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lunes, 14 de marzo de 2022

¡Aprende a tomar decisiones difíciles!

¿Qué carrera estudio? ¿Continúo en mi relación de pareja o es mejor dejarlo? ¿Me cambio de trabajo o me quedo en este? ¿Continúo en esta casa o me voy a otra? Todas estas preguntas tienen algo en común: implican una toma de decisiones sobre aspectos que repercuten en nuestra vida. Frecuentemente, tenemos que hacer frente a numerosos problemas y decidir cómo solucionarlos. Esto puede resultar muy sencillo en asuntos cotidianos que no tienen mayor trascendencia (por ejemplo, qué tipo de ropa ponerte cada día o qué plato pedir en un restaurante), pero conllevar grandes dificultades en otras situaciones y generarnos un intenso malestar si no somos capaces de elegir. Sin embargo, contamos con un procedimiento que podemos llevar a cabo cuando nos enfrentamos a una toma de decisiones que nos está resultando difícil abordar. ¡Os contamos cuál!

Imagen de Pixabay en Pexels

El procedimiento del que hablamos es la resolución de problemas. Se trata de un proceso por el cual elegimos una de las múltiples opciones que están disponibles de la forma más satisfactoria posible. No se trata de algo inmediato, sino que implica considerar una serie de pasos antes de llegar a la elección final. El objetivo final es encontrar la mejor solución para ti y tus circunstancias. Ahora bien, ¿cuáles son los pasos que debemos tener en cuenta a la hora de tomar una decisión?

1.   Concretar cuál es el problema. Debemos identificar cuál es el problema, concretándolo lo máximo posible. Imaginemos una persona que piensa que su madre se mete demasiado en su vida (por ejemplo, varias llamadas telefónicas diarias, visitas a su casa tres veces por semana, etc.). Una forma errónea de concebir el problema podría ser mala relación con mi madre; una forma concreta y bien definida, podría ser: discusiones con mi madre debido a que acude muchas veces a casa sin avisar y me llama en exceso.

2.  Buscar posibles soluciones. En el segundo paso, debemos generar tantas alternativas como sea posible (queremos cantidad, no calidad). No importa que las alternativas no sean plausibles; queremos lluvia de ideas. Por ello, no debes realizar ningún juicio de las opciones que se te vayan ocurriendo.  Recuerda que nuestro objetivo ahora es sólo buscar tantas soluciones como podamos. En el ejemplo que acabamos de poner de la mujer que tiene dificultades para gestionar su relación con su madre, esta persona puede generar algunas alternativas como las siguientes:

    • Pedirle a su madre que no la visite ni llame más
    • Pedirle que reduzca sus visitas y llamadas
    • Abandonar la ciudad
    • Cambiar el número de teléfono y no comunicárselo
    • Discutir el problema con su madre
    • No hacer nada y aceptar las cosas como están 

3.  Valorar las consecuencias (ganancias y costes) que implica cada alternativa (a corto y largo plazo). Ha llegado el momento de analizar las alternativas que hemos generado en el paso dos y valorar los beneficios e inconvenientes en diferentes periodos temporales. En este punto, podemos descartar opciones que consideremos que claramente no son válidas (por ejemplo, abandonar la ciudad se puede descartar como opción al no considerar que la persona tiene en ese sitio a sus amigos/familiares, trabajo, y no solucionaría el problema de forma eficaz). Una vez que hemos descartado las opciones que no son viables, deberemos sopesar todos los pros y contras que tiene cada opción.

Por ejemplo: pedirle a mi madre que no me llame ni visite más puede tener algunos pros como los siguientes:

    • A corto plazo: me siento relajada.
    • A medio/largo plazo: (1) no tengo visitas inesperadas, (2) no me siento presionada para darle explicaciones sobre lo que hago, (3) no me molestará mientras esté haciendo mis actividades. 

Y algunos contras como los siguientes:

    • A corto plazo: hablamos menos.
    • A medio/largo plazo: (1) dejo de recibir visitas sorpresa que pueden ser agradables, (2) dejo de recibir llamadas que me gustan pese a ser inesperadas, (3) deberé hacer el esfuerzo yo siempre que quiera hablar con ella.   

Una vez que tengamos todos los pros y todos los contras de cada alternativa, debemos escoger la que más beneficios y menos costes presente. En caso de que haya varias alternativas eficaces, la mejor opción será la que requiera menos tiempo y esfuerzo.

4.  Poner en práctica la decisión tomada y verificar el resultado. Una vez que hayamos comparado las diferentes alternativas y hayamos seleccionado la alternativa más adecuada, debemos aclarar qué vamos a hacer, cómo y cuándo lo llevaremos a cabo. Cuando hayamos empezado a poner en marcha el plan de acción, deberemos valorar en qué medida está siendo eficaz para resolver el problema inicial. Si el resultado no es el esperado, deberemos desandar los pasos y valorar dónde reside el fallo.

Por último, debemos destacar que pese a que tomar decisiones forma parte de la vida y elegimos constantemente, es imposible no equivocarnos. Pretendemos elegir una opción acertada, pero eso no lo solemos saber hasta que no la llevamos a la práctica y lo comprobamos. 

Beatriz Gutiérrez – Terapeuta del CPA

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