Comúnmente este miedo desparece o disminuye alrededor de los 9 u 10 años. Si vemos que el miedo se prolonga mucho más
en el tiempo y que el niño tiene un miedo excesivo sería conveniente acudir a
un especialista (psicólogo) para descartar que exista una fobia. Además, si le
supone mucho malestar al menor, aunque únicamente sea un miedo, podemos
trabajar con él para que este problema deje de tener tantas consecuencias
negativas y para que influya lo menos posible en la vida del niño y de la
familia en general.
A partir de los dos años, la imaginación de los niños comienza a
desarrollarse y esta gran capacidad
imaginativa puede dar vida a los famosos amigos imaginarios, pero también, a
los monstruos, brujas y demás seres fantásticos. Tampoco debemos olvidar, que la televisión
libros y narraciones pueden ser materia prima para que los personajes
imaginarios terroríficos invadan la mente de los mas pequeños haciéndoles
sentir miedo. Es importante, por esto, supervisar lo que ven en la televisión,
aún cuando se trate de dibujos animados.
-¿Y el miedo a estar solos? ¿Cuándo suele aparecer y cuando termina?
Es un miedo normal que suele ocurrir entre los 6 y los 8 años pero es
un miedo que se relaciona con otros muchos temores, es decir si el niño teme a
la oscuridad o no ha superado el miedo a separarse de sus padres seguramente
aunque sea mayor aún tendrá miedo a estar solos. Al igual que si aún siente
miedo por los monstruos o las fantasmas.
Por ello, es importante evaluar por qué no quiere quedarse solo y una
vez que veamos cuál puede ser la causa, a partir de eso intentar actuar
llevando a cabo las actuaciones mas convenientes para eliminar el miedo.
-¿Es bueno dejar la luz encendida o alguna luz que vea durante la
noche?
La Luz encendida rompe el ritmo del sueño del menor, y si dice tener
miedo es probable que no remita con el tiempo pues lo acostumbramos a dormir
con la luz encendida y, tarde o temprano, si queremos que el sueño de nuestro
hijo sea normalizado tendremos que quitar la luz y esto resultará más difícil
porque para él es una señal de seguridad.
Por ello, no debemos dejar ninguna luz encendida por la noche, si bien
somos conscientes de que esto es más fácil decirlo que llevarlo a la realidad
ya que, cuando el niño se queja todas las noches y no nos deja dormir estamos
irritados y únicamente queremos que él se duerma para que nosotros también
podamos descansar, pero si le acostumbramos a dormir con la luz posteriormente
será más difícil que el menor duerma sin ella.
-¿Estos miedos surgen de la imaginación o de aspectos reales?
Como se ha dicho anteriormente,
el niño tiene un gran imaginación, y con esta interpreta la realidad,
como por ejemplo pensar que un ruido o sombras son un fantasma. También puede ocurrir que si el niño ve algo en
televisión como películas de fantasmas o con escenas violentas o escucha algo
de alguna historia de un compañero de clase pueda después tener una pesadilla,
sin embargo hay que recordar que algunos miedos son evolutivos y surgen sin la
necesidad de que exista algo real que los cause.
-¿Cuál es la mejor manera de actuar ante una pesadilla?
Es importante entender la pesadilla como un sueño largo muy elaborado,
con riqueza de detalles y que provoca en el niño una fuerte sensación de
ansiedad, miedo o terror. El contenido de los mismos es muy variado pero
siempre existe un componente de peligro para la integridad física del niño ya
que pueden terminar produciendo cierto temor a dormir, en especial, si éstas
son muy frecuentes, por ello ante una pesadilla lo más importante es la actitud
de los padres ya que de esto dependerá cómo actué el menor posteriormente.
Si intuimos que nuestro hijo puede tener miedo a la oscuridad puede
ser importante que acudamos a su cuarto y le intentemos tranquilizar con la luz
apagada. Debemos intentar mostrar una actitud calmada (sabemos que esto es
complicado, ya que seguramente nos hemos despertado en mitad de la noche por la
llamada de nuestro hijo), nos podemos quedar hasta que el niño esté más tranquilo
y le podemos dejar que nos hable de su pesadilla ya que puede ser que al
hacerlo se quede más tranquilo.
También es posible que el niño no quiera hablar ni pensar en ello, en
este caso debemos admitirlo y pensar que es una estrategia que él tiene para
superar su miedo. Podemos preguntarle si desea un vaso de agua o algo similar y
si le vemos especialmente agitado nos podemos quedar con él hasta que se relaje
ya que nosotros le damos seguridad y es más sencillo que el niño se quede más
tranquilo en nuestra presencia. No es necesario que nos quedemos hasta que se
duerma, únicamente hasta que se relaje.
Autoras: Marina Brunete, Alejandra Mohamed (Terapeutas del CPA) y Yolanda Bezares
Autoras: Marina Brunete, Alejandra Mohamed (Terapeutas del CPA) y Yolanda Bezares
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