En muchas ocasiones escuchamos o hemos llegado a decir “no estoy motivada/o” o “no encuentro la motivación para hacer una determinada actividad”. De manera que dejamos de realizar esas tareas, ya sean aquellas que son poco o nada placenteras como aquellas que sí que nos resultan satisfactorias por esa “pérdida de motivación”. Pero, ¿cómo conseguimos motivarnos? ¿Qué es eso de la motivación? ¿La motivación nace o se hace?
Fotografía de Pixabay
En primer
lugar, es necesario especificar a qué nos referimos con “motivación”. ¿Qué
es y qué no es la motivación? La motivación no es la causa del
comportamiento. La motivación es cualquier operación que se lleva a cabo en nuestro
contexto y que afecta al valor del reforzador, de manera que establece o
anula, es decir, facilita realizar o no, determinados comportamientos.
La
motivación se relaciona con nuestra historia de aprendizaje, es decir, con
aquellas experiencias vividas que han resultado ser más gratificantes que otras.
De manera que, recibir esas consecuencias agradables o deseables, han
contribuido a que me sienta más interesada en realizar esas conductas concretas.
Por lo tanto, la motivación es una conducta de interacción entre la
persona y su contexto.
Por ejemplo,
una persona puede mostrarse más interesada en leer sobre psicología que sobre
astrología porque puede que, cuando lee en casa sobre psicología, su madre le
preste atención, le pregunte por lo que ha leído e, incluso, se lo cuente a otras
personas mostrándose orgullosa de ello: “¡Me encanta que mi hija se interese
por la psicología! ¿Quién sabe? Igual nos ayuda en la familia”. Puede que, también,
leer sobre psicología ayude a esta persona a comprender por qué se comporta
como se comporta, tanto ella como el resto, lo cual le de cierta sensación de
control, de manera que las consecuencias que obtiene en relación a la
psicología están siendo más agradables que leer, por ejemplo, sobre astrología,
la cual cada vez que se mencionaba, era obviada o acompañada de comentarios
despectivos.
En el caso
anterior, la persona sí realizaba la actividad que le resultaba más
gratificante (leer sobre psicología) pero, ¿qué ocurre cuando quiero hacer una
determinada actividad y no la hago por esa “falta de motivación”? ¿Qué puedo
hacer? ¿Cómo puedo estar motivada/o?
Imagínate a Sara, ella comparte piso con otras compañeras. Cada vez que alguna de ellas le propone hacer ejercicio físico, Sara les suele decir que “no está motivada” y que prefiere quedarse en casa tranquilamente. ¿Por qué Sara responde de esta manera? ¿Por qué prefiere quedarse en casa? Es posible que Sara haya vivido una serie de experiencias en las que otras actividades (p.ej., leer o jugar a los videojuegos) hayan resultado ser más reforzantes que realizar cualquier tipo de ejercicio físico. También puede ser que Sara hubiera sido “castigada” cada vez que realizaba algún tipo de ejercicio físico (p. ej., una compañera que se burlara de su forma de correr o percibir ciertas sensaciones como el sudor, el olor o el cansancio como estímulos muy desagradables). Entonces, ¿qué puede hacer Sara? ¿Está destinada a dejar por completo la actividad física porque no encuentra esa motivación que tendría que llegarle de su interior? ¡Pues no! Recordemos que, la motivación no es algo interno, no es algo que “sale de dentro”, sino que es una conducta de interacción entre la persona y su contexto. Por lo tanto, para que Sara perciba esta motivación es importante construirla. Para ello puede resultarle útil:
- Antes de realizar la actividad, decirse una
frase a sí misma que le ayude a iniciar la conducta que quiere llevar a
cabo. P. ej., “¡A por ello Sara!” o “¡Si la motivación no viene, la construiré
poniéndome a ello!”
- Antes de hacer la actividad, decirse un
mensaje que anticipe las consecuencias agradables naturales de
realizar tal conducta (p. ej.: “si hago ejercicio luego me sentiré mejor”) o
las consecuencias agradables que ella se permita realizar (p. ej.: “si
hago ejercicio luego me veré un capítulo de mi serie favorita”).
- Después de llevar a cabo la actividad, recompensarse
(sobre todo al principio y si se trata de una activad que durante mucho tiempo
le ha costado realizar). Para premiarse, puede:
- Felicitarse
a sí misma, de
manera que reconozca y de valor a la conducta realizada. P.ej., “¡Qué orgullosa
me siento de mí misma por haber hecho ejercicio!”
- Pensar y dirigir la atención (disfrutar) hacia las consecuencias naturales agradables de la conducta realizada. P. ej.: “Qué relajada me estoy sintiendo ahora después de haber hecho ejercicio”
- Pensar y dirigir la atención (disfrutar) hacia las consecuencias agradables de la conducta que se haya propuesto realizar después de realizar ejercicio físico. P. ej.: “Qué a gusto estoy disfrutando de mi serie favorita después de haber hecho ejercicio”.
Por último,
recuerda que es importantísimo no esperar a que la motivación venga
de manera mágica o a que las ganas salgan del interior. La motivación no
nace, se construye. Por lo tanto, conforme Sara vaya obteniendo las
consecuencias agradables que le proporcionará, en este caso, el ejercicio
físico, irá aumentando la probabilidad de que emita la conducta de llevarlo a
cabo. En definitiva: ¡ponte manos a la obra y hazlo!
Si quieres conocer más sobre la motivación, puede serte útil el post “Algunas claves para motivarnos” (http://psicologia-cpa.blogspot.com/2020/03/algunas-claves-para-motivarnos.html), en el que puedes encontrar algunos puntos importantes para facilitar la motivación.
Por último, si recientemente consideras que necesitas ayuda para retomar o iniciar ciertas actividades u otras conductas, en el CPA estaremos encantados/as de ayudarte.
Desiree Corral Serano – Terapeuta del
CPA
Bibliografía recomendada:
Froxán
Parga, M.X. (2020). Análisis funcional de la conducta humana.
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