La pornografía, contenido audiovisual en formato película o vídeo de contenido erótico, se ha convertido en un recurso cada vez más frecuente y de fácil y rápido acceso a edades cada vez más tempranas, y, cada vez más personas la emplean como un modelo a seguir en sus propias relaciones sexuales. Aunque en ocasiones pase desapercibido, la pornografía tiene gran influencia en la sexualidad de las personas, sobre todo, en la de los/as más jóvenes, aunque no solo en ellos. Todos estamos expuestos a este contenido. El ser humano aprende muchos comportamientos por observación, reproduciendo conductas que han sido observadas; esto mismo también puede trasladarse a la erótica humana.
La carencia de una educación sexual formal y de calidad ha hecho que la pornografía se convierta en la única fuente de información sexual para muchas personas, siendo un recurso al que acudir para dar respuesta a dudas y preguntas. Sin embargo, no todo lo que visualizamos en la pornografía es ético ni ajustado a la realidad; suelen llevarse a cabo una serie de prácticas (como veremos a continuación) que pueden contribuir a crear unas expectativas poco realistas y no fáciles de cumplir en la realidad.
Entonces, ¿Es el consumo de pornografía algo perjudicial para la sexualidad de las personas?
La pornografía en sí misma, no es algo ni beneficioso ni perjudicial para la sexualidad. Sin embargo, hay ciertas cosas que tenemos que tener en cuenta si decidimos visualizar este contenido:
- Los cuerpos. En general, los cuerpos que vemos en la pornografía, tanto de hombres como mujeres, no son los que nos encontramos habitualmente en la realidad dónde existe una gran diversidad de cuerpos; ante eso, se corre el peligro de hacer entender a muchas personas que todos los cuerpos deberían ser iguales, tal y como se muestran en la pornografía.
- Los genitales. Esto mismo sucede con los genitales: las vulvas son todas bastante simétricas, sin pelo, recogidas... al igual que los genitales masculinos suelen tener un determinado aspecto y tamaño, muchos de ellos sometidos a cirugías.
- Los ritmos y tiempos también se alejan de la realidad, con erecciones prolongadas, múltiples orgasmos simultáneos o rápidos...
- En ocasiones, muchas personas también emplean el uso de la pornografía como una fuente de inspiración o fomento de las fantasías, pero es muy importante que diferenciemos la realidad de la ficción. Como veníamos explicando, tomar la pornografía como referencia nos llevará a imitar comportamientos y actitudes que solo funcionan en ese contexto y que pueden no resultar tan placenteras y aceptados en la realidad como en la ficción.
- Roles de género. Otro de los grandes temas de debate es el trato o rol que recibe la mujer, ejerciendo normalmente un papel sumiso y pasivo a disposición del placer del hombre, quien es el que lleva el control del encuentro erótico.
- La erótica se reduce a los genitales, dejando de lado otras prácticas y zonas erógenas por explorar y disfrutar.
- Ausencia de comunicación. En ningún momento las personas implicadas se comunican o dan consentimiento sobre las prácticas que se van a realizar o lo que desean, les gusta o quieren cada uno de ellos. Así mismo, durante el encuentro no se negocian ni se expresan los deseos y límites de esas personas
- Salud sexual. Tampoco es habitual el uso del preservativo (u otros métodos anticonceptivos) que, como sabemos, es el único método que evita las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS).
- Finalizar el encuentro. Es muy frecuente que el encuentro acabe cuando el hombre eyacula, sin tener en cuenta el placer de ellas o si necesitan o quieren continuar, quedando su placer en un segundo plano.
Cuando la pornografía se convierte en nuestra única fuente de información y de educación sexual pueden derivarse una serie de dificultades y problemas psicológicos y sexuales:
- Dificultades sexuales como problemas con la erección o para alcanzar el orgasmo de formas diversas.
- Dificultades para relacionarnos y vincularnos con otras personas eróticamente.
- Aprender y reforzar estereotipos y roles de género.
- Afectación sobre la autoestima, por ejemplo, comparando nuestros cuerpos con lo que se muestran en la pantalla.
- Aprendizaje y erotización de conductas violentas durante un encuentro y que esta pase a formar parte a nuestra forma de vincularnos con los demás.
- Adicción a la pornografía. El consumo de pornografía se convierte en un inconveniente cuando no somos capaces de elegir cuándo empezar y cuándo acabar, cuándo necesitamos consumir cada vez más pornografía para obtener el mismo nivel de placer, cuándo se convierte en una conducta compulsiva e interfiere en nuestro funcionamiento cotidiano, por ejemplo, descuidando otros ámbitos de nuestra vida. Es entonces cuando resulta conveniente pedir ayuda profesional.
En definitiva, deberemos tratar la pornografía como un recurso más dentro del menú erótico disponible, teniendo en cuenta que, si decidimos hacer uso de ella, debe ser de manera responsable y consciente, teniendo en mente todos estos puntos mencionados y las diferencias que existen entre la pornografía y la realidad.
Jennifer López Castillejo - Terapeuta del CPA
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