“Luego el
verano desvanece y pasa, y llega octubre. Se fisga la humedad, se siente una
claridad impensada, un escalofrío nervioso, una rápida exaltación, un
sentimiento de tristeza y de partida”.
Thomas
Wolfe
La llegada del otoño nos trae una
bajada de las temperaturas, un cambio de color en el paisaje y días más cortos.
En la naturaleza, esta estación trae consigo renovación, caducidad y cambio, algo
que hábilmente recoge la literatura. ¿Quién en estos primeros días de frío no
se ha sentido un poco más apático y atraído por el sofá y el calor de una manta?
Y es que por mucho que queramos
ser impermeables a los cambios, no lo somos. Las estaciones y los cambios de
nuestro entorno pueden afectarnos, haciendo que nuestro estado de ánimo y niveles
de energía puedan variar y fluctuar día a día y de estación a estación.
Y, ¿qué nos ocurre en otoño? En
esta estación tiene lugar una bajada de las temperaturas, un aumento de las
lluvias y un acortamiento de los días. La llegada del frío y la lluvia puede
hacer que nuestra motivación para pasar tiempo fuera de casa disminuya y
decidamos no salir. Por otro lado, los días cortos suponen una menor exposición
a la luz solar. La disminución de la exposición a la luz solar se ha
relacionado con una bajada del estado de ánimo, ya que a nivel fisiológico afecta
a la secreción de neurotransmisores y hormonas que regulan nuestros ritmos
circadianos. Estos ritmos son como un “reloj” biológico del que dependen el
sueño, el hambre o los niveles de energía. Todo esto puede contribuir a que nos
sintamos más apáticos, cansados y melancólicos.
Además, con el otoño, no solo cambia el tiempo y las horas de luz, sino que también volvemos a nuestra rutina después del verano, vuelta al colegio, al trabajo, a la universidad. Para algunos, puede ser un periodo ilusionante, lleno de nuevos proyectos y comienzos, si bien, para muchos, puede traer también una bajada del estado de ánimo y de energía. Esta vuelta a la rutina muchas veces conlleva un aumento del estrés, una reducción de las horas de sueño y una disminución de nuestro tiempo libre y de ocio. Ya hemos visto en otros posts de qué manera nos afecta el estrés.
- Mantente activo: Con el cansancio y el estrés, es fácil que olvidemos y descuidemos nuestras rutinas de ejercicio. El deporte es un gran liberador de estrés y un potenciador natural del estado de ánimo, hazle hueco en tu rutina. Elige un deporte que disfrutes y puedas mantener a largo plazo.
- Cuida la alimentación y el sueño: La comida que ingerimos nos da la energía que necesitamos, procura llevar una alimentación nutritiva que te ayude a mantener unos niveles de energía estables a lo largo del día.
- No dejes de lado tu tiempo de ocio: Con el estrés y el peor tiempo, puede costarnos más, pero procura planificar tiempo para quedar con tus amistades y seres queridos, realizar planes sociales favorece la mejora del estado de ánimo.
- Planea algo divertido: El día a día se vuelve más motivante cuando tenemos un plan ilusionante en el futuro; un viaje de fin de semana, una excursión o cualquier plan especial. Planifica huecos de ocio lejos del estrés y obligaciones del día a día que te ayuden a desconectar.
- Pasa tiempo en la naturaleza: La falta de luz solar puede afectarnos más de lo que creemos. Por ello, busca formas de salir al exterior, aunque sea unos minutos. Salir a dar un paseo por la naturaleza, además, puede ser una fantástica idea para disfrutar de los colores que trae consigo el otoño.
- Prueba algo nuevo: Un nuevo hobby puede actuar como motivador y mejorar nuestro ánimo. Piensa en esa actividad que siempre has querido hacer o aquella que te gustaba que antes hacías. ¡La vuelta a la rutina puede ser un gran momento para empezar!
Julia
García de Madariaga – Terapeuta del CPA
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