Después de unas merecidas vacaciones, llega el momento de volver a retomar la rutina de estudio. Intentas volver a aplicar el método de planificación que ha dado resultados en el pasado, haces un horario con objetivos ajustados para “ponértelo fácil”, de manera que ya solo queda cumplirlo. Pero entonces, te pones “manos a la obra” y te das cuenta de que tu atención sigue en “modo vacaciones”.
En ese
momento vienen a ti pensamientos del tipo “todavía queda mucho tiempo para
los exámenes”, “hoy no me apetece estudiar, ya mañana” y toda una
serie de verbalizaciones que justifican que “aún no es el momento”.
Pero… ¿qué te dice la experiencia de otras ocasiones en que has ido aplazando
tareas para el “último momento”? Efectivamente, agobios, dudas sobre la
posibilidad real de alcanzar tu objetivo, evitar tareas debido al malestar que
todo ello te provoca… Probablemente, aun con todo ello, hayas podido aprobar y
finalizar tareas “a tiempo” en el pasado (por eso se mantiene en el tiempo),
pero el camino hacia ello ha estado lleno de baches.
Si te
identificas con lo anterior, te proponemos una ruta alternativa. En ésta
también hay que hacer esfuerzos, pero puedes aprender herramientas que te
ayuden a recorrer el camino.
Una de esas herramientas es lograr y/o mantener un estado de concentración.
El
que sea un estado significa que tiene un límite de tiempo, que será variable en función de
condiciones tanto internas a la persona (p. ej. Falta de interés por la materia, nivel de
activación, fatiga física) como externas de su ambiente (p. ej. Ruidos, iluminación, dificultad de la
materia). Estas condiciones influyen tanto positiva como negativamente en la
concentración, por lo que podemos aplicar estrategias para fomentarla.
Algunas
de ellas son las siguientes:
1. Seguir la “ley de Yerkes-Dodson”. También conocida como "ley de la U invertida" debido a la forma en la que se relacionan activación y rendimiento. Dicta que el rendimiento aumenta con la activación fisiológica o mental, pero sólo hasta cierto punto, ya que, cuando los niveles de activación se vuelven demasiado altos, el rendimiento disminuye. Esta ley explica que, si empiezo a estudiar algo que me es muy fácil o muy difícil, no consiga concentrarme. En el primer caso, porque no consigo elevar mi activación; en el segundo, porque me activo demasiado. Por ello, el primer paso es planificar el estudio de tal modo que pueda comenzar con una tarea de dificultad intermedia (para conseguir subir mi activación sin que me desborde), continúe con una tarea de dificultad alta (aprovechando el punto máximo de rendimiento/concentración alcanzado) y finalice con una tarea de dificultad baja (porque vuelve a decaer mi rendimiento a causa de la fatiga).
2. Alternar estudio y descansos. Si planeamos horas de estudio ininterrumpido, alcanzaremos rápidamente la fatiga mental y física, por lo que disminuirá nuestro nivel de atención. Por el contrario, un descanso a tiempo puede ser la pausa que necesitan nuestras neuronas para refrescarse y proseguir con el estudio. Una recomendación al respecto es estudiar durante una hora y descansar 5 minutos, proseguir otra hora o 45 minutos y hacer un descanso de 10 minutos. Estudiar progresivamente unos minutos menos y descansar unos minutos más sigue la curva del rendimiento, pero es cierto que puede "desconcentrar" a muchas personas. Por tanto, no existe una pauta universal para ello. Lo ideal es conocerse a sí mismo para saber cuándo descansar y tener en cuenta que los "atracones de estudio" no son beneficiosos, como tampoco lo es el dedicar los descansos a actividades que capten tanto la atención que nos saquen del "modo estudio".
3. Cuidado con ponerte demasiado cómodo. Estudiar en pijama en la cama no es una buena idea. Si adopto una postura demasiado cómoda, al poco tiempo mis ojos estarán fijos en el libro, pero mi mente estará en otro sitio. Puede que incluso haya leído varias páginas sin saber qué estoy leyendo y no me dé cuenta. Esta es una señal de que no estoy lo suficientemente "activo". Cuando detectes esta señal, reorienta tu atención a la tarea. Para ello, puedes establecer un objetivo concreto que sea "asequible" (p.ej., estudiar hasta el siguiente apartado o el próximo tema). Si al alcanzarlo notas que estás más activo y puedes seguir, vuelve a marcarte otro pequeño objetivo. Si tras varias veces continúas sintiendo esa señal, quizá es el momento de descansar y premiarte por haber continuado. Muchas veces el marcarse objetivos que dependan de páginas concretas y no del tiempo nos ayuda a mantener el estudio, sobre todo si me marco un número de páginas que garantice mi éxito.
4. Emplea estrategias activas de estudio. Comprender y recordar una información implica más que leer. Aunque esta lectura sea pausada y podamos parafrasearla aunque no la lleguemos a entender, el estudio se beneficia del empleo de estrategias más activas. Intercalar estrategias activas a la lectura comprensiva nos permite cambiar de actividad (rompiendo, así, la monotonía, enemiga de la concentración), a la par que nos beneficiamos de una "elaboración" mayor de la información, lo que repercute en facilitar el recuerdo. Estas estrategias son: subrayar, hacer señales o escribir en los márgenes, resumir, parafrasear oralmente o por escrito, formar asociaciones con imágenes, construir reglas mnemotécnicas, plantear preguntas y dar respuestas. También puedes imaginarte enseñando a otra persona lo que estás estudiando. Como decía Albert Einstein, entiendes algo cuando eres capaz de explicárselo a tu abuela.
Te animamos a que visites otros Post relacionados con más herramientas que puedes utilizar para facilitar tu estudio (https://psicologia-cpa.blogspot.com/2021/12/me-gustaria-cumplir-con-el-estudio-pero.html).
Recuerda: La motivación, la concentración y las ganas SE HACEN, pocas cosas surgen “de la nada”. Esto quiere decir que se pueden aprender, por tanto, si consideras que no las posees actualmente o que tienes dificultades, esperamos que estas pautas puedan servirte de ayuda.
Sin
embargo, si presentas dificultades que requieran de una ayuda profesional
individualizada, en el CPA estaremos encantados de ayudarte.
María Ortiz - Terapeuta del CPA
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