Fotografía: Hada del lago, con
licencia Creative Commons.
Seguramente
hayas visto que hoy en día nos rodean por todos lados multitud de mensajes positivos que nos transmiten la idea de que nuestro
día sea el mejor, o de que todo lo
que nos propongamos estará a nuestros pies para conseguirlo. Lo vemos
en bolígrafos, en agendas, en tazas, en frases junto a fotos en nuestras redes
sociales… nos acompañan allá donde vamos. Parece que el único fin de estos
mensajes es mostrarnos las ventajas de alcanzar la felicidad suprema, y motivarnos
para que todos queramos alcanzarla pero, ¿qué
puede haber de malo en esto? Vayamos un paso más allá.
Desde
pequeños hemos aprendido a expresar como nos sentimos a través de las emociones, cumpliendo cada una de
ellas una función. Así, las emociones positivas tales como la alegría, la
satisfacción…están asociadas a conductas de aproximación y a la percepción de
oportunidades, que permiten a las personas que las alcancen a través del
aprendizaje. En el otro lado están las emociones negativas como la tristeza, la
ira o la frustración, que nos permiten ante determinados sucesos poder
enfrentarnos a ellos y aprender de los mismos, cumpliendo tanto las emociones positivas como las negativas
una función adaptativa.
Podemos
ver un ejemplo de esto en la película
Del Revés (Inside Out) de Pixar que
habla del papel que cumplen las emociones en la vida de la protagonista, quien
junto a su familia se traslada a una nueva ciudad por motivos laborales de su
padre, dejando atrás a sus amigos y el lugar donde ha crecido, teniendo un
impacto negativo para ella. Más allá de hablar de la película, hay un aspecto
que nos interesa especialmente y es el
papel que se le da a una emoción en concreto: la tristeza, representada de color azul.
Fotografía:
BagoGames, con licencia Creative Commons
La
tristeza es una emoción que ha
tenido y tiene una ventaja evolutiva,
nos permite enfrentarnos a las pérdidas y adaptarnos a la nueva situación que
suponen, estando implicada en nuestra toma de decisiones.
El
hecho de querer alcanzar la felicidad
máxima o estar feliz en todo momento, hace que en ocasiones podamos frustrarnos cuando no lo
conseguimos, pudiendo generar una
serie de desventajas, entre ellas:
- No dejar hueco para que las emociones como la frustración, la incertidumbre o la tristeza, cumplan su función adaptativa. Popularmente se suele decir que, a veces, tenemos que equivocarnos para poder aprender, y es como consecuencia de estas situaciones donde aprendemos a gestionar los momentos complicados de nuestra vida.
- Evitar sentir estos estados emocionales puede generar que percibamos unas circunstancias que no son ajustadas a la realidad, pues la verdad es que a veces existen momentos complicados y sentir estas emociones nos ayuda a afrontarlos y, sobre todo, a aprender, a no cometer el mismo error en el futuro o a saber gestionarlo en caso de que vuelva a ocurrir esa situación.
- Creer que vamos a ser felices siempre o a conseguir todo lo que nos propongamos, nos hará difícil entender que en ocasiones no vamos a poder conseguirlo, generándonos frustración y malestar.
Pese
a la importancia de permitirnos sentir todo tipo de emociones y de la utilidad
de sentir emociones negativas en aquellas ocasiones en las que son necesarias, hay que conocer dónde está el límite. Si
estas emociones negativas se intensifican, se mantienen a lo largo del tiempo y
te generan un malestar intenso sin estar vinculadas a situaciones estresantes, puede
indicar que han perdido su utilidad adaptativa y que podría ser conveniente solicitar
ayuda psicológica. Si es así, en el CPA podemos ayudarte.
Nos
gustaría finalizar esta entrada queriendo conocer vuestra opinión: ¿Cuál es vuestro punto de vista sobre este
tema?, ¿Hay algo con lo que no estéis de acuerdo? Estaremos encantados de
que lo compartas con nosotros en los comentarios de esta entrada.
Elena
Ballesteros Guerrero – Terapeuta del CPA.
Bibliografía
recomendada:
- Pedrosa,
L. P. (2016). Estudio de las emociones en los personajes animados de Inside
Out. Revista Mediterránea de
Comunicación/Mediterranean Journal of Communication, 7(1), 31-45.
- Antonio,
J. (2012). Afectividad positiva y personalidad. En J. Bermúdez, A.m. Pérez-García,
J.A. Ruiz, P. Sanjuán y B. Rueda (Eds). Psicología
de la Personalidad. (pp.291-328). Vizcaya, España: UNED.
¡Excelente reflexión! Resulta increíble que, con este tipo de mensajes, lleguemos a creer que las emociones negativas no tienen cabida en nuestro día a día, que, aunque haya situaciones que nos molesten diariamente, tenemos que sonreir y pensar que nuestro día va a ser maravilloso a pesar de todo... ¡Pues claro que no!¡Muy recomendable tu entrada!
ResponderEliminar