos una ayuda y comenzar a rodar para recargar fuerzas y seguir hacia delante. Esperamos que estas pautas sean de utilidad. 

Naiara Matesanz Díaz, Terapeuta del CPA

Bibliografía recomendada:
Ménard, J.D. (2004) Cómo organizar el tiempo en la vida personal y profesional. Barcelona: Larousse.

lunes, 10 de octubre de 2016

Seis estrategias para planificar mejor tu tiempo

Probablemente has empezado el curso pensando cosas como: “este año voy a llevar todo al día” o “no voy a dejar que me pille el toro”. Sin embargo, a medida que pasan los meses vemos cómo no cumplimos nuestros propósitos y caemos en los errores de siempre: posponemos tareas tediosas, evitamos pasar apuntes, dejamos para el último momento entregas y exámenes… 

Imagen: Kamilla Oliveira, con licencia de Creative Commons

También habrá algunos lectores de este post que acaben de empezar la universidad. Puede que por primera vez te encuentres en una situación en la que tienes los exámenes concentrados en dos meses del año: enero y mayo. Meses que ahora mismo se ven muy lejanos, por lo que no encuentras el momento de ponerte a estudiar o no sabes por dónde empezar.

Cuando no sabemos cómo aprovechar el tiempo, vemos cómo pasan los días sin que avancemos en nuestros objetivos. Nos vamos sintiendo cada vez más agobiados y frustrados con nosotros mismos (sobre todo si nos sucede año tras año). Al final, o dejamos de lado nuestra vida para estudiar 20 horas diarias (algo no muy sano) o abandonamos asignaturas al vernos sobrepasados.
La buena noticia es que todavía estamos a tiempo de empezar a organizar bien el curso. Por eso, para todos aquellos que normalmente sufrís las consecuencias de una mala planificación, os proponemos las siguientes estrategias:

1-  Conócete a ti mismo. Durante una semana observa el tiempo que tardas en realizar tus tareas habituales (arreglarte, desplazarte, estudiar…). Aprovecha también para identificar tus puntos fuertes (momentos del día en los que rindes más), tus puntos débiles (si pospones las tareas que te cuestan) y tus fuentes de distracción (whatsapp, Facebook, los descansos con amigos en la biblioteca, tus hermanos entrando en tu cuarto, ensoñaciones…).

2- Haz una lista de tus objetivos concretos. Es un paso muy importante de la planificación. Algunos de ellos son muy amplios, como hacer una práctica de una asignatura. Estos objetivos grandes tenemos que dividirlos en objetivos pequeños más específicos: buscar información, leerla, quedar y ponerla en común con el grupo, hacer la presentación…

3-  Clasifica tus objetivos. Es fundamental aprender a distinguir entre tareas:

IMPORTANTE
NO IMPORTANTE
URGENTE
Importantes-urgentes
Urgentes-no importantes
NO URGENTE
Importantes-no urgentes
No urgentes-no importantes
Las tareas importantes y urgentes son tu mayor prioridad, mientras que las importantes que no son urgentes tienen más riesgo de que las pospongas. Por eso, ponte tus propios plazos y hazlas poco a poco dedicándoles hueco en tu planificación. Marca también las tareas que más te cuestan, porque es mejor empezar la jornada con ellas.
4- Haz una planificación semanal y mensual. Incluye primero los compromisos y horarios de clase. Deja también un espacio para el ocio o el deporte. Después coloca tus tareas haciendo una estimación realista del tiempo que conllevan (mejor que sobre a que falte) y dejando un tiempo para imprevistos. Es recomendable hacer tu planificación al principio de la semana y revisar cada día al acabar lo que te toca hacer al día siguiente.

5-  Prémiate por cumplir tus tareas. Deja un tiempo al final del día o de tus tareas para hacer una actividad agradable. Disfruta también de la satisfacción que genera ir cumpliendo pequeñas tareas que te permiten alcanzar objetivos mayores. Evita a toda costa posponer tus tareas, piensa en las consecuencias negativas que tendrá dejar las cosas para otro momento (descuadrar tu planificación, agobiarte, sentirte culpable…).

6-  Pon en práctica tu planificación y ve evaluando los resultados. Así aprenderás a flexibilizar y a corregir tus errores, aprendiendo a organizar y aprovechar al máximo tu tiempo.

A la hora de ponerte a estudiar ten en cuenta los distractores que has identificado y contrólalos. Quita los datos del móvil, cierra la puerta de tu cuarto, di a tu familia que no te moleste, aprende a cortar los descansos y las conversaciones de la biblioteca, evita estudiar con ciertas personas…

También puede ayudarte comunicar a otras personas tus intenciones. Por ejemplo, si le comentas a un compañero de clase que tienes pensado tener la práctica hecha para el viernes, aumentarán las probabilidades de que realmente la hagas.

Aplicando estas estrategias, conseguirás ganar control sobre los acontecimientos que te rodean y abordarlos de forma proactiva. También verás cómo los sentimientos de agobio y de culpa se van reduciendo, mientras que aumenta tu sensación de autoeficacia. Por eso, ¡no esperes a mañana para empezar a ponerlas en práctica!

Almudena Castelo González (Terapeuta CPA)

Referencias:
-          Fernández Rodríguez, C. y Amigo Vázquez, I. (2007). Aprender a estudiar ¿Por qué estudio y no apruebo? Madrid: Pirámide.
-          González-Pienda, J. A., Núñez Pérez, J. C., Álvarez Pérez, L. y Soler Vázquez, E. (2002). Estrategias de aprendizaje. Concepto, evaluación e intervención. Madrid: Pirámide.
-          Kay, F. (2009) Gestión del tiempo y del estrés for Rookies. Madrid: LID Editorial.
-          Martín, E. y Moreno, A. (2007). Competencia para aprender a aprender. Madrid: Alianza Editorial.