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lunes, 13 de noviembre de 2023

Psicología detrás del Black Friday

Con el mes de noviembre se acerca el cada vez más conocido como “Black Friday”, un fenómeno que ha ganado protagonismo en gran parte del mundo donde pymes y grandes empresas ofrecen increíbles descuentos y ofertas especiales para atraer a los compradores.

Este movimiento de consumo tiene una explicación psicológica sobre cómo nuestro cerebro responde a las ofertas tentadoras y cómo el marketing aprovecha los sistemas de recompensas y sesgos cognitivos para condicionar nuestras decisiones de compra y animarnos a consumir.

Imagen extraída de freepik 


Para entender por qué el Black Friday nos atrae de manera tan poderosa, debemos conocer  el funcionamiento del sistema de recompensas del cerebro.

Cuando encontramos una oferta irresistible, nuestro cerebro libera dopamina, el neurotransmisor asociado con el placer y la recompensa. Este aumento de dopamina nos hace sentir bien y nos motiva a seguir buscando estas sensaciones placenteras, lo que nos lleva a perseguir gangas y ofertas compulsivamente. La anticipación de obtener un buen trato activa el sistema de recompensas, creando una sensación agradable que impulsa nuestras decisiones de compra.

El sesgo cognitivo de anclaje es otra pieza clave del rompecabezas del Black Friday. Este sesgo se refiere a nuestra tendencia a depender de la primera información que recibimos a la hora de tomar decisiones. En el contexto del Black Friday, el anclaje se manifiesta cuando vemos el precio original de un producto antes del descuento, esto nos puede hacer caer en “la trampa de las comparaciones”. Nuestra mente se ancla a esa cifra inicial, haciendo que la oferta parezca más atractiva de lo que realmente es, siendo esta ilusión de ahorro en comparación con el precio original lo que nos impulsa a comprar.

Las empresas también aprovechan la urgencia percibida para influir en nuestras decisiones de compra durante el Black Friday. Las ofertas relámpago, que tienen un tiempo limitado, crean una sensación de urgencia en nuestra mente. La escasez de tiempo nos hace sentir que, si no actuamos de inmediato, perderemos la oportunidad única de obtener una ganga. Esta urgencia activa nuestras emociones y nubla nuestro juicio racional, llevándonos a comprar productos que tal vez ni siquiera necesitamos.

Además de los mecanismos psicológicos intrínsecos, el Black Friday se ha visto potenciado por el impacto de las redes sociales, que han convertido las compras del Black Friday en un evento social. La tendencia de seguir a la multitud y la necesidad de pertenecer a un grupo nos lleva a comprar productos que otros están comprando, creando un efecto manada. La validación social que proviene de compartir nuestras compras en línea refuerza nuestra percepción de que estamos tomando decisiones acertadas, aumentando así nuestra satisfacción y reforzando nuestro deseo de participar en futuras compras del Black Friday.

Al mismo tiempo, la publicidad juega un papel crucial activando nuestras emociones durante el Black Friday. Los anuncios están diseñados cuidadosamente para evocar emociones positivas y asociar los productos con situaciones felices y deseadas. Las imágenes atractivas, los eslóganes pegadizos y las historias conmovedoras facilitan la creación de un vínculo emocional con los productos, haciendo que nos sintamos emocionalmente conectados y obligados a comprarlos, incluso si no los necesitamos realmente.

A pesar de la complejidad de los mecanismos psicológicos que impulsan nuestras decisiones de compra durante el Black Friday, existen estrategias para protegernos del impacto negativo. En primer lugar, es crucial tomar conciencia de nuestros propios deseos y necesidades antes de enfrentarnos a las tentadoras ofertas que nos bombardean en estas fechas. Reflexionar sobre si realmente necesitamos un producto o si simplemente estamos siendo influenciados por la emoción del momento, puede ayudarnos a tomar decisiones más racionalizadas.

Además, es útil establecer un presupuesto claro antes de participar en las compras del Black Friday. Tener límites financieros nos permite resistir las ofertas que pueden tentarnos más allá de nuestras posibilidades económicas. Al hacer una lista de compras y ceñirnos a ella, podemos evitar las compras impulsivas y las decisiones basadas en emociones momentáneas.

Finalmente, desarrollar la capacidad de reconocer y cuestionar los anuncios y las ofertas puede ayudarnos a resistir a la sugestión de la publicidad. Preguntarnos a nosotros mismos si realmente necesitamos un producto, si su precio es justo y si estamos siendo influenciados por el sesgo cognitivo de anclaje puede arrojar luz sobre nuestras decisiones de compra y permitirnos tomar decisiones más racionales y fundamentadas.

En conclusión, el Black Friday es un fenómeno profundamente arraigado en la psicología humana, aprovechando nuestros sistemas de recompensas y sesgos cognitivos para fomentar el consumo impulsivo. Al comprender estos mecanismos y practicar la autoconciencia y la toma de decisiones informada, podemos protegernos del impacto psicológico del Black Friday y tomar decisiones de compra más equilibradas y racionales.

 

Ana Callejo – Terapeuta del CPA

lunes, 17 de octubre de 2022

Neurosexismo: las supuestas diferencias de género en el cerebro.

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Seguramente, a lo largo de nuestra vida, todos hemos oído a alguien decir cosas del estilo: “el cerebro de las mujeres es más emocional y el de los hombres más racional”, o “las mujeres son más empáticas y los hombres más agresivos porque nuestros cerebros funcionan distinto”. Sin embargo… ¿Cuánto de cierto es esto realmente? ¿Son creencias basadas en lo que los estudios científicos nos muestran? En este post trataremos de responder estas preguntas y analizaremos si estas ideas, tan afianzadas en la mentalidad de las personas, están respaldadas por la ciencia.

Comenzaremos por definir la palabra que pone título a este post: el neurosexismo. Este concepto pone nombre a un tendencia neurocientífica que afirma que existen distinciones biológicas entre el cerebro de los hombres y de las mujeres, las cuales explicarían las diferencias de comportamiento que observamos entre ambos géneros. La neurocientífica Cornelia Fine fue la primera en utilizar este término en 2008. Esta investigadora realizó una revisión sistemática de la evidencia científica existente, llegando a la conclusión de que los estudios que defendían estas diferencias cerebrales no estaban bien definidos ni suficientemente sustentados por el método científico. A partir de entonces, comenzó a cuestionarse la idea de que las diferencias en la forma de ser o de comportarse, entre hombres y mujeres, se debían a diferencias biológicas.

Imagen de Magda Ehlers en Pexels

Cabría preguntarse entonces, ¿por qué se mantiene la creencia de que los cerebros de hombres y mujeres son distintos, pese a los resultados encontrados en contra?

En primer lugar, hay que tener en cuenta que durante muchas décadas la ciencia ha sido realizada por hombres. Por ello, es razonable pensar que conclusiones que mantengan los roles de género preconcebidos, como las siguientes: “las mujeres son más precavidas y poseen mayor capacidad de empatía e intuición, mientras que los hombres son mejores para la construcción de sistemas, en el área lógico-matemática, en orientación espacial y en la toma de decisiones” hayan sido poco cuestionadas a lo largo de la historia.

En segundo lugar, otro fenómeno que puede explicar el neurosexismo es lo que se conoce como “fenómeno del archivador”. Cornelia Fine, en su libro “Cuestión de Sexos”, menciona que esto ocurre cuando únicamente se publica el estudio que encontró diferencias cerebrales entre sexos, mientras que los estudios restantes que no consiguieron resultados significativos, se quedan en el “archivador” del investigador. Es mucho más interesante encontrar una diferencia que no encontrarla, y por tanto, la mayoría de las investigaciones sobre este tema terminan escapándose del público.

Uno de los desafíos más grandes para la neurociencia ha sido tener en cuenta la cultura y las experiencias vitales como factores fundamentales para la interpretación de los estudios científicos. Incluso cuando se han encontrado diferencias estructurales en el cerebro entre hombres y mujeres, siempre existe la posibilidad de que éstas surjan debido a la forma en que alguien es educado según su género. Es decir, la ciencia nos muestra que la educación diferencial de una persona, según su género, es lo que cambia la estructura neuronal de su cerebro, y no al contrario. Un ejemplo de esto son las investigaciones que han demostrado cómo a lo largo de los años, los niños de tan solo meses de edad, son sensibles a los comportamientos asociados al género, y la adopción de esos comportamientos es lo que provocaría cambios en sus cerebros. Según la neurocientífica Gina Rippon “un mundo de género produciría un cerebro de género”.

Después de entender todo esto, surge la duda: ¿qué podemos hacer al respecto?

  • Concientizar a la población sobre el tema. A tu amigo, familiar o pareja, hazle saber que existe este fenómeno e invítalo a buscar información al respecto (puedes enviarle este post de blog como primer paso)
  • Apoyar movimientos científicos y feministas que divulguen y aporten recursos a la investigación neurocientífica objetiva.
  • Para los más aficionados de la ciencia: desarrollar una visión crítica de ésta es necesario. Verificar la metodología del estudio y contextualizar la investigación: Es decir, quién, cómo y cuándo se realizó el estudio es clave para detectar discriminaciones sociales de este tipo.

Cada uno de nosotros tiene un cerebro único y formas de comportarse diferentes, y nuestras habilidades no pueden definirse a través de nuestro género. Puede que lleve tiempo cuestionar este tipo de creencias, pero si nos aseguramos de que los científicos, los medios de comunicación y el público en general sean conscientes del problema, será un buen sitio por el que empezar.

Sol Patricia García Matus - Terapeuta del CPA

 

Bibliografía recomendada:

- Fine, C. (2011). Cuestión de sexos. Roca editorial.

- Rippon, G. (2019). The Gendered Brain: The new neuroscience that shatters the myth of the female brain. Random House.


lunes, 8 de abril de 2013

Nuestro incesante deseo de interpretar los sueños

Fuente: cambodia4kidsorg

Han sido muchos los intentos de interpretar nuestro sueños y de tratar de encontrar en ellos respuestas a nuestras preocupaciones de la vigilia o, más aún, encontrar significados de nuestro mundo inconsciente y pasado.  Muchos nos hemos resignado a aceptar que no son más que mera actividad cerebral, y  en esta línea, este artículo explica cómo la neurología no ha cesado en su intento de explicar qué nos sucede mientras dormimos.

lunes, 11 de febrero de 2013

El funcionamiento de nuestro cerebro en la toma de decisiones

Las decisiones que tomamos en contextos de mucha incertidumbre dependen no sólo de las evidencias sensoriales que las fundamentan sino también de mecanismos internos del cerebro. Así lo afirma un estudio de la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Nacional Autónoma de México que rebate la teoría actual sobre el modo como actúa nuestro cerebro cuando tomamos decisiones.