Tienes que ponerte a trabajar pero te tomas unos minutos más comentando una foto en Facebook, charlando con un compañero o jugando a Candy Crush…desde luego que nuestra tendencia siempre es a hacer aquello que nos resulta más apetecible y luchamos contra nuestros instintos cuando renunciamos a lo que más nos apetece por lo que creemos más conveniente.
Cuando alguna actividad o estímulo reforzador nos hace sentir bien es más probable que lo busquemos de nuevo. Para garantizar nuestro bienestar mínimo o nuestra felicidad necesitamos llevar a cabo comportamientos que garanticen nuestra dosis de refuerzo.
Lewinsohn, en su clásico modelo conductual de la depresión, sostenía que la depresión es el resultado de una baja tasa de refuerzo positivo contingente. Esto es pura teoría de Skinner: enseña al paciente deprimido a obtener mayores tasas de refuerzo, y la tasa de conducta del paciente deprimido aumentará, haciendo que su estado de ánimo mejore.
Podríamos decir entonces que esta búsqueda de reforzadores es positiva y, si no estoy del todo a gusto con mí día a día, debo pararme a reflexionar si mis reforzadores son escasos o es que no sé buscarlos y lo que hago en mi tiempo libre poco tiene que ver con mis intereses reales.
Ahora bien, los placeres también deben buscarse en su justa medida. Sería otro problema si no sé demorar los refuerzos y, como los niños, necesito mi huevo kínder antes de salir del supermercado, o si mi baja capacidad para auto-regularme me lleva a la búsqueda continua de refuerzos inmediatos, sex, drug and rock n roll.
¿Cuál es el límite con el que podríamos vivir? Skinner en su novela Walden Dos recrea una comunidad utópica en la que todos sus habitantes vivirían con los reforzadores necesarios y suficientes para que alcanzaran su estado de bienestar a la vez que harían uso de los recursos mínimos para huir de los excesos, el consumismo y sus indeseables consecuencias.
La realidad es que el ser humano se ha encontrado en situaciones atroces en las que, a pesar de ello, se ha mantenido su instinto de supervivencia, prueba de ello son las personas que vivieron el Holocausto nazi que, a pesar de las crueldades y miserias, encontraban pequeños alicientes para seguir viviendo. Thomas Buergenthal, juez estadounidense de la Corte Internacional de Justicia y superviviente a Auschwitz y Sachsenhausen, cuenta en su autobiografía, Un niño afortunado, cómo un mendrugo de pan o un trago de leche era lo único que les llenaba el estómago y lo que esperaban con ansia cada día…haciéndole incapaz de comprender ahora los innumerables caprichos de sus nietos.
Puede resultar reduccionista explicar muchos de nuestros problemas diarios en términos de reforzadores, aunque lo cierto es que hasta el mantenimiento de las relaciones de pareja viene de la mano de un adecuado intercambio de reforzadores. El tema deja de parecer tan sencillo si nos planteamos preguntas como ¿Qué es reforzante para cada uno? ¿Qué era reforzante y lo ha dejado de ser? ¿Puede volver a ser reforzante algo que ha perdido su capacidad para serlo?
Artículo de Tatiana Fernández Marcos (Terapeuta del CPA)
REduccionista no, sencillo y claro! Muy bueno
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