La entrada de esta semana está principalmente
enfocada a los hombres, aunque
también será de interés para mujeres cuyas parejas o amigos puedan verse
afectados por los problemas que aquí se van a tratar.
Nos estamos refiriendo a problemas de índole sexual. Es posible que últimamente, o incluso
desde el principio de tu adolescencia con el despertar de tu sexualidad, hayas
sentido que algo no funcionaba del todo
bien. Puede ser que el sexo no te resulte atractivo, lo cual probablemente
haya ocasionado conflictos con tus parejas y te haya hecho sentir “un bicho
raro”. También existe la posibilidad de
que, pese a que tanto el sexo como tu compañía sexual te resultan totalmente
apetecibles, cuando comienzan las caricias y el ambiente se caldea, tus
genitales no responden o la erección no se mantiene lo suficiente como para completar el acto sexual, lo cual os hace sentir frustración y dudas tanto a ti como a tu pareja. De igual forma, es
posible que tus encuentros sexuales terminen antes de lo que te gustaría porque
no puedes evitar eyacular al poco tiempo de comenzar o, por el contrario, que
tras mucho tiempo disfrutando no consigas llegar al orgasmo.
Imagen: Solominphoto con licencia Creative
Commons.
Todas estas situaciones son bastante
frecuentes, aunque generalmente provocan un gran malestar a los que las sufren,
llegando incluso a provocar la ruptura con la pareja y el aislamiento. Pero NO hay que alarmarse: a todos los
varones os ocurren de manera esporádica. El problema aparece cuando se
repiten en casi todas o todas las ocasiones (aproximadamente 75%–100%) de la
actividad sexual durante al menos 6 meses y no está causado por otro
tipo de problema (como la depresión, consumo de sustancias, o incluso una
alteración grave de la relación con la pareja). En estos casos se puede hablar de una
disfunción sexual y la ayuda de un profesional será la mejor manera de
resolverlo.
Las disfunciones sexuales masculinas pueden ser muy variadas.
Dependiendo a la fase a la que afecta podemos distinguir entre trastornos del
deseo, de la excitación o del orgasmo. Los trastornos
del deseo provocan que tu deseo de actividad sexual disminuya, pierdas el
interés en tus fantasías y tus pensamientos eróticos estén casi ausentes. Los trastornos de la excitación (disfunción
eréctil) impiden que consigas una erección, que la mantengas, o que alcance la
suficiente rigidez como para poder completar la relación sexual. Los trastornos del orgasmo pueden ser de
dos clases: en la eyaculación retardada se produce un retraso marcado o
ausencia de la eyaculación; mientras que en la eyaculación precoz la
eyaculación se produce aproximadamente
en el minuto siguiente a la penetración vaginal y antes de que lo desees. Es
importante recordar que estas situaciones han de repetirse en la mayoría de las
relaciones sexuales durante al menos 6 meses para considerar que se trata de
una disfunción sexual.
La ansiedad
juega un importante papel en todos los trastornos sexuales, pudiendo actuar
como un factor de riesgo, precipitante o de mantenimiento del problema. Tomemos
por ejemplo el caso de la disfunción eréctil por ser de los más estudiados y
muy clarificador. En alguna ocasión, ocurre una pérdida de la erección natural
debida al cansancio, el estrés o a cualquier otro motivo. Esta pérdida de la
erección, totalmente ocasional, preocupa a la persona creyendo que algo le pasa
y generándole miedo ante la posibilidad de que vuelva a ocurrir. Cuando pasado
un tiempo, se presenta la posibilidad de volver a tener una relación sexual, el
miedo y las dudas asaltan a la persona generándole ansiedad. Esto tendrá al
hombre nervioso durante la relación sexual, estando más pendiente de intentar
mantener la erección y de “estar a la altura” que de los estímulos eróticos que
están ocurriendo (la otra persona desnuda, caricias, sensaciones, etc.). Así,
la propia ansiedad finalmente provocará la pérdida de la erección, lo cual confirma
sus expectativas negativas y realimenta los factores de mantenimiento: culpa,
miedo, baja autoestima, ansiedad…
Lo mismo ocurre en los demás tipos disfunciones. De igual
forma, ciertas ideas o miedos irracionales (necesidad de “dar la talla”, miedo
a dejar embarazada a la mujer, miedo a perder el control) o un deterioro del
autoestima pueden provocar o mantener estos problemas.
La buena noticia es que existe tratamiento psicológico eficaz para todos ellos, por lo que
si te encuentras en una de estas situaciones, no lo dudes y solicita la ayuda
de un profesional. El CPA cuenta con
una Asesoría de orientación sexológica para la comunidad universitaria donde
puedes demandar asesoramiento sexológico de manera
gratuita y confidencial. Esperamos que te sirva de ayuda.
Imagen: Bartflickr
con licencia Creative Commons.
Artículo redactado por Cristina
de la Fuente, terapeuta del CPA.
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