Sin ninguna duda
el 2020 ha sido un año atípico, lleno de sucesos dignos de una película de
ciencia ficción. Ha habido momentos duros, hemos tenido que lidiar con mucha
incertidumbre y nos hemos tenido que adaptar a acontecimientos que jamás
hubiésemos imaginado. Y, después de una primavera en casa y un verano raro,
llegan unas navidades diferentes a las que estábamos acostumbrados hasta el
momento.
Fotografía de Valeria_Aksakova con licencia Freepik
Para muchos/as
las navidades son un momento especial y nos asusta pensar en cómo podrán ser
tras todos estos cambios que hemos vivido. No lo podemos saber, lo único que
podemos vaticinar con cierta seguridad es que serán diferentes, y no por ello
serán mejores ni peores, solo diferentes. Y ante los cambios, adaptación. Del
mismo modo que pasamos el verano, aunque las circunstancias y el contexto al
que estábamos acostumbrados cambiaron, no dejó de ser verano. Probablemente
suceda lo mismo con la navidad; será distinta pero no dejará de serlo.
Por ello, en
esta entrada nos proponemos mostraros algunas pautas que puedan ser útiles para
adaptarnos de la mejor forma posible a estas navidades.
- Para el carro: ajusta expectativas y anticipaciones. Funcionamos así, tenemos muchísima facilidad para pensar qué haremos en el futuro, pero vamos a intentar quedarnos en lo único que podemos “manejar”: el presente. Si anticipamos que van a ser unas navidades horribles, nos sentiremos más tristes y decaídos incluso antes de saber si lo serán o no, y probablemente reduzcamos las conductas que puedan hacer que sean un poco “menos malas”. Por otro lado, tampoco sería muy acertado pensar que serán iguales que otros años, porque probablemente no lo sean, y la diferencia entre lo que nos esperábamos y lo que realmente vaya a ser puede generarnos frustración, rabia y tristeza, entre otras emociones. Se trata de buscar un punto medio, practicar la aceptación, ir día a día. Un “intentaremos pasarlo de la mejor forma posible en función de las circunstancias y de lo que podamos hacer”.
- No idealices las navidades anteriores. No se trata de ser el Grinch de las navidades pasadas, pero sí intentar buscar una visión lo más objetiva posible, ya que, en ocasiones, tendemos a idealizar y romantizar las navidades (además de que los medios de comunicación nos ayudan a hacerlo). Igual que tenían cosas muy buenas, también había otras que no nos gustaban tanto, como por ejemplo todas las compras en sitios llenos de gente, cenas y comidas interminables, etc.
- Céntrate en lo que tienes, en lo que puedes hacer y está bajo tu control y no en lo que te falta. Es fácil que nos focalicemos en todas las cosas que han cambiado este año con respecto al anterior y todo aquello que falta o ya no está; es totalmente normal y lícito hacerlo. Pero, que esto se convierta en la tónica de las navidades posiblemente nos hará sentir peor y querer cambiar algo que no se puede, por mucho que lo deseemos, desgasta y mucho. No podemos romper una pared dándole golpes con la cabeza, pues lo único que conseguiríamos es tener la frente roja y un dolor de cabeza interesante. Esto no es útil a no ser que nuestro objetivo sea tener la misma resaca que un 1 de enero típico. La alternativa; ¿qué cosas sí podemos hacer? Por pequeñas que sean o insignificantes que nos puedan parecer a priori, seguro que algo suman y nos hacen sentir un poco mejor. Intentar pasar del “vaya rollo, este año no puedo cenar con mi familia en el pueblo, ¡esto es injusto!” al “preferiría cenar con mi familia en el pueblo pero al menos puedo llamarles y es una situación temporal”.
- ¿Qué hacemos con los/as niños/as? Sin duda son los grandes protagonistas de la navidad y nos puede preocupar pensar que se pueden quedar sin ellas. Lo más indicado será, como la mayoría de las veces con los/as niños/as, contarles directamente y con un lenguaje adaptado a su grado de comprensión qué es lo que sucede. Puede generarnos cierto reparo hablarles de algunos temas, ya que no queremos preocuparles y queremos protegerles; es normal. Sin embargo, no están fuera de la realidad, nos escuchan (aunque muchas veces creamos que no), ven, interpretan nuestras emociones y a partir de la información que les llega, más o menos acertada, hacen una interpretación de lo que sucede. Así que, si queremos que esta interpretación se ajuste lo máximo posible a la realidad, una buena manera de hacerlo es que seamos nosotros quien se la cuente, con tacto y cariño. Sin miedo a mostrarles cómo nos sentimos y expresándolo explícitamente. Esto también les ayudará a interpretar e identificar sus propias emociones.
- Utiliza el humor. Reírnos de nosotros mismos y de la situación actual, con respeto hacia uno mismo y los demás, siempre ayuda y quita leña al fuego. ¿Que no hay cabalgata? Monta tú una en casa. ¿Que no puedes cantar villancicos con tus familiares? Grábate cantando y mándaselo, seguro que les hace mucha ilusión. Imaginación y humor puede ser una gran combinación.
Recuerda, no se
trata de verlo todo de color de rosa, ni de que todo sea blanco o negro, hay
veces que un tono gris también está bien. Encontrar ese punto intermedio: aceptar
que hay cosas que nos gustaría que fuesen de otra manera pero que no las podemos
cambiar, a la vez que nos focalizamos en aquellas que sí podemos cambiar y
mejorar. Se trata de hacer lo que se puede con lo que se tiene.
¡Esperamos que
esta entrada te haya resultado útil! En cualquier caso, si estás experimentando
gran dificultad en la adaptación a la situación actual o tu malestar está
interfiriendo en tu día a día, recuerda que siempre puedes buscar ayuda
profesional.
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