Al
igual que los adultos, los niños también lidian con miedos y preocupaciones en
diferentes situaciones de su día a día y, en ocasiones, los adultos que hay a
su alrededor pueden sentirse desbordados al no saber cómo ayudarlos. Las
preocupaciones de nuestros hijos pueden surgir por algo que ven u oyen que les
genera miedo y pueden producirles sensaciones físicas desagradables como dolor
de tripa, dolor de cabeza, náuseas, etc.
Muchos
de sus miedos los podemos considerar propios de su etapa evolutiva e incluso
adaptativos para su desarrollo: en la etapa de 2 a 6 años es habitual el miedo
a la oscuridad; de 4 a 6 años suelen surgir miedos respecto a seres imaginarios
(monstruos, fantasmas, etc.); de los 6 a los 9 años comienzan a tener miedo a
hacerse daño o hacer el ridículo; y en la etapa de los 9 a los 12 años aparece
el miedo a la muerte y las enfermedades, así como miedos relacionados con el
rendimiento escolar. Sin embargo, en ocasiones, estos miedos causan un gran
malestar para nuestro hijo/a; e interfieren en su vida cotidiana al impedirles vivir
experiencias como dormir en casa de un amigo, irse de campamento, divertirse
jugando solo en su habitación, enfrentarse a un partido importante, etc.
Fotografía de Anna Shvets con licencia de
Creative Commons
¿Alguna
vez habéis sentido que las preocupaciones de vuestro hijo/a no paran de crecer
a pesar de todos vuestros esfuerzos por tranquilizarlo/a? Aunque vuestro hijo/a
sepa que ese personaje ficticio de miedo no va a salir del televisor para
meterse en su armario, es probable que por las noches siga revisando el armario
y nunca olvide meter en la cama a su superhéroe favorito para que le ayude a
enfrentarse a posibles monstruos con sus poderes.
Si
este es vuestro caso, habréis podido comprobar que los niños con preocupaciones
realizan grandes esfuerzos por evitar las situaciones temidas y hacen frecuentemente
preguntas para tratar de aliviar su malestar. Por otro lado, quizás ya os
hayáis dado cuenta de que los intentos de calmarlos con abrazos y palabras
tranquilizadoras y ayudarlo a evitar estas situaciones que tanto temen no hacen
que estos miedos se hagan más pequeños.
De hecho, las preocupaciones pueden
resultar tan difíciles de quitar como una mosca que ronda alrededor de nuestra
cabeza: los esfuerzos por hacer que se vaya pueden hacer que cada vez la veamos
más grande y ruidosa.
La
buena noticia es que, con las pautas que os ofrecemos a continuación, podréis
ayudar a vuestro hijo/a a tomar el control sobre sus preocupaciones.
1.
Ofrecedle un tiempo para preocuparse:
si a vuestro hijo/a le cuesta dejar de pensar en sus preocupaciones al estar
acostumbrado/a a dedicarles tanto tiempo, puede ser útil acordar un momento del
día para ello. Por ejemplo, puede imaginarse que guarda las preocupaciones en
un cofre bien cerrado que sólo se abre a la hora pactada.
2.
Ayudadle a enfrentarse a sus miedos:
los mensajes tranquilizadores fomentan que vuestro hijo/a siga recurriendo a
vosotros cada vez que algo le preocupa y que su preocupación se haga cada vez
un poco más grande. En lugar de esto, podéis ayudarlo/a a pensar en mensajes
que le motiven a hacerle frente. Por ejemplo, cada vez que le aparezca una
preocupación, podría repetir frases como “¡no
te creo!”, “¡déjame en paz!” o “¡eres una mentirosa, no pienso volver a hacerte
caso!”. Este tipo de frases pueden hacer que se sienta más fuerte frente a
sus preocupaciones y empiece a verlas cada vez más pequeñas.
3.
Ayudadle a volverse a encontrar con energías:
una vez se haya enfrentado a su preocupación, jugad con vuestro hijo/a a algo
físico (p. ej., el pilla pilla, una guerra de cosquillas etc.) o ayudadlo/a a
relajarse si no es momento para tanta actividad. Por ejemplo, respirar de forma
regular, lenta y poco profunda; tensar o destensar los músculos o imaginar un
recuerdo agradable; pueden ser estrategias útiles para que su cuerpo se recupere.
4.
Animadle a que haga deporte:
la actividad física es un gran liberador de estrés y ayudará a tu hijo/a a mantener
alejadas sus preocupaciones.
5. Fomentad una autoimagen positiva: hablad con vuestro hijo/a de todo lo que se
le da bien. Hazcedle ver que es capaz de muchas cosas; entre ellas, de
enfrentarse a sus miedos.
Esperamos
que estos tips puedan ayudaros a manejar las preocupaciones de vuestros
hijos. Sin embargo, si veis que la ansiedad interfiere significativamente en su
vida os recomendamos acudir a terapia psicológica. ¡En el CPA estaremos
encantados de ayudaros!
Candela González – Terapeuta del CPA
Bibliografía
Caballo, V.E., y Simon, M.A. (2001). Manual de psicología clínica infantil y del adolescente: Trastornos generales. Pirámide.
Huebner, D.,y Matthews, I.D.B. (2008). Qué puedo hacer cuando... me preocupo demasiado. Un libro para niños con ansiedad. Madrid: Tea Ediciones
Pillado, C.M., Tabuyo, M.G., Ortiz, C.Á., Sanz, M.G., Cebrián, R.P., Cabrero, Ó.P. y de la Torre, M. (2015). Guía de Intervención Clínica Infantil. Centro de psicología aplicada. Universidad Autónoma de Madrid.
Artículo muy clarificador y útil. Las recomendaciones están muy bien explicadas, son prácticas concisas y utiles
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