El concepto asertividad se ha ido popularizando e introduciendo en el ideario
social, convirtiéndose poco a poco en una cualidad deseable en prácticamente
todos los contextos. Esto ha provocado la aparición de cientos de cursos y
talleres para desarrollarla, así como miles de páginas web y entradas en blogs que
revisan, con mayor o menor atino, cómo convertirse en todo un adalid de la
asertividad. Si no un cruzado.
En este
mismo blog, la psicóloga Marta de la Torre da
algunas interesantes pautas sobre cómo comportarse de una forma asertiva en el
trabajo, aplicables también a otros contextos.
Sin embargo, es cada vez más
común escuchar frases como las del título de esta entrada: “Yo es que soy demasiado asertivo”. Esta
frase es una contradicción en términos y plantea una trampa cada vez más
frecuente: confundir la asertividad con la
agresividad. El psicólogo Daniel Santacruz ha ideado el término "agrertividad" para denominar esta habitual confusión.
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Imagen: Peter Renshaw, con licencia Creative Commons |
¿Por qué es tan fácil caer en
este error? ¿Cómo diferenciar una cosa de la otra? Allá van algunas pinceladas
que pueden ayudarte a responder estas preguntas: