Estar castigado/a sin poder salir de casa, no poder aparcar en una zona donde antes podía, utilizar menos las redes sociales, gastar menos en “caprichos”, evitar comer algo que nos encanta…En algunas ocasiones, las ganas de hacer algo aumentan solo porque nos lo han/hemos prohibido, ¿os suena familiar? En 1981, Brehm llamó a esto reactancia psicológica, definido como “la reacción motivacional o emocional que surge en una persona al verse limitada o amenazada su libertad y con el fin de recuperar su libertad de acción”. Se podría considerar como el conjunto de comportamientos que realizamos debido a las sensaciones desagradables que provocan las prohibiciones o privaciones, ya sean por parte de otros/as o de nosotros/as mismos. Pues, en muchas ocasiones, también podemos ser nosotros/as la fuente limitadora, por ejemplo, intentar utilizar menos el ordenador, hacer dietas restrictivas, dejar de fumar.
Y es que… ¿A quién le gusta que le prohíban algo?
Por un lado, ante las prohibiciones pueden surgir
respuestas de ira hacia la fuente limitadora. Posiblemente, muchos/as
recordéis cuando erais adolescentes y os prohibían algo… ¡E incluso el enfado hacia
vuestros padres, madres, profesores/as! Sin embargo, esta respuesta, si no
sabemos gestionarla no será útil a largo plazo, debido a que no se recupere
aquello prohibido, y, si lo hacemos podrán aparecer sentimientos de culpa o
ruptura de vínculos sociales, entre otros.
Junto a estos efectos, también se encuentra el
cambio en la valoración de dicho comportamiento. Es decir, cuando nos
prohíben aquello que queremos, lo valoramos de forma subjetiva, como algo más
importante. Por ejemplo, si me prohíbo comer chocolate de forma estricta,
cuando tenga acceso a él va a resultarme mucho más apetecible. Aún se observan
los efectos provocados por la pandemia, pues, muchos/as de vosotros/as ahora
posiblemente otorguéis mayor importancia a los pequeños detalles, como los
cafés con amigos/as en una terraza, las visitas a familiares, los viajes, un
paseo por el campo o por el centro de la ciudad, incluso algo tan sencillo como
la rutina de vuestro día a día.
La última respuesta de la reactancia sería la tendencia
a realizar aquello que nos han/hemos prohibido o comportamientos
relacionados. Dicho efecto, posiblemente, sea el más controvertido… ¿Realmente
que nos prohíban algo nos genera tendencia a ir a por ello? Y, de ser así, ¿qué
sentido tendría la implantación de algunas normas restrictivas que nos imponen
o nos imponemos a nosotros/as mismos/as? Un ejemplo claro de que esto ocurre
puede observarse con las dietas restrictivas. Cuando intentamos privarnos de un
tipo de alimento, en algunas ocasiones incrementa la necesidad de comerlo
posteriormente.
Existen algunos factores que influyen. Por
ejemplo, la respuesta será mayor cuanto mayor sea el número de prohibiciones,
pues, esto implicaría un menor acceso a aquello que queremos; o, cuando
consideremos que puede afectarnos en el futuro.
Aunque, si esta prohibición es justa o lícita
para la persona, la reactancia será menor. Por ejemplo, si se explica la razón
por la cual cortan una calle o implantan una nueva ley y, el razonamiento
parece adecuado, los efectos de reactancia serán menores. Esto muestra la importancia de explicar y dar
sentido a cada una de las prohibiciones que se establecen, de modo que la
probabilidad de cumplirlas sea mayor.
Posiblemente, cada uno/a de vosotros/as ya tengáis vuestros propios ejemplos de comportamientos que os han prohibido e, incluso, os habéis prohibido a vosotros/as mismos/as en alguna ocasión… Pero, ¿cómo puedo hacer para que mi reactancia sea mínima ante lo prohibido?
· En la mayoría de situaciones, estos comportamientos están dirigidos a la obtención de conseguir lo que queremos de forma inmediata. Por tanto, para poder disminuir nuestra reactancia, es recomendable enfocarse en los beneficios que nos traerá no realizar aquello prohibido a largo plazo. Por ejemplo, enumera los beneficios que obtienes si disminuyes el uso de las pantallas o el consumo de tabaco.
· Realiza actividades agradables que puedan distraerte y cambiar tu foco de atención. Por ejemplo, si de nuevo debes realizar cuarentena.
· Explica y da sentido a las prohibiciones implantadas. No te prohíbas o impongas normas y reglas exigentes que sean disfuncionales e imposibles de mantener. Por ejemplo, establecer dietas estrictas o la restricción total de algunos alimentos podría provocar consecuencias contrarias a las deseadas; al igual que, evitar constantemente pensar en aquello que te incomoda.
· Enumera las consecuencias desagradables tanto a corto como a largo plazo que tendría realizar dicho comportamiento.
Y recuerda: cuando hagas algo que está prohibido
o te has prohibido a ti mismo, ¿realmente quieres hacerlo o es el efecto de la
reactancia psicológica?
María Lázaro Gil - Terapeuta del CPA
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